

EN UNA GALA MARCADA POR POLÍTICA Y PODER, el sorteo del Mundial 2026 dejó mucho más que grupos y calendarios: reveló alianzas, tensiones comerciales, gestos diplomáticos y un premio inesperado que convirtió un acto deportivo en un escenario geopolítico.
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Uno de los momentos más sorprendentes de la gala fue la entrega del primer Premio de la Paz de la FIFA al presidente Donald Trump, un reconocimiento creado este mismo año para destacar esfuerzos por “unir al mundo”.
Gianni Infantino elogió al mandatario por “asegurar acuerdos de paz, incluido el logrado entre Israel y Hamas”. Trump, quien ha buscado abiertamente un Nobel de la Paz, agradeció emocionado: “Es uno de los grandes honores de mi vida. El mundo es un lugar más seguro ahora.”
El gesto fue interpretado globalmente como una incursión explícita de la FIFA en la política internacional, un terreno del que históricamente intenta alejarse pese a su constante discurso de unidad.
Tras el sorteo, se dio otro momento inédito: la primera reunión trilateral entre Claudia Sheinbaum, Donald Trump y Mark Carney, un encuentro que, aunque breve, estuvo cargado de señales políticas.
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Sheinbaum lo definió como un diálogo “cordial y positivo”, en el que acordaron reforzar la cooperación regional aprovechando la plataforma del Mundial 2026. La presidenta mexicana destacó que no abordaron directamente el futuro del T-MEC, pero sí la intención de trabajar en temas comerciales.
Las cámaras también captaron imágenes simbólicas: los tres líderes conversando, posando para selfies con Infantino e incluso a Trump bailando al ritmo de YMCA.
El torneo —por primera vez con 48 equipos y organizado por México, EE.UU. y Canadá— se convirtió en un eje estratégico para los gobiernos norteamericanos:
México, en medio de dificultades económicas y tensiones comerciales.
Canadá, buscando reconstruir su diálogo con EE.UU. tras un conflicto arancelario.
Estados Unidos, que ha amenazado con políticas proteccionistas de gran alcance.
La FIFA promovió la idea de que “el fútbol une al mundo”, pero la cumbre política mostró que la unidad convive con disputas comerciales y tensiones regionales.
El premio a Trump reforzó su imagen internacional en un año donde busca consolidar apoyos.
La selfie de Infantino con los tres líderes norteamericanos se volvió un símbolo del evento.
La presencia de celebridades —Heidi Klum, Kevin Hart, Andrea Bocelli— reforzó el tono de espectáculo global.
Los discursos oficiales enfatizaron la “cooperación”, pero expertos interpretaron la reunión como el inicio de negociaciones difíciles sobre comercio, migración y seguridad.
El sorteo definió los 12 grupos del Mundial 2026. Entre los más destacados:
Grupo C: Brasil, Marruecos, Escocia y Haití
Grupo I: Francia, Senegal, Noruega y el ganador del repechaje (Bolivia/Surinam/Irak)
Grupo K: Portugal, Colombia, Uzbekistán y posiblemente Italia (según repechaje)
El partido inaugural será el 11 de junio en el Estadio Banorte (antes conocido como Estadio Azteca: México vs. Sudáfrica.
México compartirá grupo con Sudáfrica, Corea del Sur y el ganador entre Dinamarca, Macedonia del Norte, República Checa e Irlanda. La final será el 19 de julio de 2026.

El evento dejó una lectura incómoda: El Mundial 2026 será no solo un acontecimiento deportivo sin precedentes, sino un tablero donde Washington, Ottawa y Ciudad de México juegan también sus propias batallas políticas, comerciales y diplomáticas.
Y aunque Infantino hable de paz, unidad y fútbol, el sorteo mostró que ninguna Copa del Mundo existe fuera de la geopolítica. N