Los ánimos se han caldeado más que nunca, una manera irresponsable de culpar es decir que son las redes sociales, nada más falso; otra, que hay anarquistas infiltrados, nada más “echeverriano”; otra más, son los traidores y los desales, ¿a qué?, nada más perverso… podemos hacer muchos ejemplos, pero el ambiente, los microclimas sociales están alterados. Tenemos y padecemos una realidad para la que no tenemos referentes, en antaño se decía el tiempo es un orden sucesivo, el espacio un orden simultaneo. Hoy, ¿qué es el tiempo?, a mi juicio, el referente del ser y las cosas, ¿qué es el espacio?, un orden simultáneo. Luego no hay más culpable de entender la realidad que: la política.
La ciencia y arte de la “polis” no han sabido desarrollar una pedagogía adecuada a la realidad que produce la revolución de la luz. El mundo de las imágenes, la transmisión indiscriminada, las pantallas como centro epistémico y simulada opción cultural, la soledad de sociedades mega pobladas, el espacio como escenografía de la nanotecnología, la pornografía de la realidad virtual, entre otras variables, no han sido atendidas por la política, epicentro del desarrollo y crecimiento en todos los vértices sociales.
Se discuten frivolidades, tonterías, se diseñan modelos culturales sin bases conceptuales, se ha discutido la democracia hasta la saciedad, pero seguimos sin entenderla, se debate la economía y la distribución de la riqueza es la parte más injusta de la existencia colectiva…, pero no hemos convocado a una arremetida última sobre la cultura, tampoco una cruzada seria sobre la enseñanza y la educación. Estas van de la mano, son una asignatura pendiente. La “maestra” Gordillo tiene un pendiente no con la justicia sino con la armonía social, aunados a ella un porcentaje altamente elevado de políticos profesionales que siguen pensando que para la política es mejor un pueblo ignorante. No están fuera de la razón, pues en la medida del engaño, la simulación, la mentira, están los grandes negocios personales y de grupos, de ello dan cuanta todos los días los medios de comunicación. Los medios de comunicación masiva en todo momento nos documentan las noticias de acontecimientos inverosímiles que se atoran en las conciencias, unas indignadas, las muchas; otras, las menos, molestos.
Un concepto de un nuevo y empoderado proyecto, entre otras entradas, puede ser: la cordura. Permitan que recuerde un texto que pronto se hizo clásico para deconstruir la cultura y la enseñanza: “Ética de la razón cordial. Educar en la ciudadanía en el siglo XX” de Adela Cortina, (Premio Internacional de Ensayo Jovellanos). Adela ambiciona “una versión cálida de la ética del discurso”. Sale “a porta gayola” al encuentro de las críticas, de mi respeto, pero no de mi consideración, que señalan esta ética como “una Biblia sin Jesús”. Por supuesto que se desgarran las vestiduras con recursos retóricos para convencer sobre éticas de máximos, que prefiguran solo la moral y evaden la ética.
Cuando inicia el día y la vida compartida, discutimos un problema colectivo, conversamos una trivialidad, aportamos una solución se añora “Educar en una ciudadanía cordial”. ¿Qué necesitamos?, la Dra. Cortina sentencia: conocimientos y habilidades; saber, por ejemplo, qué es un Partido Político; además, prudencia para lograr una vida de calidad, por ejemplo, apostar por una democracia de atributos; un vértice esencial en Adela Cortina es desarrollar “sabiduría cordial” que sea detonante del sentido de la justicia, de la gratuidad.
Reflexionar “… qué es lo que a fin de cuentas nos hace personas, que es lo que a fin de cuentas nos hace decir yo, sino el hecho de que los otros me han reconocido y me reconocen como persona y como tú”. No encuentro la dificultad para crear la pedagogía de una experiencia básica del reconocimiento recíproco. Educar exige ir “más allá del Derecho y el deber, pero no en línea recta, como que sigue un camino o la vía del tren, sino en profundidad, en interioridad…” Hay en ello un reto para enfrentar el misterio de la obligación, entender que todos dependemos de todos, que las proezas más grandes del mundo han sido por convergencia de Mujeres y Hombres, estamos “ligados” unos a otros de forma indisoluble, desde lo profundo. Es en esas coordenadas de lo profundo en donde encontramos las claves de la felicidad. Es la felicidad un manantial inagotable de obligaciones no exigibles, sino virtud de un ejercicio político: compartirlas. La política compartida es crisol de la esperanza cuando la noche es más oscura.
Nos debemos como sociedad una vida buena y mejor, es preciso discutirla ya, no hay tiempo de espera. La Dra. Cortina dice con toda razón: “educar para el siglo XXI sería formar ciudadanos bien informados… y prudentes, pero también… educar personas con corazón, con un profundo sentido de la justicia y de la gratuidad”