En los tiempos actuales ya no basta con que una empresa demuestre ser rentable y que ocupa una posición preferente en el mercado. Para recibir la atención de un mayor número de inversionistas y obtener más financiamiento para sus proyectos también necesita demostrar que tiene un compromiso con el bienestar del planeta, con la comunidad en la que se desenvuelve y con los colaboradores que integran la compañía.
Sin embargo, de acuerdo con Evodio Sánchez, director de Responsabilidad Social del Centro Mexicano para la Filantropía (Cemefi), las empresas no suelen diseñar o fabricar productos o servicios enfocados en los pobres ni en los marginados.
“Sus productos son para los ricos o las clases medias, y solo en algunos casos, para lo pobres”, expresa. “De hecho, la localización de sus operaciones muestra que sus artículos no están dirigidos a los pobres”.
Por tal razón, en el Distintivo ESR que anualmente entrega el Cemefi se incluye el indicador de inversión social, el cual es evaluado dentro del ámbito de vinculación con la comunidad considerando los siguientes aspectos: apoyo a proyectos enfocados en desarrollar lo social, humano, cultural, ambiental o económico en la comunidad; desarrollo educativo y de habilidades; desarrollo de proveedores o negocios locales; y apoyo a entidades gubernamentales para el beneficio de la comunidad.
“Las empresas que reciben el Distintivo ESR buscan intencionadamente generar cambios positivos en su entorno mirando al futuro, por lo que deciden ayudar a comunidades deprimidas haciendo inversiones de impacto”, indica Sánchez.
EL RETO DE PRESENTAR RESULTADOS
En ese tenor, las empresas sociales son cada vez más visibles al tiempo que están recibiendo un mayor reconocimiento por parte de las instituciones públicas y de la sociedad. A su vez, se enfrentan al reto de presentar sus resultados demostrando un impacto social y económico.
Algunos criterios que utilizan las empresas para desarrollar la inversión social son la promoción de actividades para la protección del medioambiente más allá del cumplimiento de la normativa legal, y tener una participación social en las comunidades en las que desarrollan sus actividades. Además, la implantación de principios de buen trato a los empleados, la transparencia y justicia en la gestión, y el suministro de productos y servicios que mejoren la calidad de vida de los usuarios o consumidores.
“El Cemefi, a través de su programa de Mejores Prácticas, evalúa las iniciativas de las empresas relacionadas con la comunidad. La intención es medir el nivel de éxito y adecuación de las prácticas”, añade el directivo.
“El contexto global exige que las organizaciones sean proactivas, en lugar de reactivas e inmediatistas, frente a las necesidades y urgencias de la sociedad. Y eso demanda un compromiso mayor del sector empresarial que pasa de un sentido ético del negocio a una preocupación por los impactos de la inversión social”, finaliza. N