Las fuerzas rusas lanzaron el martes un “potente ataque” contra la acería de Azovstal, último reducto de resistencia ucraniana en la devastada ciudad de Mariúpol, tras un alto del fuego que permitió la evacuación de un centenar de civiles.
“Un potente ataque en el área de Azovstal se está llevando a cabo actualmente, con apoyo de blindados y tanques”, indicó Sviatoslav Palamar, subcomandante del batallón Azov, que defiende las instalaciones, en un mensaje video en Telegram.
Previamente, el Ministerio ruso de Defensa, citado por agencias rusas, había anunciado que, utilizando artillería y aviones, unidades del ejército ruso y de la República Popular de Donetsk comenzaron a destruir las posiciones de tiro de los combatientes ucranianos que salieron de la planta.
La “República Popular de Donetsk” es uno de los dos enclaves separatistas prorrusos de la región ucraniana del Dombás.
Según el portavoz de las fuerzas armadas rusas, el batallón Azov “usó” el alto del fuego en Mariúpol —que se había decretado para evacuar a los civiles de la acería— para “tomar posiciones de tiro en el territorio y en los edificios de la fábrica”.
El alto el fuego, anunciado el lunes, permitió evacuar, con el respaldo de la ONU y la Cruz Roja, a “101 civiles” del complejo metalúrgico en Mariúpol, indicó Osnat Lubrani, coordinadora humanitaria de Naciones Unidas para Ucrania.
“Las personas con las que he viajado me han contado unas historias desgarradoras sobre el infierno que han vivido. Pienso en todos los que siguen atrapados. Haremos cuando podamos para ayudarlas”, tuiteó Lubrani. Su mensaje estaba acompañado de una foto de ella junto a un convoy de más de diez autobuses en una carretera.
“EL ENEMIGO HA SEGUIDO DISPARANDO CONTRA JÁRKOV”
En Zaporiyia, destino del convoy a 220 kilómetros de Mariúpol, los periodistas de AFP vieron al menos cinco autocares llegando a un centro de recepción. En el resto del país, “el enemigo ha seguido disparando contra Járkov”, la segunda ciudad de Ucrania, después de la capital, Kiev. Y contra “localidades vecinas”, indicó el Estado Mayor del ejército ucraniano.
Más al sur, cerca de Izium, los rusos bombardearon “intensamente” las posiciones ucranianas. Y en Dombás intentan “tomar pleno control de las localidades de Popasna y Rubizhne, y avanzar hacia Limán y Sloviansk”, agregó el reporte.
En el este, al menos diez personas murieron y 15 resultaron heridas en el bombardeo ruso de una fábrica en la ciudad de Avdiivka. Según el gobernador de la región de Donetsk, el ejército ruso habría atacado a “trabajadores que acababan de terminar su turno y estaban esperando en la parada del autobús”.
El suroeste, la ciudad portuaria de Odesa, a orillas del mar Negro, volvió a sufrir el impacto de misiles rusos. Estos que causaron la muerte de un adolescente de 15 años, según el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski.
Además de su avance en Dombás y Mariúpol, los rusos se han hecho con importantes franjas del sur de Ucrania. Por ejemplo, la ciudad de Jersón, a 130 kilómetros de Odesa y muy cerca de la península de Crimea, anexionada por Moscú en 2014.
En un pueblo de esa zona, Novofontanka, la Fiscalía general de Ucrania anunció una investigación por posibles “torturas y asesinatos”. Ello tras el hallazgo de dos cadáveres en una fosa, uno de ellos con las piernas atadas.
EL TEMOR AL 9 DE MAYO
Después de más de dos meses de guerra, los países occidentales y Ucrania temen que Rusia aproveche la conmemoración de la victoria sobre la Alemania nazi el 9 de mayo para mostrar avances en su ofensiva militar contra su vecino.
El ministro de Defensa ucraniano apuntó a un posible intento de integración en Rusia de las autoproclamadas repúblicas prorrusas de Donetsk y Lugansk, reconocidas por Putin antes de la guerra.
El embajador de Estados Unidos ante la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), Michael Carpenter, señaló el riesgo de que esta anexión se concrete a través de sendos referendos a mediados de mayo. Esta estrategia recuerda a lo ocurrido en Crimea en 2014.
“Esta información es muy creíble”, indicó el diplomático. Y señaló que Moscú tiene planes similares para Jersón, donde ya ha impuesto su moneda, el rublo.
“Estos simulacros de referéndums, votos orquestados, no se considerarán legítimos. Y tampoco cualquier intento de anexionar otros territorios ucranianos”, agregó.
La invasión rusa a Ucrania ha dejado miles de muertos y más de 13 millones de desplazados. Sin intervenir directamente en la guerra, las potencias occidentales respondieron con unas sanciones sin precedentes contra Rusia y enviando armamento y fondos a Kiev.
El primer ministro británico, Boris Johnson, anunció una ayuda militar de 300 millones de libras (377 millones de dólares) para Ucrania. La ayuda incluye radares, drones de transporte pesado y aparatos de visión nocturna.
UN SEXTO PAQUETE DE SANCIONES
“Esta es vuestra hora más gloriosa”, declaró Johnson por videoconferencia ante el Parlamento Ucraniano, en una referencia a un discurso de Winston Churchill ante los diputados en 1940, antes de la batalla de Inglaterra durante la Segunda Guerra Mundial.
La Unión Europea trabaja en un sexto paquete de sanciones que incluye un calendario para acabar progresivamente con las importaciones de petróleo ruso. Y advirtió a sus países miembros que deben prepararse para el fin del suministro de gas ruso.
Las nuevas sanciones deben afectar también al sector financiero y “habrá más bancos rusos que saldrán del Swift”, el sistema de transacciones internacionales, dijo el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell.
Estas medidas las condenó el presidente ruso, Vladimir Putin, este martes durante una conversación con su homólogo francés, Emmanuel Macron. “Occidente podría ayudar a poner fin a las atrocidades ejerciendo una influencia apropiada sobre las autoridades de Kiev y dejando también de suministrar armas a Ucrania”, señaló Putin, según un comunicado difundido por el Kremlin.
Asimismo, el presidente ruso criticó “la incoherencia y falta de preparación de Kiev” en las negociaciones de paz. Pero recalcó que “la parte rusa sigue abierta al diálogo”.
Desde el Vaticano, el papa Francisco dijo en una entrevista al diario italiano Il Corriere della Sera que está dispuesto a viajar a Moscú para hablar con Putin y tratar de poner fin a la guerra. N
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Con información de AFP