DE TIEMPO Y CIRCUNSTANCIAS
LA FIESTA que el presidente de México acaba de inaugurar es, quizá, la primera de sus puntadas ajustada al registro histórico. Se puede discutir el hecho de que el nacimiento de la nación mexicana fuera un 27 o un 28 de septiembre, pues en el primero de estos días entró en desfile triunfal el Ejército Trigarante, proclamando el triunfo de la causa independiente, y en el segundo se firmó el equivalente al acta de nacimiento de la nación. Pero es indiscutible que la Independencia se consumó el 28 y no el 15 de septiembre como nos han hecho creer.
El presidente Andrés Manuel López Obrador, en un estilo Porfiriano, decidió fijar la efeméride un día antes: eligió el desfile triunfal sobre la firma del acta. El festejo por encima del documento. Desde el punto de vista jurídico, debió ser al contrario, el documento por encima del festejo; pues el documento, con las firmas de los funcionarios autorizados, valida el acuerdo de liberación de la Colonia, y la Constitución de México como nación libre y soberana.
Sin embargo, al presidente el 27 le parece un número con duende; tiene más simbología y encanto que el 28, y la simbología y el encanto, en este sexenio, están por encima de la ley.
El discurso presidencial siguió fiel al estilo de palacio. Primero dijo que dedicaría su alocución a exaltar la amistad con todas las naciones del mundo y luego se soltó haciendo reclamos y perdonando agravios. Cuando se refirió a Rusia, mencionó el asesinato de Trotsky, y luego dijo estar agradecido, pues en la enfermedad el presidente Putin le ofreció asistencia médica. En el turno de Francia comenzó mencionando las profundas diferencias históricas que hemos tenido, con la aclaración de que no hay razón para recordarlas. Y si no hay razón para recordarlas ¿para qué las trajo a cuento?
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Él es el gran observador de la historia. Desde su platea privilegiada observa los agravios del pasado, y los condena, o los dispensa, en función de los detalles que en el presente son, a su juicio, dignos de su misericordia.
En cuanto a la amistad entre las naciones, el presidente ha trazado una estrategia peculiar. Ricardo Pascoe1 en una charla de café la dibujó de la siguiente manera:
“El presidente quiere convertirse en el nuevo líder de América Latina. Regresar a México al papel que tuvo durante mucho tiempo sin percatarse de que, durante el tiempo que México fue un protagonista crucial en las relaciones americanas, nuestro país fungía como interlocutor entre América Latina y el coloso del norte. Un mediador que trataba con delicadeza los asuntos diplomáticos y no un líder incómodo, que al tiempo que pide vacunas y dinero reclama el trato norteamericano a los países del sur, a quienes adjetiva como lacayos, y pretende desarticular la Organización de Estados Americanos para sustituirla por la Comunidad de Estados Latino Americanos y Caribeños.
“Andrés Manuel ha puesto en el centro de la discusión a Cuba y a Venezuela, países contrarios a los intereses estadounidenses, y América Latina no está dispuesta a seguirlo en esta aventura. México no puede ni debe ser el gran líder radical, sino un interlocutor que con fineza establezca el diálogo entre América Latina, el Caribe, Washington y La Habana. Y si no se entiende esto, no se ha comprendido el papel de nuestro país en el concierto americano”.
BANDAZOS MUY ARRIESGADOS
El juicio de Pascoe resulta acertado. Los bandazos que se están dando en la diplomacia mexicana son muy arriesgados. La relación con Estados Unidos está lastimada desde que AMLO exigió la devolución del general Salvador Cienfuegos, acusado de apoyar al narcotráfico, y luego se negó a felicitar a Joe Biden por su triunfo, y esperó hasta después de los disturbios en el Capitolio.
AMLO estuvo entre los últimos tres mandatarios que extendieron su felicitación al presidente estadounidense, y si bien ha accedido a hacer el trabajo sucio de detener a los migrantes tanto haitianos como centro y sudamericanos que van hacia Estados Unidos, también es cierto que se ha decantado por apoyar a los enemigos de ese país y se ha negado a apoyar la estrategia contra la guerra cibernética de Rusia, al tiempo que coquetea con China en lo referente a su guerra informática contra los estadounidenses.
La respuesta de Estados Unidos se dejó ver cuando el secretario de Estado, Antony Blinken, canceló su asistencia a la celebración de la Independencia, para después, en una reunión con los cancilleres de México y Centroamérica, reclamar respeto a los contratos e inversiones pactados dentro de marcos legales, aludiendo a las violaciones que se han dado en México.
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De ninguna manera es conveniente convertirnos en la piedra en el zapato de nuestro principal socio comercial. La estrategia debería ser a la inversa. Buscar, a través de la diplomacia, atraer las inversiones estadounidenses que abandonan China, para fortalecer tanto nuestra economía como la economía del bloque americano.
Pero para el presidente la inversión estadounidense se desdibuja ante la gloria del liderazgo continental. Andrés Manuel por un lado olvida que más del 80 por ciento de nuestro comercio exterior es con el vecino del norte y, por el otro, que los países del bloque sudamericano ya marcaron su posición del lado estadounidense en cuanto a la OEA.
Nuestro país depende de la línea vital de ingresos que provienen de Estados Unidos, sin la cual nos precipitaríamos a la debacle. Nuestra economía no está en su mejor momento y esta arriesgada aventura puede traernos, como regalo de cumpleaños, un conflicto que comprometa nuestra soberanía económica justo cuando cumplimos 200 años como nación independiente.
VAGÓN DE CABÚS
El fiscal general de la República, Dr. Alejandro Gertz Manero, decidió escalar una acusación por el delito de malversación de fondos a 31 científicos mexicanos. El delito que ahora se les imputa es delincuencia organizada y se pide para ellos 82.5 años de cárcel.
La justicia en México es, desde siempre, un instrumento de venganza política. Cuando Ernesto Zedillo dejó el poder, en una entrevista se le preguntó cuáles eran los pendientes más importantes que había dejado en su administración. Él respondió que fueron tres, y cito de memoria: estado de derecho, estado de derecho y estado de derecho.
El estado de derecho sigue siendo el gran vacío en la estructura nacional, y no es prioridad en la 4T, que continúa con la tradicional justicia vengativa del Estado mexicano. N
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1. Ricardo Pascoe es un político mexicano que fungió como embajador de México en Cuba, además ha sido diputado y jefe delegacional. Desde pequeño estuvo inmerso en el mundo de la diplomacia, pues su padre fue diplomático en las Naciones Unidas.
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Salvador Casanova es historiador y físico. Su vida profesional abarca la docencia, los medios de comunicación y la televisión cultural. Es autor del libro La maravillosa historia del tiempo y sus circunstancias. Los puntos de vista expresados en este artículo son responsabilidad del autor.