La obesidad infantil es uno de los problemas de salud pública más graves de la historia moderna. La prevalencia, según la Organización Mundial de Salud (OMS) aumenta a un ritmo alarmante. En 2016, más de 41 millones de niños menores de cinco años en todo el mundo tenían sobrepeso o eran obesos. Sin embargo, las causas y métodos para frenar la “epidemia” aún no están claramente definidos.
La obesidad está relacionada con muchos factores, incluidos los hábitos de alimentación, el ejercicio, la genética y el medio ambiente. La solución para reducir los índices sigue siendo un desafío para los científicos. En este sentido, ¿cuál es la responsabilidad de los padres en el aumento de peso en los niños?
La doctora Jennifer Kerns, especialista en obesidad señaló que cuando padres e hijos están pasados de peso, probablemente se trata en parte de una predisposición genética común. Esta puede expresarse parcialmente a través de las diferencias en el metabolismo de los niños, pero también por las diferencias en sus apetitos, en sus respuestas a la comida e incluso en su propensión a hacer ejercicio.
Kerns escribió en The New York Times que para todos los niños, sin importar su riesgo de obesidad, las buenas decisiones parentales sobre nutrición realmente importan: es importante no sobrealimentar a los bebés, eliminar de la casa la comida chatarra y las bebidas azucaradas, no dejar que los niños coman estando sentados frente a la televisión y animarlos a “probar un arcoíris” de frutas y verduras.
“Cuando eres el padre de un niño obeso, existe un estigma terrible”, dijo Julie Lumeng, profesora de Pediatría en la Universidad de Michigan. “Todos dirigen la mirada hacia el padre y piensan: ‘He ahí un padre incompetente. No le importa su hijo. ¿Por qué no nada más lo obliga a comer menos y a hacer ejercicio?”, apuntó Kerns.
Detrás de todo esto, dice la especialista, hay supuestos sobre qué es lo que pueden controlar los adultos, y cómo los niños podrían ser controlados si sus padres establecieran e impusieran reglas para toda la familia o leyeran la información nutricional en la parte trasera de la caja del cereal.
El Real Colegio de Salud Pediátrica e Infantil de Reino Unido (RCPCH, por sus siglas en inglés) señala que cuatro de cada cinco jóvenes obesos están destinados a permanecer con sobrepeso en la vida adulta.
Mientras que algunos especialistas aseguran que la genética tiene un porcentaje pequeño en cuanto a la propensión de la obesidad, una nueva investigación encontró que una mutación genética específica que puede causar obesidad severa.
El estudio publicado en Nature Genetics, sugiere que las mutaciones en un gen llamado adenilato ciclasa 3 (ADCY3) conducen a la obesidad. Las llamadas mutaciones recesivas son responsables del vínculo entre la obesidad y los genes.
La herencia ocurre cuando ambas copias del gen, es decir, de ambos padres, tienen la mutación, y esto es más probable que ocurra cuando los padres de un niño están estrechamente relacionados.
Según el estudio las mutaciones en este gen, que normalmente es responsable de codificar la proteína del mismo nombre, provocan cambios en funciones tales como la regulación del apetito y el sentido olfativo.
Las condiciones sociales, según especialistas son otro factor que podría causar obesidad. Los resultados de un estudio reciente sugieren que las personas que se mudan a un área con una alta tasa de obesidad tienen probabilidades de tener sobrepeso u obesidad. Los investigadores dicen que esto puede deberse, en parte, al contagio social.
El estudio de la USC y la Corporación RAND publicado este jueves en la revista JAMA Pediatrics señala que “el contagio social en la obesidad significa que si más personas a tu alrededor son obesas, eso puede aumentar tus propias probabilidades de volverse obeso”, dijo Ashlesha Datar, economista senior del Centro de Investigación Económica y Social de la USC Dornsife College of Letters, Artes y Ciencias.
“En otras palabras, vivir en una comunidad donde la obesidad es más común puede hacer que los estilos de vida sedentarios, las comidas no saludables y el sobrepeso o la obesidad sean más aceptables socialmente”, mencionó.
Los niños obesos y con sobrepeso tienden a seguir siendo obesos en la edad adulta y tienen más probabilidades de padecer a edades más tempranas enfermedades no transmisibles como la diabetes y las enfermedades cardiovasculares, advierte la OMS.
La Organización indica que para frenar la epidemia de obesidad infantil es necesario un compromiso político sostenido y la colaboración de muchas partes interesadas, tanto públicas como privadas para crear entornos saludables y condiciones de accesibilidad a opciones dietéticas más saludables para los niños y los adolescentes.