MI SEGUNDA SALIDA del clóset ha sido en definitiva más fácil de lo que habría imaginado. Es sumamente complicado vivir una vida donde sabes que algo va mal, que algo no encaja, pero simplemente no sabes qué es.
A los 21 años salí del clóset como lesbiana, pensé que ese era el problema. Pero, aun así, había algo que no terminaba de hacer sentido. Veía mi imagen en el espejo y no la reconocía; no me sentía cómodo sin saber bien el porqué. Durante años me pregunté si realmente me identificaba como mujer; cada vez que sentía la respuesta a esa pregunta cerca, la sacudía de mi mente por miedo a la verdad. Esa voz que me hacía preguntas y me susurraba al oído empezó a convertirse en un grito desesperado.
Después de muchos años de sugerencias silenciosas a mí mismo, salí del clóset por segunda vez, esta vez por la puerta correcta. Le dije a mi novia: “Creo que soy un hombre Trans”. Ese momento cambió mi vida para siempre. Describir cómo me sentí en ese momento sería sumamente complicado, fue una mezcla de dolor acompañado de alivio y sobre todo de miedo e incertidumbre.
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La mejor decisión que tomé en ese momento fue ir a terapia. Platicar sobre cómo me sentía y las cosas que me preocupaban fue muy liberador; me ayudó a poner en orden mis ideas y emociones. Cada día iba sintiéndome más fuerte, más seguro y convencido de que este camino es el adecuado para mí; pero, sobre todo, cada día iba sintiéndome más feliz.
Ser Trans en un país que no entiende bien qué es lo que eso significa no es sencillo. Sin embargo, tampoco es tan complicado como pensé. Creo que los momentos de mayor estrés llegaron cuando empecé a compartir con las personas cercanas cómo me sentía, a pedirles que dejaran de usar pronombres femeninos y el nombre por el cual me conocían y empezaran a usar pronombres masculinos y mi nuevo nombre. Tenía miedo de sus reacciones, de perder a gente importante para mí.
Afortunadamente, y para mi sorpresa, la mayoría de las personas a mi alrededor reaccionaron muy bien ante la noticia y desde el primer momento respetaron mis pronombres y mi nombre. No puedo asegurar que todo el mundo reaccionó bien, pero sí puedo decir con certeza que aquellos a los que quiero en mi vida han sido sumamente respetuosos y me han apoyado mucho más de lo que imaginé.
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Para mi fortuna, uno de los lugares donde más seguro me sentí fue el trabajo. Soy gerente de soluciones de Recursos Humanos en Microsoft. Sabía perfectamente que en la empresa no habría ningún problema al salir del clóset como hombre Trans. Aun así, estaba nervioso porque, hasta hoy, soy el único empleado en la historia de Microsoft México que es abiertamente Trans. No podría haber imaginado que me sentiría tan seguro y feliz siendo yo mismo en el trabajo.
La apertura de ser yo mismo en el trabajo fue una de las cosas que me hizo sentir más empoderado en mi transición. Tuve la oportunidad no solo de pedir que la gente usara los pronombres y el nombre correcto, sino también el espacio para explicar brevemente a mi equipo qué significa ser Trans, darles un poco de información acerca de la identidad de género y crear conciencia con respecto a nuestra comunidad.
El camino que me queda por recorrer es aún largo y sé que probablemente no será sencillo. Habrá, como ha habido hasta hora, lágrimas y momentos de mucha frustración. Pero estoy seguro de que todo valdrá la pena porque no hay nada que me pueda hacer más feliz que sentirme tranquilo, seguro y cómodo siendo