“Frankenstein” es el zulo personal de la escritora Dahlia de la Cerda. Se trata de una computadora que compró en 8,000 pesos a 24 meses sin intereses. “Es un aparato icónico porque en ella pude escribir mis textos, ese para mí era —metafóricamente hablando— mi zulo íntimo. Cuando empezó a fallar la envié a reparar. Sin embargo, con el paso del tiempo las fallas fueron constantes. Llegué a ponerle pegamento porque no podía comprar otra. Es decir, mi zulo en ese momento era un objeto y reflejaba cómo me encontraba yo —toda madreada— y cuáles eran mis ideas feministas de ese momento”, comenta la autora de Desde los zulos en entrevista con Newsweek en Español.
En Desde los zulos, el más reciente libro de la también filósofa, se desarrolla una mezcla de autoficción, crónica y pensamiento feminista. Dahlia de la Cerda reflexiona sobre el racismo, el clasismo y la transfobia dentro de los feminismos y cómo estos elementos se convierten en caballos de Troya que desarticulan los movimientos emancipatorios.
LAS MUJERES QUE EMERGEN DESDE LOS ZULOS
La autora habla de los hombres, el borrado de las mujeres y las disputas por el poder o los recursos económicos, el fuego sororo, los protagonismos y malas prácticas dentro de los movimientos sociales. Pero, sobre todo, de la importancia de articular un feminismo más allá de la interseccionalidad, de los conceptos tradicionales del feminismo blanco, como el patriarcado. “Un feminismo que recupera la experiencia vital, las voces y las teorizaciones de las mujeres que emergen desde los zulos”, explica la obra.
Dahlia también se refiere al concepto de “herida de clase”, y señala que su obra refleja muy bien su “herida de clase”. Ello porque narra su situación económica en ciertas etapas de su vida y el cambio que hubo desde hace algún tiempo. “Venía de una situación económica austera, precaria, y de pronto el dinero ya no es un problema. No soy rica, pero el tema no me provoca una angustia”.
“MUCHAS VIOLENCIAS LAS HE RECIBIDO DE OTRAS MUJERES”: DAHLIA DE LA CERDA
A su vez, menciona que la primera discriminación que la marcó fue la de clase y no la de ser mujer. Sin embargo, al hablar de la mujer, reflexiona sobre la idea de que no solo se lucha con las ideas machistas de los hombres, sino también aquellas que poseen las mujeres. “Es así como muchas de las violencias que he recibido han sido por parte de otras mujeres e incluso por parte de muchas feministas”, señala la escritora oriunda de Aguascalientes.
Por ello, lamenta que “el feminismo ha desarrollado varias teorías centradas en que las mujeres solo somos receptoras de violencia y quita del mapa que también generamos violencia, que también podemos llegar a ejercer violencia. Y este tema también debería de discutirse porque una mujer puede ser agredida y violentada, pero también puede ser agresora y opresora de otras mujeres”.
HOMBRES Y MUJERES EJERCEN VIOLENCIA
La autora también explica que la violencia que ha padecido por parte de los hombres ha sido porque es mujer y tienen pensamientos machistas producto del ambiente en donde se criaron.
“Esto me ha servido para aprender a distinguir la diferencia entre un ataque de hombres que fue provocado por un sistema de crianza y un ataque por parte de una mujer que sí lo ejerció en mi contra solo por ser Dahlia y pese a ser feministas no tuvieron problema en dejarme sin empleo o cerrarme las puertas”.
Agrega: “Así es como he entendido que sí, la lucha es contra sistemas de opresión que sí hay que volver a los hombres que son los que ejecutan la violencia, pero que también son violentados. Entender esto podría ayudarnos a dar el primer paso para sanar colectivamente. No podemos permitir tampoco que otras mujeres nos violenten”.
EL FEMINISMO NO DEBE SER “AESTHETIC”
Dahlia de la Cerda lamenta que dentro de los problemas que padece el feminismo se encuentra la visión de que es “aesthetic” (un concepto que hace referencia a lo retro). “Vemos a las influencers que se toman fotos con las manos en alto, pero los demás días siguen siendo explotadoras, o también hay algunas que expresan que mantienen mucha indignación, pero no lo transmiten a la acción. Lamentablemente, al final de cuentas, no ha todas les interesa realmente accionar”.
Aunque la agenda actual del feminismo no es la lucha por el voto de la mujer, no significa que hoy hayan luchas más “ligeras”. Hoy, concluye la autora, se lucha por la libertad de la mujer a elegir su vestimenta, pero también por su derecho a la vida. N
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