Por años su vida se ha balanceado sobre la delgada línea que divide a la música de la poesía. El cantautor y poeta español Marwan se considera a sí mismo primero músico y después poeta, pero sus letras nos ponen en la imposible encrucijada de intentar separar ambas profesiones.
Ahora Marwan se encuentra en una gira por distintas ciudades de la república mexicana en la que ofrecerá ocho conciertos y presentará su más reciente disco-libro, Mis paisajes interiores. Platicamos con el poeta sobre su pasión como músico, la importancia de la letra y la conexión muy especial que siente con México, el único país en el que se ha sentido como un Beatle.
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—¿Eres músico o poeta?
—Tendría que decir que soy músico. Porque soy cantautor y nosotros llevamos dentro una especie de poeta. La verdad es que en mis letras siempre hay unas inquietudes poéticas muy grandes, pero me considero antes músico. Ahora voy a publicar mi tercer libro de poemas y también tengo dos discos libro, este es mi quinto material editorial. Pero mi bagaje como músico es mucho más largo.
—Ha pasado más de un año de la última vez que viniste a México, ¿por qué nos abandonas?
—Nunca había parado de tocar por tanto tiempo, pero en verdad necesitaba sentarme y componer. Por eso decidí no hacer conciertos. La verdad es que pensé que la gente se iba a olvidar de mí, tuve miedo porque la gente en España olvida muy rápido, tienen poca memoria con los artistas. Pero aquí en México la gente no te olvida y eso hace que me den más ganas de hacer estos conciertos en esta tierra. México es el único sitio donde me he sentido un Beatle, vine en 2012 y aluciné con cómo gritaba la gente en los conciertos, cantaban a lo bestia, yo no daba crédito. Me impresiona el fervor de los mexicanos en los conciertos.
—¿Por qué es tan importante lo que una canción dice con palabras?
—Yo empecé a componer porque me emocionaba lo que me contaban otros, me gustaba que me explicaran aquello que yo sentía, pero no podía describir. Y encontré una herramienta en la que pude volcar mis inquietudes: las cosas que me emocionaban y que me oscurecían, las cosas que me quitaban el sueño. Me gustaba la poesía y la belleza con la que ellos hacían canciones con letras elaboradas, bonitas y profundas. En ese momento sentí una necesidad de escribir sin quedarme en la superficie de las cosas. Por naturaleza trato de ver detrás de todo y esa es mi inquietud.
—¿Cuándo fue la última vez que escuchaste una letra que te hiciera sentir miedo por el futuro de la música?
—Letras buenas y malas ha habido toda la vida y las seguirá habiendo siempre, lo malo es si solo hay una de las dos cosas, incluso si solo hubiese canciones con mensaje, no sería bueno. Está bien que existan canciones que no dicen nada y que sirven para ir a la discoteca y bailar, lo malo es que solo prevalezca eso. Hoy hay hueco para todo y somos muchos autores los que estamos floreciendo y florece la gente a nuestro alrededor con ganas de escuchar cosas más elaboradas. Creo que, a pesar de que hay mucho reguetón y de que las letras son tan machistas y tan superficiales, hay mucha gente escribiendo cosas hermosas.
—¿Puedes presumir de que vives de lo que amas?
—Sí, y es lo mejor del mundo. Aunque es verdad que algunas veces se vuelve mucho trabajo y eso hace que todo pierda cierta inocencia, te vuelves más exigente porque tienes muchos ojos puestos en ti. Pero se disfruta mucho, al final haces lo que quieres y lo llevas por el mundo. Es precioso.
—¿El último álbum que escuchaste de principio a fin?
—En una de las últimas firmas escuché mi disco. Lo cierto es que me lo puedo poner todas las veces que quiera y no se gasta, puedo escucharlo de principio a fin muchas veces. Solo tardamos 13 días en grabarlo entero, entre preproducción y posproducción, fue brutal, solo hubo una canción que nos llevó dos horas más, había canciones que hacíamos en un día y no me cansé. Lo sigo disfrutando.
PIE:
LA CITA: “A pesar del reguetón, hay mucha gente escribiendo cosas hermosas”.