Hablar con la verdad es muy complejo en la actual vida pública. La veracidad se desvanece en su discurso. Un tema muy lamentable, el amasiato entre la mentira y la política que ofende al consciente colectivo. Partamos de una esperanza, la mentira auditada por la ciudadanía frente a la boleta que transformará en voto, ahí el elector tiene la posibilidad de castigar a quienes no cumplieron o premiar la esperanza, una nueva oportunidad, hacerlo es un signo democrático de alto nivel.
Llegó el momento de decir ¡basta!, el juego político demanda ética. Insisto, requerimos transformar la vida compartida para forjar soluciones desde la ciudadanía. Platón sostenía la idea de “filósofo-rey”, liderazgo que entendía la idea “del bien supremo”; en el ejercicio de la política aplicar conocimiento de la verdad para estar en condiciones de dirigir a la sociedad. Es tiempo de exorcizar el farragoso mundo de la mentira en la política. Basta ya de disimulos, de secretismos como posibilidad de poder. El poder público tiene como base el derecho para ejercerlo, nada tiene que ver con el discurso falaz, la mentira dista mucho que sea una estrategia, el poder se ejercita merced a la delegación de la voluntad del electorado en elecciones periódicas, democráticas, es decir, verdaderas, con plenitud de autonomía y libertad ciudadanas.
Los ofrecimientos: “La refinaría de Dos Bocas producirá 280,000 barriles diarios de gasolina… tendremos un sistema de salud público, mejor que el de Dinamarca, el mejor del mundo… Se mantendrán las estancias infantiles… Se promoverá la investigación científica y tecnológica… No habrá amiguismo, ni nepotismo, ni influyentísmo… las compras de gobierno se harán de manera consolidada, mediante convocatoria y con observación ciudadana… Los contratos de obra de gobierno se llevarán a cabo con la participación del ciudadano… Habrá Estado de Derecho, a nadie le estará permitido violar la Constitución… Se acabará la impunidad… El avión presidencial se venderá para producir más energía limpia y de menor costo… Impulsaremos el desarrollo de fuentes de energía alternativas renovables como la eólica y la solar en 3 años… Quedará solucionado, en definitiva, el problema de la saturación en el actual aeropuerto de la Ciudad de México, las vialidades, dos pistas nuevas y la terminal de pasajeros en la base aérea de Santa Lucía con un ahorro de cien mil millones de pesos… Construiremos entre todos la paz… Se respetará la libertad de expresión, nunca el gobierno aplicará a ningún periodista o medio de comunicación censura alguna… La fiscalía general no recibirá consigna del presidente de la República…la Suprema Corte de Justicia de la Nación no recibirá del presidente ni halcones amenazantes ni palomas mensajeras…”
¡La realidad!: La democracia no es patrimonio de un solo hombre. Hay hostigamiento a periodistas y críticos. La voz matutina no es la “verdad oficial”. La Constitución se ha deshonrado. “Liberales y conservadores” es una broma de muy mal gusto. Los actores políticos no respetaron las reglas del juego. La gobernabilidad no es un “narco-Nintendo”. No bajó el precio de gasolina, ni gas, ni luz. El libre tránsito quedó en franquicia. El país es inseguro en alto grado. Estamos militarizados. “Abrazos” a criminales, hostigamiento a los “aspiracionistas”. Sigue en auge el robo y tráfico de combustible. El secuestro se industrializó. La pandemia reveló las incapacidades. El gasto público es una estulticia en “barril sin fondo”. La inhumana actitud con los niños enfermos de cáncer. No hay universidades “del pueblo”. Ni ciencia, ni cultura, ni deporte…
El elector debe auditar logros y certezas. Cada elector deberá ponderar la verdad en el instante democrático que convierta la boleta en voto. La sociedad está preparada para dar una lección de honestidad política: reconstruir la confianza quebrantada y humillada; deconstruir las instituciones democráticas; honrar la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos; rediseñar la esfera social; revivir, economía, salud, desarrollo, el tránsito seguro y libre, educación, cultura…, con políticas públicas adecuadas; demandar transparencia y rendición de cuentas como eje de un nuevo pacto ético, toda la información del gasto público para el desarrollo de pueblos e instituciones, es tiempo de que los gobernantes sean responsables de sus decisiones.
Auditar es un ejercicio democrático, es diseño colectivo de la vida social y política. Integra a la participación y deliberación. Combate la desinformación. Empodera la información mediante una comunicación libre de contaminación narrativa que permita identificar y verificar las indagaciones y castigar la manipulación de datos.
El reloj político señala la hora de la participación ciudadana en la toma de decisiones. La pedagogía nos dice que cuando la ciudadanía es parte de las decisiones en ese mérito exigen honestidad y responsabilidad. Las decisiones son producto del diálogo, el diálogo es el puente que une política y ciudadanía.
¡No olvidemos que las noticias y datos falsos merman la confianza en la política!