En julio pasado dos personas fallecieron en Brasil a causa de la fiebre de oropouche, las primeras muertes atribuidas en el mundo a esta enfermedad provocada por un virus poco conocido, propagado por las picaduras de jejenes y de mosquitos infectados. Hasta el momento no existen vacunas ni tratamientos para este virus, que ya se ha propagado por América Latina.
Detectado por primera vez en el archipiélago de Trinidad y Tobago en 1955, este arbovirus se transmite principalmente a los humanos por picaduras de jejenes. Sin embargo, también puede propagarse a través de mosquitos.
“Según nuestro conocimiento actual, el virus no se transmite directamente de hombre a hombre”, informó entonces la especialista italiana en enfermedades infecciosas Concetta Castilletti.
Por ahora la fiebre de oropouche se ha detectado principalmente en áreas de América del Sur, Centroamérica y el Caribe. Desde principios de 2024 se han registrado más de 7,700 casos en Brasil, Bolivia, Perú, Cuba, Colombia, Ecuador, Panamá, Trinidad y Tobago y Guyana Francesa, según la Organización Panamericana de la Salud (OPS). En las últimas seis décadas los investigadores estiman que cerca de 500,000 casos de la enfermedad han sido diagnosticados en Brasil.
De acuerdo con BBC, algunos casos también han sido reportados desde junio en España, Italia y Alemania. Sin embargo, la mayoría de los casos eran de personas que habían viajado a Cuba.
SÍNTOMAS DEL VIRUS OROPOUCHE
El virus causa síntomas similares a los del dengue: fiebre, dolor muscular, rigidez en las articulaciones, dolor de cabeza, vómitos, náuseas, escalofríos y sensibilidad a la luz. Las formas graves pueden provocar complicaciones potencialmente mortales, como meningitis. No hay tratamientos específicos ni vacunas.
A tenor de la OPS, en las regiones afectadas la mejor protección es evitar las picaduras de jejenes y mosquitos, cubriéndose las piernas y los brazos, utilizando repelentes y mosquiteros de malla fina.
Comparada con otros arbovirus de su familia, como el dengue y la chikunguña, la fiebre de oropouche no fue muy estudiada. Y ahora quedan muchas incógnitas al respecto, empezando por el número exacto de casos constatados.
Además, es difícil de distinguirla del dengue y se desconoce entre otras cosas el ciclo de transmisión entre animales y humanos o los factores de complicación. Es un clásico ejemplo de una enfermedad “desatendida”, según un artículo publicado en la revista Lancet Infectious Diseases.
El virus “tiene el potencial de convertirse en una amenaza significativa”, dada su presencia en diferentes ambientes, la cantidad de especies que pueden transmitirlo y el riesgo de complicaciones graves, según los autores del artículo.
Los expertos también han alertado en los últimos años sobre el impacto del calentamiento global, que aumenta la presencia de mosquitos en muchas regiones del mundo y así crece el riesgo de propagación de enfermedades como el dengue y la fiebre de oropouche. N