Fuerzas de Estados Unidos y Rusia entrenaron hombro a hombro en el Ártico, una de las muchas regiones del mundo donde ambos se han enfrentado en una competencia por su influencia.
El buque de patrulla Sakhalin del Servicio Federal de Seguridad (FSB) ruso y el cúter Alex Haley de la Guardia Costera estadounidense llevaron a cabo un patrullaje conjunto el martes en las aguas heladas del mar de Bering que separa los límites territoriales de ambas naciones. La junta directiva para el Ártico oriental del FSB dijo que los dos mejoraron su comunicación y estaban pendientes de actividades marinas ilegales.
“Los problemas de comunicación por radio se resolvieron, incluido un helicóptero de borda y una sesión de entrenamiento que se llevó a cabo sobre el uso del Código Internacional de Señales (ICS-65) al maniobrar juntos”, dijo el servicio de prensa de la junta directiva.
Añadió que “no se detectó algún navío pescando recursos biológicos acuáticos en la línea fronteriza marítima de los dos países”, una práctica regulada por un acuerdo de 1996 firmado entre Washington y Moscú.
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La cooperación en el Ártico es uno de los pocos campos restantes en los que Estados Unidos y Rusia han podido mantener comunicaciones conforme su breve distensión posterior a la Guerra Fría ha retrocedido de nuevo a otro encontronazo geopolítico por el poderío mundial. Este duelo se ha desarrollado en varios sitios estratégicos alrededor del mundo, y el Ártico ha demostrado tener un interés particular en años recientes.
El es pasado, el Comando de Defensa Aeroespacial de Norteamérica (NORAD) interceptó unos cazas y bombarderos rusos cerca del espacio aéreo de Alaska en dos incidentes en la misma cantidad de días. Aun cuando tales incidentes no eran inauditos, y Moscú también ha lanzado cazas para seguir aeronaves de Washington cerca de las fronteras de Rusia, las intercepciones consecutivas se dieron cuando ambos países buscaban expandir su presencia en el Ártico, donde las temperaturas más cálidas del océano han abierto cada vez más rutas de comercio lucrativas.
El secretario de estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, causó revuelo en una reunión de ministros de países árticos el mes pasado al no mencionar la frase cambio climático una sola vez en su discurso, y solo describiendo el derretimiento de las capas de hielo como una nueva oportunidad económica. Aun cuando Moscú también se ha beneficiado de la apertura de pasajes otrora congelados, Rusia ha discutido la necesidad de combatir el cambio climático y ya ha sido pionera en navegar porciones en gran medida inaccesibles a través de su flota sin paralelo de rompehielos nucleares.
Rusia no solo ha movido cada vez más navíos civiles hacia el norte. La flota creciente del país de submarinos nucleares operaba desde una serie de bases navales en la península de Kola. A menos de 40 millas de distancia, Estados Unidos ha empezado a instalar un nuevo radar sigiloso cerca de un diminuto poblado pesquero noruego del que Moscú sospecha que podría usarse para vigilancia transfronteriza y un sistema global de misiles que los funcionarios rusos han advertido en contra en repetidas ocasiones.
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A pesar de que a menudo apoyan posiciones opuestas en importantes asuntos internacionales alrededor del orbe, incluso en el “extranjero cercano” de cada uno, Moscú y Washington han hallado algunas maneras de trabajar juntos aparte de sus patrullas conjuntas en el Ártico.
El mes pasado, Pompeo y Sergey Lavrov, ministro del exterior ruso, se reunieron en Sochi y discutieron, entre otras cosas, una cooperación exitosa en acciones de contraterrorismo. Se sabe que las agencias de inteligencia de los dos países intercambian información que ambos han acreditado públicamente de frustrar ataques potenciales en el suelo de uno u otro y, a pesar de sus posiciones opuestas en la guerra de ocho años en Siria, las fuerzas militares de Estados Unidos y Rusia han mantenido líneas de comunicación regulares allí.
Aun así, estos canales se quedan cortos de la restauración importante que prometió el presidente estadounidense Donald Trump cuando asumió el cargo en enero de 2017. Al principio visto como un aliado político del presidente ruso Vladimir Putin y todavía ampliamente acusado por sus críticos de asegurarse la ayuda del Kremlin para ganar las elecciones estadounidenses de 2016, los dos hombres han divergido significativamente en la mayoría de asuntos de índole mundial.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek