Una petición para detener el sacrificio de caballos salvajes con armas de fuego cuenta con casi 50,000 firmas. Esta petición, titulada Wild Horses Are Being Gunned Down and Terrorized Inside an Australian National Park (Caballos salvajes están siendo abatidos a tiros y aterrorizados en un parque nacional australiano) se produjo después de que Nueva Gales del Sur aprobara un plan para matar a varios miles de estos animales, en los próximos años, desde el aire: disparar a los animales desde un helicóptero.
En el Parque Nacional Kosciuszko hay en libertad aproximadamente 17,000 caballos de los llamados “brumbies”, un número que Nueva Gales del Sur espera reducir a solo 3,000 para mediados de 2027.
Los caballos llegaron a Australia a través de colonizadores europeos y hoy suman más de 400,000 en todo el continente. Se les considera una especie invasora debido a la amenaza que representan para las plantas nativas, al pisotear el suelo y pastar enormes áreas que son alimento crucial para que otras especies sobrevivan.
“El sacrificio es un tema que divide, por supuesto, pero la evidencia científica abrumadora muestra que eliminar a los caballos salvajes es absolutamente esencial si queremos conservar especies endémicas como la zarigüeya pigmea de montaña, la rata de molares anchos, los peces galaxias endémicos, así como comunidades de plantas alpinas”, dice a Newsweek Christopher Dickman, profesor de ecología terrestre de la Universidad de Sídney.
“Los caballos salvajes pisotean la vegetación, lo que lleva a la erosión del suelo que termina en los cuerpos de agua; introducen semillas de maleza y buscan especies de plantas sensibles, ocasionando la pérdida irreversible de especies nativas y la integridad ecológica de los sistemas alpinos. Previo a 1788, cuando los caballos fueron introducidos por primera vez por colonizadores europeos, no había animales de pezuñas duras en Australia”, agrega.
UNA FORMA MUY EFECTIVA DE REDUCIR LA POBLACIÓN DE CABALLOS SALVAJES
En una prueba preliminar de la táctica de tiroteo aéreo, realizada en noviembre del año pasado, se mataron 270 caballos en dos días, una cantidad significativa en comparación con otros métodos.
Entre 2020 y 2021, 787 caballos fueron retirados del parque nacional mediante trampas, y solo 99 se eliminaron en 2019-2020. La captura también es costosa y se considera inhumana, ya que los caballos son transportados lejos y terminan en mataderos.
“Los resultados de la encuesta indican que bajo las condiciones actuales no será posible que el gobierno de Nueva Gales del Sur cumpla con la fecha límite de mediados de 2027 de 3,000 caballos sin disparos aéreos”, indica un comunicado del gobierno de Nueva Gales del Sur.
La gente en redes sociales reaccionó con indignación ante los planes, compartió la petición y alentó a otros a firmar. “No tenemos derecho a tratar a aquellos con quienes compartimos este planeta de esta manera horrible”, escribió un usuario de Facebook.
La petición, que denuncia el programa de tiroteo aéreo, afirma que “esto es aterrador para los animales” y que “en promedio, cada caballo recibió más de siete disparos. Algunos sufrieron hasta 15 heridas de bala”.
Según una declaración emitida por el gobierno de Nueva Gales del Sur sobre el sacrificio aéreo, “no se produjeron eventos negativos para el bienestar animal” y “ningún caballo resultó herido de manera no mortal”.
A pesar de las preocupaciones sobre el bienestar de los animales, muchos expertos piensan que esta es la mejor opción para los caballos y el ecosistema en su conjunto.
LOS ANIMALES MUEREN EN SEGUNDOS Y NO SUFREN
“Se han probado varios métodos de control, incluidos los métodos anticonceptivos para los caballos salvajes, el acorralamiento y el realojamiento, y el tiro al suelo. Sin embargo, estos métodos eliminan proporciones relativamente pequeñas de la población de animales, requieren mucha mano de obra y no se pueden acceder fácilmente a los caballos en zonas remotas, por lo que los disparos aéreos desde helicópteros siguen siendo el único método viable de control”, afirma Dickman.
“Tanto los pilotos como los tiradores que participan en los sacrificios aéreos están altamente entrenados y los caballos mueren inmediatamente o casi instantáneamente (es decir, en segundos) y, por lo tanto, no sufren. Los controles veterinarios de los caballos baleados, tanto en los sacrificios más recientes como en los anteriores, confirman la humanidad del tiroteo aéreo”.
Dickman añade que nunca se debió dejar que la población de caballos creciera durante tanto tiempo, tanto en el Parque Nacional Kosciuszko como en otras partes del país.
“En mi opinión, fue un fracaso abyecto de los gobiernos anteriores el impedir el tiroteo aéreo de caballos salvajes y —especialmente, en el caso de Nueva Gales del Sur— declarar a los caballos salvajes como animales patrimoniales”, explica Dickman.
Y agrega: “No hay nada de especial en los caballos salvajes en el sentido de que puedan considerarse genética o morfológicamente diferentes, y el hecho de no permitir el tiroteo aéreo provocó que las poblaciones crecieran a niveles muy dañinos.
“El Parque Nacional Kosciuszko está actualmente bajo los reflectores —concluye el catedrático de la Universidad de Sídney—, pero las manadas de brumby también causan daños irreparables en otras áreas, como Barrington Tops y los Parques Nacionales Oxley Wild Rivers. Deberían ser objeto de sacrificio allí también”. N
(Publicado en cooperación con Newsweek. Published in cooperation with Newsweek)