Empresarios bolivianos comenzaron a fabricar hornos crematorios portátiles para ayudar en la crisis sanitaria de hospitales y funerarias, que se encuentran abarrotados debido al COVID-19.
El país, uno de los más afectados por la pandemia del coronavirus, cuenta con 80,153 casos confirmados de COVID-19 y más de 3 mil muertos, según cifras de la Universidad Johns Hopkins.
Por esta situación, tres empresarios de La Paz fabricaron un horno crematorio portátil que funciona con gas natural o licuado de petróleo, y puede alcanzar los 900°C; además de una segunda cámara que alcanza los 1,350°C y evita que los gases expulsados dañen al medio ambiente.
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En una declaración recogida por el Periódico Bolivia, uno de los fabricantes explicó que esa temperatura capta la liberación de gases calientes y que el horno cuenta con un sistema de refrigeración así como un sistema de filtrado repartido.
“Está montado para llevarlo a cualquier lugar donde se requiera este servicio”, le dijo el empresario Carlos Ayo al diario.
Según Ayo, el crematorio mide casi dos metros y soporta un peso de hasta 120 kilos; además de que tarda aproximadamente 50 a 70 minutos para incinerar un cuerpo, a diferencia de los hornos tradicionales que lo hacen en dos o tres horas.
De acuerdo con el diario El Alteño, una cremación en Bolivia tiene un costo estimado de 5,000 bolivianos (756 dólares), pero con estos hornos portátiles este se reduciría a un precio aproximado de entre 240 a 280 bolivianos (37 a 42 dólares).