La inteligencia artificial (IA) se ha convertido en un nuevo motor de desarrollo tecnológico. A diario su uso se expande en la ciencia, la economía y las actividades de la sociedad, al grado de que ni siquiera el arte ha podido escapar de su influencia. La IA tiene como principal objetivo emular la mente humana en su totalidad.
El objetivo que persigue la IA no ha dejado de sembrar suspicacias, mitos y profecías. Y es que, aunque el objetivo es sano y contiene en sí mismo el espíritu de toda la tecnología, una vida cómoda y mayor entendimiento y cooperación con el universo, entre las más apocalípticas ideas crece aquella que señala que con esta tecnología finalmente se les entregará el poder a las máquinas para reemplazar a los seres humanos, con ello también esclavizarlos y quizá más tarde tomar el control para apoderarse del universo, tal y como lo imaginaría una mente humana.
Estas exposiciones sobre la inteligencia artificial se encuentran lejos de la realidad. Las aplicaciones de IA en computadoras dependen necesariamente del humano para que las programe, les defina patrones de comportamiento, así como resultados esperados, imputs y outputs.
Los avances que se han generado en materia de inteligencia artificial tienen mayor número de pros que de contras, aunque todavía se avanza a tientas. El portal de estadística en línea alemán Statista señala que el tamaño del mercado de la IA está estimado en más de 300,000 millones de dólares para 2025.
Empero, el papel de esta tecnología es más el de un ayudante experto que el de aquel que viene a ocupar tu puesto de trabajo. Y es que la inteligencia artificial viene ocupándose de las tareas que para los humanos toman más tiempo.
CAPITAL HUMANO MÁS CONCENTRADO
Sin duda herramientas que van más allá de analítica de datos, con capacidades de aprendizaje como el machine learning y el deep learning están ampliando el universo de posibilidades de la IA y les permiten a las tecnologías más avanzadas ver, oír y entender entornos gracias a sus capacidades para analizar millones de datos por segundo en diferentes ámbitos.
Sí bien es cierto la industria de las tareas repetitivas y de precisión están siendo delegadas a las máquinas y robots desde el siglo XX, actualmente, en la era de la digitalización del mercado, las máquinas y robots también se han digitalizado. Sin embargo, estos cambios permiten que el capital humano puede concentrarse en tareas más complejas y estratégicas.
Sin dudarlo, la inteligencia artificial aumenta las capacidades cognitivas de un ser humano, porque le permite hacer cosas o dejar de pensar que tiene que hacer cosas repetitivas porque de eso se puede encargar la máquina. Pero es preciso mencionar que un computador es bruto por definición, porque es una máquina que se opera a través de secuencias e instrucciones y estás vendrán de un ser humano.
Tomemos en cuenta que una ventaja a resaltar de la IA es que ayuda en la solución de problemas y en las tareas que necesitan mayor precisión. Por ejemplo, en relación con los microcircuitos, no hay posibilidad alguna de que el ser humano tenga ese nivel de precisión. Día tras día las tareas repetitivas tienden a ser reemplazadas por máquinas de cómputo que no se cansan de la misma manera que un ser humano.
LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL TAMBIÉN TROPIEZA
Por ahora, la ciencia todavía desconoce cuánto falta para que una inteligencia artificial realice una cirugía a corazón abierto. Pero lo que sí sabe es que, además de un cúmulo de ingenieros y científicos de datos que tendrán que darle mucho entrenamiento a la máquina, en el momento de la cirugía un cirujano experto tendrá el control de la situación y, puntualmente, en la toma de decisiones.
Con ello la sociedad en general debe hacerse a la idea de que una máquina nunca podrá sustituir por completo a un abogado o a un contador, ya que sus actividades implican ver más allá de los datos que se tengan, una reacción totalmente humana.
En tanto, cuando se tienen creencias basadas en la ciencia ficción, es decir, que las máquinas podrían apoderarse del planeta o que se “despertarán” en la mañana para buscar a quién ganarle una partida de ajedrez o un humano para esclavizar, lejos está de la realidad.
Independientemente de que pudiera hacerlo, necesitaría de alguien que se lo indicara, de tal manera que detrás de las peores pesadillas de la humanidad siempre, al quitarse la máscara, estarán los mismos seres humanos. Recordemos lo que dice Tom Froese, del Instituto de Investigaciones en Matemáticas Aplicadas y en Sistemas (IIMAS) de la UNAM: “Aunque nos fiamos demasiado de la inteligencia artificial, esta tropieza y se va de bruces con más frecuencia de lo esperado”. N
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Sergio Gutiérrez es CEO de CALA Analytics. Los puntos de vista expresados en este artículo son responsabilidad del autor.