La sonda fue propulsada por un cohete Larga Marcha 5 que despegó de la base de Wenchang, en la isla china de Hainan (sur), comprobaron varios periodistas de la AFP.
Bajo una temperatura abrumadora de 34 grados, los ingenieros y empleados en traje azul aplaudieron tras el lanzamiento. La agencia especial confirmó media hora después su éxito.
La sonda no llegará hasta 2021. Deberá realizar en unos siete meses el largo trayecto Tierra-Marte. La distancia varía, pero es como mínimo de 55 millones de kilómetros, es decir, 1,400 veces la vuelta al mundo.
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La misión Tianwen-1 (“Preguntas al cielo-1”) embarcó una sonda compuesta de tres elementos: un orbitador de observación (que girará alrededor del planeta rojo), un aterrizador (o lander) y un robot de control remoto (que se encargará de analizar el suelo marciano).
“Esto es claramente un hito para China. Es la primera vez que se aventuran en el sistema solar”, declaró a la AFP Jonathan Mcdowell, astrónomo del Centro Harvard-Smithsonian de Astrofísica, en Estados Unidos.
“Orgullo nacional”
Esta misión ofrece un nuevo prestigio a Pekín frente a Washington, que acaba de ordenar el cierre del consulado chino en Houston, el último episodio de la intensa rivalidad entre los dos gigantes del Pacífico.
La sonda china tardará unos siete meses en recorrer este trayecto. Se prevé que llegue en febrero de 2021 al campo gravitatorio de Marte.
Tianwen-1 es “similar a las misiones estadounidenses Viking de los años 1975-1976” en términos “de escala y ambición”, declaró McDowell.
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China no ha sido la única en querer enviar una sonda a Marte recientemente. Emiratos Árabes Unidos propulsó la suya (“Esperanza”) el lunes y Estados Unidos lanzará una (“Marte 2020”) el 30 de julio.
Una competencia sino-estadounidense que evoca la carrera espacial entre la antigua Unión Soviética y Estados Unidos en la época de la Guerra Fría.
“La exploración espacial es una fuente de orgullo nacional. La ambición también es mejorar el conocimiento de la humanidad de Marte”, declaró a la AFP Carter Palmer, especialista del espacio en la firma estadounidense Forecast International.
Competencia positiva
El país asiático ha estado mucho tiempo al margen de esa competencia espacial y está recuperando su retraso.
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Envió a su primer hombre al espacio en 2003, hizo aterrizar pequeños robots (los “Conejos de Jade”) en la Luna en 2013 y 2019 y en junio completó la constelación de satélites de su sistema de navegación Beidou, rival del GPS estadounidense.
Su misión marciana es el siguiente gran paso del programa, que también prevé la construcción de una estación espacial de aquí a 2022.
“El hecho de que China se una (a la conquista de Marte) cambiará la situación actual dominada por Estados Unidos desde hace medio siglo”, recalcó Chen Lan, analista del sitio GoTaikonauts.com, especializado en el programa espacial chino. “Desde el punto de vista de toda la humanidad, es algo positivo”, agregó.
Según los expertos, la experiencia de China en la Luna le será muy útil para Marte.
Con cautela
De hecho, la mayoría de las más de 40 misiones soviéticas, estadounidenses, europeas, japonesas o india lanzadas al Planeta Rojo desde 1960 se ha saldado con un fracaso.
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En 2011 China ya intentó conquistar Marte con su sonda Yinghuo-1 (“Luciérnaga-1”) colocada en una nave espacial rusa que sufrió una avería.
“Si (la nueva sonda) aterriza de forma segura en la superficie marciana y devuelve la primera imagen, Tianwen-1 ya será un éxito”, estima Chen Lan.
China es prudente tras encajar varios fracasos en 2020, con lanzamientos fallidos y la desintegración de una cápsula espacial a su vuelta a la Tierra.
“Los riesgos y las dificultades son considerables”, en particular el peligroso aterrizaje en Marte, señala Liu Tongjie, portavoz de la misión Tianwen-1.
“Pero también estamos muy confiados. Esto es 50-50”, consideró Chen Lan. “Chinapuede fracasar esta vez. Pero algún día lo conseguirá. Porque tiene la voluntad, la determinación y suficientes recursos financieros y humanos para lograrlo”, afirmó.