DE TIEMPO Y CIRCUNSTANCIAS
Mayo está encima y el peso de la elección presidencial de México gravita sobre nuestras cabezas. No es cosa menor. En junio habremos de decidir nuestro futuro, y no debemos equivocarnos. Los debates entre candidatos han sido intercambios de adjetivos peyorativos, agresiones y promesas de campaña, con un mínimo de propuestas y sin que se defina cómo habrán de cumplirse.
LAS PROMESAS DE CAMPAÑA SE QUEDARÁN EN VEREMOS
Los candidatos ofrecen reparar redes de agua, renovar el transporte, surtir medicinas, aumentar dádivas, carreteras, viviendas y lo que a usted se le ocurra, pero no dicen cómo ni cuándo. Y si vemos que el ferrocarril de Toluca no tiene para cuándo completarse ya se puede ustedes imaginar que la cristalización de esas promesas de campaña habrá de quedarse en veremos.
Al prometer, convenientemente, olvidan que el Estado se ha endeudado sin aumentar su capacidad de pago. Nuestra deuda ha crecido casi 50 por ciento con relación a la del sexenio anterior. Mientras, nuestro crecimiento económico ha sido de apenas 5 por ciento en seis años, menos de 1 por ciento anual.
Así, de manera simple, podemos decir que nuestra capacidad de producir riqueza ha crecido en 5 por ciento mientras que nuestras obligaciones crediticias aumentaron 50 por ciento, y las reservas y los fondos de contingencia ya fueron despilfarrados. De modo que el presupuesto no alcanzará para cumplir las promesas de campaña.
Estamos endrogados por encima de un nivel saludable y nos quedamos sin ahorros. En la desesperación por dinero, el gobierno, ahora, se va encima de las afores diciendo que va a crear una pensión del bienestar.
Lo que promete no puede cubrirlo con el dinero del que se quiere apropiar, y nos dice a los cándidos electores que ese dinero habrá de completarse con las utilidades del AIFA, Mexicana de Aviación y el Tren Maya… tres entidades concebidas con las extremidades inferiores y por lo mismo destinadas a perder dinero. Engaños que se justifican con engaños y más engaños.
¿REPARTIR RIQUEZA SIN GENERAR RIQUEZA?
La cultura de trabajo se ha fracturado al darle a la juventud dinero sin condicionamiento alguno. La utopía que la Dra. Claudia Sheinbaum plantea al decir: “Es falso que si no se trabaja entonces no se puede tener un buen nivel de vida”, destruye el concepto del trabajo digno y nos instala en una indigna mendicidad. Y repartir riqueza sin generar riqueza habrá de llevarnos a una miseria obligatoria.
La administración actual destruyó la infraestructura de servicios sanitarios, ocasionó más de 300,000 muertes por un manejo equivocado de la pandemia del covid-19. La falta de medicinas para los enfermos de cáncer y otras patologías graves ocasionaron un número de muertes que no están debidamente registradas, pero son altas. Y en el rubro de actos criminales la cuenta asciende a 185,000 muertos y 114,000 desaparecidos que elevan la cifra, entre muertos y desaparecidos, a 299,000 seres humanos. Para cuando termine el sexenio lopezobradorista serán más de 300,000 ciudadanos que ya no están.
En el ramo de la seguridad del Estado, de acuerdo con el narcomapa que publica INFOBAE tenemos 81 por ciento del territorio asediado por el crimen. Todo esto en el Estado que destruyó las instituciones de control y equilibrio entre poderes.
Nuestra clase política en su mayoría carece de una ideología formal. La ideología que prima en ellos es la del poder, y si para conservarlo hay que llevarse la economía entre las patas, será lo de menos.
Todo esto me lleva a la disyuntiva electoral: ¿continuidad o cambio? Son, a fin de cuentas, las dos propuestas, pero ¿qué significan?
LOS RIESGOS DE LA CONTINUIDAD
Continuidad es una propuesta que desea disminuir la intervención de la iniciativa privada en la economía y reemplazarla por empresas estatales con la peregrina idea de que esas empresas son del pueblo. Pero en números ¿qué significa que una empresa del pueblo sea administrada por las estructuras gubernamentales?
Veamos algunos ejemplos; Pemex reporta 110,000 millones de pesos de utilidades en 2023, esto se debe a los apoyos del Gobierno Federal que suman, de 2019 a 2023, un total de 1,150,000,000,000 de pesos. Sí, leyó usted bien: un millón ciento cincuenta mil millones de pesos. Si usted mete un millón de millones y obtiene 109,000 millones es claro que está perdiendo dinero.
La Compañía Federal de Electricidad ha perdido dinero continuamente, y cuando reporta utilidad en algún ejercicio trimestral, esta solo sirve para paliar las pérdidas de los otros ejercicios.
Mexicana de Aviación, de acuerdo con el estudio de la Secretaría de la Defensa, va a perder dinero hasta 2028; y así podemos seguir con el Tren Maya o la paraestatal que usted disponga. El que una empresa del pueblo sea administrada por el gobierno significa que antes o después perderá dinero y que se va a financiar con nuestros impuestos.
El experimento de las paraestatales lo vivió el país en los sexenios de Luis Echeverría y López Portillo. La compra de empresas se convirtió en la actividad favorita del Estado, creando con ello un pozo sin fondo en donde se estuvo tirando el dinero del Estado hasta que el presidente Carlos Salinas decidió vender el monstruo a la iniciativa privada. Lo hizo, claro, en medio de una corrupción rampante, pero de un modo o de otro se deshizo de ese lastre económico para el Estado.
LAS PROMESAS DE CAMPAÑA SON UNA ESTRATEGIA DE LA CONTINUIDAD
Hoy la 4T ha decidido recrear al monstruo y ya tiene aerolínea, al tiempo que ha atajado el crecimiento de la IP en la producción y distribución de energéticos. Al mismo tiempo la continuidad desea, palabras del propio presidente, mantener al pueblo ignorante en función de que los ignorantes votan por Morena. Consecuentemente, elimina los protocolos de evaluación en sus escuelas y se aparta de la prueba PISA que mide el avance académico del país en un mundo en donde el avance tecnológico requiere de elementos capacitados.
La continuidad así promete una administración que no ve ni por el progreso del país ni de su gente, tampoco por generar mejores condiciones de vida, educación y cultura. El objetivo es mantener el poder a toda costa, y con el poder el dinero que emana del este.
La apuesta por el cambio es una apuesta que, al igual que en sexenios anteriores, viene llena de promesas que pueden o no cristalizarse; la apuesta por la continuidad es perseverar en la sucesión de fracasos de esta administración. La apuesta por el cambio tiene dos rayitos de esperanza: el primero, una administración más orientada al conocimiento y la eficiencia; el segundo, reponer la estructura construida y que se perdió en este desafortunado sexenio.
La democracia que tenemos permite a los electores cambiar una administración cuando no cumple sus funciones. La administración actual sabe que no cumplió su cometido y desea destruir la democracia. Así las cosas, la continuidad es lo que no quiero. El cambio, la única esperanza.
VAGÓN DE CABÚS
En el pasado mes de abril el Senado aprobó el proyecto de decreto que autoriza al personal militar del ejército de Estados Unidos a participar en los ejercicios de entrenamiento a nuestro Ejército denominados “Entrenamiento de ejercicios combinados conjunto”.
Lo singular de esta autorización es que el ejército de Estados Unidos se internará en el territorio nacional con armamento, municiones, material y equipo especializado. Llama la atención que los militares vengan armados hasta los dientes a entrenar a sus pares nacionales. Quizá sea un atisbo de cambio en la estrategia. N
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Salvador Casanova es historiador y físico. Su vida profesional abarca la docencia, los medios de comunicación y la televisión cultural. Es autor del libro La maravillosa historia del tiempo y sus circunstancias. Los puntos de vista expresados en este artículo son responsabilidad del autor.