La más reciente aventura literaria de Liliana Blum, la escritora duranguense reconocida por lo crudas e incómodas que sus obras llegan a ser (El monstruo pentápodo, Cara de liebre...), vuelve con una propuesta que busca sumergir a los lectores en un intrigante viaje lleno del terror insignia de la escritora. Acompañado de un humor sombrío y perturbador, este libro de cuentos, Un descuido cósmico (Tusquets, 2023), se convierte en un experimento narrativo que apuesta por desafiar la manera en que se han entendido y planteado a las mujeres en la literatura.
El libro explora los umbrales desde los que se piensa a las víctimas y victimarias envueltas en actos atroces y va más allá de comprensiones moralinas o simplonas sobre cómo se han de pensar a las mujeres, sus circunstancias y motivaciones.
Con un enfoque innovador, que desafía y desentraña las complejidades de las pasiones humanas a través del terror, Liliana Blum apuesta por un bestiario de personajes tan infames y crueles como cotidianos.
Es cierto que en la literatura contemporánea ya se ha experimentado el agenciamiento de la mujer más allá de su rol como víctima, aventurándose en las posibilidades del papel de la victimaria y las dimensiones narrativas que se ponen en juego al hacerlo. Sin embargo, ¿cuáles son las particularidades de las mujeres que Liliana Blum retrata en sus escritos?
LOS PERSONAJES DE LILIANA BLUM
“Digamos que mis personajes no son pasivos ni chillones, pero eso no significa que les gusta la vida que llevan”, afirma la escritora en entrevista con Newsweek en Español, dando las bases para comprender la perspectiva desde las que monta sus personajes y la atmósfera de incomodidad implícita en ellos.
Por lo mismo, señala que aborda a “mujeres en una franja de edad muy específica: los cuarenta y pico. Y que han sufrido las injusticias de la sociedad”. Particularmente, Blum se enfoca en “lo injusto que se puede ser después de cierta edad con las mujeres. Cuando dejan de ser fértiles o atractivas para los hombres y se les somete a una invisibilización denigrante”.
A diferencia de los varones, que con la edad se vuelven “interesantes y sabios”, la escritora es clara al señalar el hecho de que “a la mujer se le denigra y se le ejercen otros tipos de violencias según su edad”.
Las páginas de Un descuido cósmico exhiben “personajes inconformes porque les vendieron un sueño que no es real: la maternidad y el matrimonio, presentados como la clave de la felicidad”.
Interesada por lo cotidiano de las figuras de la mujer abnegada, la mujer en la vejez y la mujer forzada a ser madre, “aunque los hijos hayan crecido y sean unos verijones”, la escritora explora desde el hartazgo de sus personajes la profundidad y crudeza de los sentimientos de venganza.
“LA VENGANZA ES UN SENTIMIENTO MUY HUMANO”
Para Blum, la creación de esta compilación de cuentos representó un proceso creativo “sumamente divertido que me permitió improvisar más allá de la novela”, expresa.
De hecho, la autora también comparte que se considera una cuentista antes que una novelista. Sin embargo, “es cierto que el cuento es un género que no vende mucho, entonces, si uno es cuentista raramente pasa de las editoriales independientes. Tuve que escribir mis novelas para darme a conocer, pero cuando salió Pandora (2015) yo ya tenía ocho libros de cuentos”.
Según Liliana Blum, las libertades narrativas del cuento fueron fundamentales para experimentar con las posibilidades literarias de la venganza.
“El sentimiento de venganza es muy humano, pero la sociedad lo reprime. Supongo que todos hemos tenido estas fantasías en las que nos vengamos de alguien. Sería genial tener un muñeco vudú, o que alguien matara a alguien más por mí sin problema —bueno, en México se llaman sicarios—. Entonces, estos cuentos son mis propias fantasías ocultas a través del hartazgo de mis personajes. Al menos trato de escribir un sentimiento muy honesto”.
UN LIBRO MUY JUGUETÓN Y LÚDICO
Si bien la escritora comenta que nunca le ha gustado escribir autoficción, “hay elementos de la vida real con los que muchas podemos empatizar”. Como lo es el caso del cuento sobre su profesor de deportes: “El profesor del cuento fue mi maestro de primaria; solo que eran los años 1980 y era una época muy diferente. A todas nos metió mano. Nunca dije nada, sabía que no me harían caso. Lo que hacíamos las niñas era simplemente tratar de evitarlo con miedo. Ahora que soy adulta pienso: ‘¡Qué hijo de la gran puta!’ Estos sentimientos ahora los experimento de otra manera, ahora puedo matarlo”.
Un descuido cósmico, en palabras de la autora, “es un libro muy juguetón, lúdico, donde me permití hacer cosas que en la vida real no puedo y que en la novela me es más difícil improvisar. Tengo un humor muy negro, que en la novela con temas más serios e importantes como la pedofilia no puedo usar tanto. Hasta me permití meter dibujitos. Fue un libro con el que me divertí demasiado haciéndole cosas malosas a mis personajes, pero también matando a gente que solo roba oxígeno”. N