El verano pasado, Rodney Osborne se acercaba al final de un doble turno en la mina Gateway Eagle en Virginia Occidental, cuando un taladro rotante lo aplastó hasta morir. La investigación federal mostró que Osborne, de 32 años, no había recibido el entrenamiento adecuado de seguridad para el dispositivo. “Se siente como si me hubiera reventado el corazón”, escribió en Facebook su madre, Deloris Duffy, tras la muerte de su hijo. “Nunca había sentido tanto dolor en la vida”.
Desde que asumió el cargo, el presidente Donald Trump ha sido rápido en defender a la industria carbonera y los 771 empleos nuevos en la extracción de carbón que hubo en 2017, en comparación con 2016. “Yo soy quien salvó al carbón”, dijo el presidente a The New York Times, omitiendo las 17 plantas de energía alimentadas con carbón que han anunciado su cierre a pesar de todo. “Yo soy quien creó los empleos”.
Pero un aumento en las muertes de trabajadores carboneros ha acompañado los esfuerzos de la administración para apoyar el combustible fósil. El número de muertes en 2017 —15— fue el más alto desde 2014, cuando había alrededor de 60,000 mineros de carbón trabajando en Estados Unidos. Los críticos culpan en parte al presidente, cuyo apoyo a los dueños de minas ha llevado a relajar las medidas de seguridad y a docenas de mineros nuevos e inexpertos, dicen ellos. Y estos problemas pronto podrían empeorar, ya que los republicanos en la Cámara de Representantes y Trump han propuesto reducir más las regulaciones en la industria.
“Esta administración no tiene moral rectora”, dice Joe Main, quien dirigió la Administración de Seguridad y Salud Minera (MSHA, por sus siglas en inglés) federal, la cual supervisa todas las inspecciones mineras, para el presidente Barack Obama. “Las compañías ahora piensan que tenemos un sheriff menos agresivo en el pueblo”.
El apoyo de Trump al carbón es parte de una acción desreguladora más grande, de la cual él dice que es la responsable del auge en el mercado bursátil y un producto interno bruto más alto. Pero para los mineros de carbón, esas restricciones y regulaciones a menudo son importantes. La extracción de carbón es inherentemente peligrosa. Incluso un fallo pequeño en la seguridad puede ser catastrófico. “He ido a demasiados funerales”, dice Joe Manchin, senador demócrata por Virginia Occidental. “Demasiados mineros han muerto como para que nosotros demos marcha atrás a la seguridad”.
El aumento de muertes el año pasado —y las razones detrás de ellos, dicen los críticos— sugiere que la industria ya ha dado marcha atrás. En mayo, Luches “Big Lou” Rosser, de 44 años, viajaba en una locomotora eléctrica en las profundidades de una mina de Virginia Occidental cuando su cabeza golpeó una viga de acero y murió. La investigación oficial de su muerte halló que Rosser, casado y con tres hijos, no había sido entrenado apropiadamente. Él sabía cómo funcionaba la máquina, pero nunca lo instruyeron sobre los procedimientos de seguridad. “Mostrarle a alguien cómo apretar un botón no es entrenarlo”, dice Phil Smith, portavoz de los Mineros Unidos de América.
En julio, el minero veterano Andrew Oxenrider, de 28 años, se apeó de su buldócer Caterpillar D9L en la pendiente de un depósito de desperdicios. No lo entrenaron en cómo estacionarlo con seguridad, y el buldócer rodó hacia atrás y sobre él, antes de caer al fondo del terraplén.
Y luego está el caso de Osborne, quien deshabilitó el sistema de apagado de emergencia de su máquina perforadora para poder hacer un ajuste menor en la alineación, solo para verse prendido entre la cabeza cortadora y la veta de carbón, sufriendo “lesiones fatales por aplastamiento”, según los investigadores. Funcionarios estatales emitieron siete citaciones a su empleador, Rockwell Mining, incluidas dos que conllevan una multa de 10,000 dólares por alterar las características de la máquina y no cumplir las regulaciones de seguridad.
Los críticos dicen que estas muertes se derivan en parte de una falta de liderazgo en Washington. En los primeros siete meses de Trump en el cargo, el puesto más alto en la MSHA estuvo vacante. Wayne Palmer, asistente congresista y alto asesor de la Casa Blanca, se hizo cargo de la agencia a finales de agosto, pero al contrario de sus predecesores, no tenía experiencia en minería o seguridad minera.
En el otoño, Trump finalmente nombró a David Zatezalo, un ejecutivo jubilado de extracción de carbón, para que dirigiera la agencia minera, pero algunos han criticado su historial de seguridad. Desde 2000, la mina que administró, Rhino Eastern Eagle, en Virginia Occidental, recibió multas por más de 2.1 millones de dólares por 162 violaciones a la seguridad o la salud en el lugar de trabajo. Zatezalo dice a Newsweek que la administración de Trump está comprometida con la salud y seguridad de los mineros estadounidenses. Pero Main, exdirector de la MSHA, es escéptico. “Si la percepción de la industria es que estos tipos se hacen para atrás —dice—, no terminará bien para la seguridad”.
La información muestra que siete de las 15 muertes del año pasado involucraron mineros de carbón con un año o menos de experiencia en la mina donde murieron. La MSHA respondió al aumento de muertes mediante aumentar el tamaño de su plan de asistencia para el cumplimiento, un programa voluntario para operadores de minas. Sin embargo, si un asistente para el cumplimiento visita una mina y nota una violación a la seguridad o salud, no tiene la autoridad para emitir una citación o multa, a la manera en que lo haría un inspector. “La compañía puede decir fácilmente: ‘No, no pensamos que sea un problema’, y allí se acabó la cosa”, dice Smith. “No hay aplicación”.
