La selva amazónica brasileña está siendo talada a un ritmo tan rápido que se está acercando a un “punto de inflexión” más allá del cual tal vez no se pueda recuperar, advirtió un experto.
Conforme se pierden los árboles, los investigadores dicen que hay un riesgo de que grandes porciones de la selva pudieran convertirse en sabana conforme pierdan la capacidad de crear su propia lluvia mediante la evaporación y la transpiración de las plantas. Esto podría tener implicaciones significativas para el calentamiento global, dado que la selva absorbe cantidades enormes de carbono de la atmósfera.
“Es muy importante seguir repitiendo estas preocupaciones. Hay una gran cantidad de puntos de inflexión que no están muy distantes”, dijo a The Guardian Philip Fearnside, un profesor del Instituto Nacional de Investigación Amazónica de Brasil. “No podemos ver exactamente dónde están, pero sabemos que están muy cerca. Esto significa que tenemos que hacer las cosas de inmediato. Desgraciadamente, eso no es lo que está pasando. Hay gente que niega que siquiera tengamos un problema”.
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La advertencia se da después de la última publicación por parte del gobierno brasileño de los datos recopilados por el sistema satelital DETER-B, el cual comenzó a operar en 2015 para monitorear la deforestación en la Amazonia.
Los datos muestran que la deforestación ha aumentado a un grado en el que tres campos de fútbol americano de árboles se pierden cada minuto. Solo este mes, más de 800 kilómetros cuadrados han sido talados, lo cual ya es un tercio más alto que el récord mensual previo detectado por la misión DETER-B.
Parece que julio será el primer mes en varios años en el que la selva brasileña pierda un área más grande que el tamaño del Gran Londres, alrededor de 970 kilómetros cuadrados.
Aun cuando estos datos del DETER-B son considerados preliminares —por lo general se publican cifras más detalladas casi al final del año, aumentadas por observaciones de otros satélites—, algunos medioambientalistas dirán que los resultados confirman las sospechas de que la administración del presidente Jair Bolsonaro promueve actividades que llevan a la deforestación, como la tala ilegal y la quema.
“Desgraciadamente, es absurdo, pero no debería sorprender a nadie”, dijo a The Guardian Carlos Rittl, secretario ejecutivo de la organización brasileña sin fines de lucro Observatorio Climático. “El presidente Jair Bolsonaro y el ministro Ricardo Salles están desmantelando nuestras políticas socio-ambientales”.
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Desde que ascendió al poder hace siete meses —ayudado por el apoyo de la industria agraria e industrias mineras—, Bolsonaro ha debilitado las agencias de gobierno responsables de proteger la selva, así como las regulaciones que cubren las tierras indígenas y reservas naturales. La agencia ambiental fue establecida efectivamente bajo la jurisdicción del ministerio de agricultura, el cual está encabezado por uno de los principales cabilderos agrícolas.
Bolsonaro y otros funcionarios de su administración también han criticado frecuentemente a IBAMA —un ministerio gubernamental que combate la deforestación— por imponerles multas a quienes talan la selva.
Medidas como estas han envalentonado a quienes quieren explotar la selva por ganancias comerciales y hacer más posible que las talas en 2019 excedan los 5,000 kilómetros cuadrados que se perdieron en 2018, el año en que la deforestación alcanzó su índice más alto en una década. Las cifras oficiales del gobierno muestran que hubo un aumento del 13 por ciento en la pérdida de selva entre 2017 y 2018.
Esto es problemático ya que nos acercamos cada vez más al “punto de inflexión” de la deforestación de la Amazonia. Algunos estudios han calculado que este está alrededor del 20 a 25 por ciento del total de árboles, cuando se toman en cuenta otros factores como el cambio climático y los incendios, reportó Mongabay.