El fallo de la Corte Suprema de Estados Unidos de revocar el derecho al aborto a nivel federal aumentó las prisas en un país donde el acceso a ese procedimiento estará prohibido en muchos de sus estados.
En internet se dispararon las búsquedas de “control de natalidad”, dispositivo intrauterino (DIU) e incluso “esterilización médica” o ligadura de trompas. En tanto, las farmacias debieron limitar las compras de la llamada “píldora del día después” para hacer frente a la demanda.
Tres mujeres hablaron a la AFP sobre cuáles son sus planes mientras suceden las batallas legales sobre las leyes antiaborto en varios estados del país.
Cuando la Corte Suprema anuló el mes pasado la sentencia de 1973 que legalizaba el aborto en todo el país dejando la decisión en manos de los estados, Sarah Kratzer temió que Texas fuera más allá de prohibir el aborto y dificultara también el acceso a la “píldora del día después”.
Restringir la planificación familiar o el uso de la “píldora del día después” parece algo distante, pero la gente teme que ocurra.
La ama de casa de 39 años, Kratzer, quien vive en San Antonio, Texas, el estado del sur que exhibe algunas de las leyes antiaborto más estrictas del país, dijo a la AFP que empezó a guardar pastillas anticonceptivas de emergencia en mayo, tras la filtración del borrador del fallo de la Corte Suprema.
Recibió tres paquetes gratis en una manifestación local en el marco de las protestas a nivel nacional denominadas “Bans Off Our Bodies”. Asistió a esta con una de sus hijas y ordenó varios paquetes adicionales en un Walmart.
Aunque Kratzer ya no puede tener hijos por razones de salud, almacenó las pastillas del día después para sus tres hijas de 15, 19 y 20 años. También compró pruebas de ovulación y de embarazo.
“Ellas aún tienen el derecho a decidir ‘Sí, quiero este bebé’ o ‘No, no lo quiero,'” dijo.
Las píldoras anticonceptivas de emergencia tienen una vigencia de tres a cuatro años y Kratzer espera duren hasta que Estados Unidos reinstaure el derecho al aborto, aunque ello sea poco probable.
“Si no, iré a otro país por ellas y encontraré una forma de trearlas”, aseguró
DIU Y VIAJES AL EXTRANJERO PARA EL ABORTO
Kayla Pickett está preocupada sobre qué otros derechos, además del aborto, podría anular la Corte Suprema de Estados Unidos.
“No se sabe qué más van a hacer”, dijo esta estudiante de enfermería a la AFP.
Ella y su novio viven en Akron, Ohio, un estado que prohibió el aborto después de las seis semanas de gestación. Pickett, de 22 años, y su novio, de 21 años, planean mudarse a Colorado el próximo año y después al exterior.
“Somos afroamericanos”, dice. “Queremos estar en un estado en el que tengamos derechos y saber que estaremos bien si pasa algo más”.
“Una vez que seamos estables financieramente, planeamos irnos de Estados Unidos”, agregó.
Mientras tanto, y al igual que tantas otras mujeres, Pickett se apresuró a colocarse un DIU, decisión que tomó tras la filtración en mayo del borrador del fallo del alto tribunal.
Pickett había utilizado píldoras anticonceptivas desde los 15 años. Pero quería cambiarse a algo de más largo plazo en caso de que Ohio tratara de dificultar o prohibir el acceso al control natal. El DIU tiene una duración aproximada de cinco a 10 años antes de que necesite ser reemplazado.
Cuando Meagan McKernan supo sobre la revocación del derecho al aborto, sintió terror y furia, pero también “puro alivio” de tener una estrategia en marcha.
McKernan, de 33 años, que trabaja para una empresa en línea de subastas, ya inició proceso de “ligadura de trompas”, pues no quiere tener hijos. Su consulta de preoperatorio será el 9 de julio.
Ya tuvo su primer susto de embarazo a inicios de mayo, más o menos en las mismas fechas en que se filtró el borrador con la opinión de la Corte, recuerda que se sintió “aterrorizada”.
“El hecho de que mis decisiones puedan ser aún más limitadas, me aterroriza. Necesito una solución permanente, así no volveré a sentirme de esta forma” dijo a la AFP.
McKernan admite estar nerviosa por su esterilización, pero también emocionada de que su ginecólogo estuviera de acuerdo.
Reconoció que es un “privilegio” tener la flexibilidad financiera para someterse a la operación, que puede costar hasta 6,000 dólares y de vivir en Connecticut, un estado donde la ligadura de trompas voluntaria es accesible.
“No quiero que me arrebaten ningún otro derecho a elegir lo que es mejor para mí”, sentenció. N