La asistencia para el cumplimiento es “una pérdida absoluta de tiempo”, comenta Tony Oppegard, abogado de seguridad minera. “Puedes vincular directamente la confianza en este método de inspección con un aumento en los desastres mineros y las muertes”. Las muertes anuales de mineros de carbón sí aumentaron dos veces durante la administración de Bush y fueron más altas que con su sucesor, Barack Obama. En 2009, mientras estuvo a cargo, las muertes anuales de mineros se redujeron a menos de 20 por primera vez en la historia de Estados Unidos.
La MSHA dice que este programa se trata de cooperación y prevención y no inhibe la capacidad de la agencia para llevar a cabo investigaciones oficiales. La MSHA todavía lleva a cabo inspecciones obligatorias de todas las minas subterráneas cuatro veces al año y de todas las minas superficiales dos veces al año. Pero la administración de Trump actuó de una manera que, a decir de los críticos, debilitó el programa voluntario. Por ejemplo, en el pasado, los representantes de los mineros, quienes conocían el área y defendían la seguridad de los trabajadores, acompañaban a todos los asistentes para el cumplimiento, pero eso ya no se da, según Smith.
Manchin tiene sus propias preocupaciones, y le dice a Alexander Acosta, secretario del Trabajo, en una carta de septiembre que los inspectores de la MSHA estaban eliminando las credenciales que les permitían emitir violaciones o retirar mineros de condiciones inseguras antes de entrar en los sitios de trabajo. También cuestionó por qué los representantes de los mineros ya no eran capaces de caminar junto a los asistentes para el cumplimiento. “Esto es especialmente alarmante —escribió Manchin— porque nadie está mejor preparado para identificar inconsistencias o condiciones inseguras que las mismísimas personas que trabajan en la mina todos los días”.
Mientras tanto, el Congreso ha propuesto recortar 11 millones de dólares del presupuesto de ejecución carbonera de la MSHA, o 7 por ciento, en el próximo año fiscal, dejando a la agencia con su presupuesto más pequeño desde el año fiscal 2013. La cantidad de minas carboneras ha disminuido, dicen los partidarios, por lo que el presupuesto anual de la agencia debería reflejar esa disminución. Trump originalmente propuso dejar en gran medida intacto el presupuesto de la agencia, pero recortando 42 puestos de su personal.
Los críticos están horrorizados con la acción del Congreso. “El recorte presupuestal propuesto es absolutamente una acción para reducir los inspectores en la industria carbonera”, dice Smith. “Estas son cosas en verdad importantes para la vida de un minero”. Main está de acuerdo: “Batallé para mantener la agencia funcionando con el presupuesto que teníamos. Cualquier recorte adicional obstaculizará su capacidad para seguir trabajando”.
A los mineros de carbón también les preocupan los efectos a largo plazo de vivir bajo tierra, y la postura de la administración con respecto a las normas diseñadas para protegerlos. Una exposición prolongada al polvo de carbón lleva a cierta cantidad de padecimientos respiratorios, como la enfermedad de pulmón negro, que progresiva y no tiene cura. Más de 76,000 mineros han muerto de pulmón negro desde 1968, según el Departamento del Trabajo de Estados Unidos. Ahora, la MSHA está reconsiderando las medidas diseñadas para proteger a los mineros de respirar el polvo que provoca el pulmón negro.
En sus primeros días como presidente, Trump también eliminó una norma de la era de Obama la cual impedía a las compañías carboneras verter sus desechos en arroyos. Los defensores de los mineros dicen que estos cambios de normas y otros tratan de apaciguar a los dueños de las minas, no a los trabajadores. “Ellos reciben muchas quejas de los operadores de carbón de que estas normas son derrochadoras e inútiles, pero eso simplemente es falso”, dice Smith. “Todas estas regulaciones existen porque alguien murió en el trabajo. Todas esas leyes y regulaciones se escribieron con la sangre de un minero muerto”.
Sin embargo, Manchin no está de acuerdo, y dice que hay demasiadas regulaciones medioambientales. “Algunas de las cosas no tienen sentido y le dificultan a la gente hacer su trabajo”, comenta.
Trump dice que le preocupan realmente los apuros del minero, pero según Manchin, no ha hecho mucho al respecto. Más de 117,000 mineros de carbón retirados y que dependen de ellos están en riesgo de perder sus pensiones de retiro a causa del empeoramiento de la industria carbonera. Un proyecto de ley del Senado para financiar estas pensiones tiene 21 copromotores, pero Mitch McConnell, líder de la mayoría, no la ha promovido y Trump no ha presionado al respecto, según Manchin (la oficina del senador por Kentucky no respondió para que comentase sobre el proyecto de ley antes de entrar a prensas). “Estas son las personas que produjeron la energía para que este país creciera”, dice Main. “Se les debe atención médica y una maldita pensión”.
Un funcionario de la Casa Blanca dice que “la administración quiere hallar una solución para todos los planes de multiempleadores que están en problemas”. Ese funcionario solo habló extraoficialmente y no comentó sobre el aumento de muertes de mineros el año pasado.
Mientras tanto, el llamado de Trump a acabar con la “guerra contra el carbón” es atractivo para su base: líderes industriales adinerados y contrarios a las regulaciones y trabajadores de clase baja nostálgicos por una época en que los empleos mineros eran abundantes. Él ganó ocho de los principales nueve estados extractores de carbón en la elección de 2016. De hecho, Virginia Occidental, donde Rodney Osborne vivió y trabajó, todavía muestra un índice de aprobación de 61 por ciento para el presidente, el más alto del país.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek