La misión de la Organización de las Naciones Unidas desde su creación un día como hoy 24 de octubre de hace 78 años, es el mantenimiento de la paz mundial. En estos más de tres cuartos de siglo ha tenido momentos difíciles en el cumplimiento de su misión y el actual seguramente se inscribe entre uno de los más complejos. Rusia y Ucrania; Israel y Hamás; Yemen; Myanmar; las tensiones en la península de Corea; el exterminio de los cristianos en Azerbaiyán; El Sahel en Burkina Faso, Malí y Níger; Sudán del Sur; Afganistán; son solo algunos de los conflictos mundiales que la ONU ha sido incapaz de evitar.
Desde hace ya algunos años se ha venido hablando de que la ONU requiere de un rediseño que refleje la geopolítica mundial actual y no la de la posguerra, la de la guerra fría, donde había dos grandes ejes representados en el Consejo de Seguridad de la organización con un derecho de veto del cual se ha abusado en más de una ocasión. La misma existencia del derecho de veto está en duda, como también lo está la definición de cuáles son los países que tienen un asiento permanente en el consejo.
Pero por otro lado también se viene discutiendo si el Consejo de Seguridad debe seguir siendo el órgano supremo de la ONU. Tal vez el esquema funcionó cuando las comunicaciones eran más complicadas y reunir a toda la asamblea general o llevarla a tomar decisiones resultaba muy complicado.
Con las comunicaciones y sistemas modernos puede ser el momento de que la asamblea redefina su rol como órgano máximo de la organización. Ciertamente el Consejo de Seguridad requiere de un nuevo diseño que permita que otros países líderes en el concierto mundial de las naciones tengan un espacio como miembros permanentes. El veto puede ser eliminado de plano, o generar un mecanismo para que pueda ser ejercido por varios países simultáneamente para que tenga validez o alguno semejante.
La organización depende de la voluntad de sus asociados de cumplir con sus acuerdos y de reconocerla en los hechos como el foro mundial para dirimir diferencias y evitar conflictos. Esta voluntad, sin embargo, no siempre la tienen los gobernantes en todos los lugares del mundo. Sirvan como ejemplo dos decisiones recientes: Putin ignoró este espacio previo a su invasión a Ucrania e Israel ha desoído el mandato de la organización de la creación del estado libre y soberano de Palestina que se tomó hace décadas.
Entre el rediseño de la ONU es necesario que se discuta la posibilidad de que la organización tenga mecanismos que obliguen a los estados a cumplir con sus resoluciones a través de mecanismos eficaces que le den viabilidad a su misión, más allá de la mera voluntad del gobernante en turno.
El reto de regresar a la ONU su rol de eficaz promoción de la paz y prevención de la violencia es urgente y fundamental para el futuro de la humanidad. N