Desde la meditación hasta los juegos de memoria, los antiguos presos políticos de Birmania dan consejos sobre cómo sobrellevar el confinamiento ahora que el país vuelve a cerrar sus fronteras, esta vez por la pandemia del covid-19.
El país del sudeste asiático ha pasado casi medio siglo aislado del mundo bajo una dictadura militar que fomentaba el secreto y la paranoia, reprimiendo y encarcelando a sus opositores.
El activista prodemocrático Bo Kyi, de 56 años, formó parte de las miles de personas encarceladas. En la década de 1990, pasó ocho años entre rejas, de los cuales 12 meses en régimen de aislamiento en una celda de 9 metros cuadrados.
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La semana pasada, publicó una carta abierta en su cuenta de Facebook para ayudar a sus compatriotas confinados en casa por miedo a la propagación del coronavirus.
¡Haga algo!
“Quería asegurarme de que la gente no se desmoralizara demasiado”, contó Bo Kyi a la AFP.
“¡Haga algo! Es el mejor remedio cuando estás en aislamiento”, escribe en su mensaje en línea.
En detención, Bo Kyi se dedicó a aprender inglés, con la ayuda de un guardia que, todos los días, le pasaba clandestinamente una página del diccionario.
El prisionero memorizaba cada palabra y luego se comía la página para destruir las pruebas. Aceptar su realidad y evitar noticias negativas le ayudó a mantener la mente sana, dijo, y agregó que tenía también la costumbre de meditar y caminar 6.000 pasos por días para estar saludable.
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Birmania tiene una veintena de casos de la covid-19, pero las pocas pruebas realizadas deja suponer que ese número es ampliamente subestimado.
Si se produjera una epidemia de gran magnitud, el sistema de salud sería rápidamente saturado, pues el país tendría sólo 200 respiradores para 55 millones de habitantes.
Por ello el afán de aislarse del mundo, para evitar a toda costa los casos importados. Un aislamiento que los birmanos no esperaban volver a ver tan pronto.
“Volvemos de nuevo a esta situación y no es una situación feliz”, explicó el analista Khin Zaw Win, quien pasó 11 años en prisión bajo la Junta Militar.
“La gente es la clave”
“Hay una muy fuerte resistencia arraigada en la sociedad birmana”, explicó Khin Zaw Win, quien se pregunta si las personas mayores podrían resistir mejor el aislamiento de hoy que muchos jóvenes. “Mi generación está habituada a eso”, dijo.
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“La gente es la clave” se ha vuelto el credo del país, repetido en los discursos la jefa de facto del gobierno, Aung San Suu Kyi.
Un vídeo de ella mostrando cómo lavarse las manos se volvió viral y sus seguidores se lanzaron sobre su cuenta personal de Facebook, abierta durante la crisis para comunicarse mejor con un país adicto a la red social.
Ella es también una autoridad en materia de aislamiento, ya que pasó en arresto domiciliario 15 años. Tras su liberación en 2010, describió como meditaba, escuchaba la radio y devoraba libros.
Por su parte, Bo Kyi dice que sobrellevó el tormento psicológico de la prisión evitando obsesionarse con su fecha de liberación, un mensaje que, según él, se aplica también a une epidemia cuyo fin se desconoce.
“Concéntrate más bien en las cosas bajo tu control”, concluy