Rahma al Hamud perdió cualquier esperanza de abandonar uno de los campamentos improvisados donde vive en la miseria y sin ayuda internacional junto a otros miles de desplazados de la guerra en el norte de Siria, en una zona controlada por los kurdos.
“Hemos sido olvidados. Nuestros niños enferman una y otra vez. Les da fiebre, diarrea y vómitos”, afirmó la mujer de 33, que vive en una carpa hecha de retazos de tela, sacos de abono y restos de lona.
La mujer vive en el campamento de Al Yunani, en la provincia siria de Raqa, que el grupo yihadista Estado Islámico declaró como capital de su autoproclamado califato, desarticulado en 2017 por combatientes kurdos apoyados por Estados Unidos. Este asentamiento ubicado cerca del río Éufrates es uno de muchos campamentos improvisados que hay en Siria para los desplazados del conflicto.
En el lugar, las mujeres arrastran cubos de agua bajo temperaturas sobre los 40 ºC y los niños están descalzos jugando en el barro. Sheijmous Ahmed, un funcionario de la autoridad semiautónoma kurda, afirma que hay decenas de miles de personas viviendo en campamentos improvisados en el norte y el noreste de Siria.
Solamente hay 16 asentamientos, con unos 150,000 alojados, que están reconocidos y que tienen acceso a ayuda internacional, incluyendo los campamentos de Al Hol y Roj, donde viven parientes de personas acusadas de ser combatientes yihadistas.
LA GUERRA EN SIRIA COMENZÓ DESDE EL 2011
La situación y la higiene son difíciles en los campamentos oficiales, pero en los asentamientos irregulares las condiciones son peores, sin ningún tipo de organización ni asistencia humanitaria. Tanya Evans de la organización International Rescue Committee dijo que estos son los “campamentos olvidados” de Siria.
“Es fundamental un aumento de la atención, el financiamiento y los esfuerzos sostenidos de la comunidad internacional para asegurar que estos campamentos reciban la asistencia que necesitan de forma desesperada”, indicó a AFP en un comunicado.
Hamud huyó de una zona en la misma provincia de Raqa. La mujer afirma que la ayuda que les llega es “escasa”. “Con que nos ayudaran cada dos y tres meses, las personas tendrían una mejor vida”, afirmó Hamud, que trabaja como jornalera en la agricultura.
Tres de sus cuatro hijos trabajan en una zona industrial cercana para que la familia pueda subsistir. La guerra en Siria comenzó en 2011 cuando el gobierno reprimió protestas pacíficas. Desde entonces han muerto más de medio millón de personas y millones han tenido que abandonar sus hogares.
Esta guerra evolucionó en un conflicto complejo en el que intervinieron potencias extranjeras y varios grupos yihadistas. Ahmed afirmó que las autoridades kurdas trabajan en un plan para transferir a los residentes de campamentos irregulares hacia asentamientos formales para mejorar sus condiciones de vida.
“ESTAMOS DESTINADOS A VIVIR EN ESTE INFIERNO PARA SIEMPRE”, DECLARA UNA MUJER SOBRE LOS CAMPAMENTOS OLVIDADOS
Este proyecto podría mejorar las vidas de los residentes de Sahlat al Banat, un campamento ubicado cerca de un vertedero en las afueras de la ciudad de Raqa. Sus residentes pasan el día en la basura buscando objetos de valor con la esperanza de poder venderlos.
“La situación en el campamento es terrible”, contó Shakura Mohamed, una mujer de 30 años que fue desplazada de la provincia de Deir Ezor. “Ninguna ayuda llega al campamento”, contó.
Según un informe de la Oficina de Asuntos Humanitarios (OCHA) de la ONU, un 79 por ciento de los asentamientos en la provincia de Raqa son informales. Umm Rakan, que vive en Sahlat al Banat, afirmó que ya perdió cualquier esperanza.
“Ya no contamos con la ayuda de nadie. Perdimos la esperanza hace años. Estamos destinados a vivir atrapados en este infierno para siempre”, dijo esta mujer en la cuarentena, que también huyó de Deir Ezor. N