Patricia Schnabel Ruppert, la comisionada de salud de un condado suburbano de Nueva York, está “abrumada”. Desde octubre lucha por contener uno de los peores brotes de sarampión registrado en Estados Unidos en los últimos 20 años.
Entre sus batallas diarias están repetir una y otra vez que las vacunas no causan otras enfermedades, que no provocan autismo, y que la práctica de usar tejido fetal para producir vacunas terminó hace décadas.
Desmentir tanta “ciencia basura” absorbe gran parte de su energía mientras trabaja para educar y persuadir a los 300,000 residentes del condado de Rockland para que cooperen con las autoridades de salud a la vez que les alerta de cualquier nuevo caso de la enfermedad.
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En sus 27 años de práctica médica, Ruppert asegura que esta “es la crisis de salud más retadora” con la que ha tenido que lidiar.
Hasta el viernes, el sarampión -oficialmente erradicado de Estados Unidos en 2000- había afectado a 167 personas en este condado sobre el Hudson River, con nueve casos esta semana.
De los seis brotes regionales de sarampión reportados por los Centros de Control de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés), el del condado de Rockland es el más concentrado.
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Medidas sin precedentes
Desde octubre, cada caso ha sido sistemáticamente investigado para determinar cuántas personas han estado expuestas al muy contagioso virus.
Quienes han estado expuestos son contactados para asegurarse de que estén inmunizados, y si no, son vacunados.
Decenas de clínicas de vacunación gratuita han sido instaladas en el condado, donde se han administrado 17.564 dosis hasta la fecha.
El objetivo es subir la tasa de vacunación del 72% actual, dijo Ruppert. Una tasa de 95% es considerada necesaria para prevenir epidemias.
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El lunes, autoridades del condado se reunirán con expertos médicos y legales para identificar nuevas estrategias para frenar el brote. Esto, luego de que el condado tomara una medida sin precedentes el 26 de marzo: la de prohibir a los menores no vacunados en escuelas y lugares públicos.
Especialistas en salud aplaudieron la decisión, pero una decena de padres con hijos en escuelas públicas demandaron al condado, asegurando que la medida es desproporcionada especialmente porque no se han registrado fallecimientos.
Exención religiosa
Y el viernes obtuvieron una victoria parcial, cuando un juez pidió a las autoridades retirar la prohibición a cualquier niño con una “exención religiosa”, al menos hasta el 19 de abril.
Y para muchos residentes del condado la “exención religiosa” es precisamente el centro del debate por el resurgimiento del sarampión y el despliegue del movimiento antivacunas.
Como la mayoría de los estados del país -todos menos tres-, Nueva York requiere una serie de vacunas a los niños en edad escolar, pero permite excepciones por razones médicas y religiosas.
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En el condado de Rockland, la comunidad judía representa cerca de un tercio de los habitantes, incluido un amplio número de judíos ortodoxos.
Eso coloca a la comunidad en el centro del debate sobre la vacunación, aumentando el riesgo de desatar antisemitismo, dijo Gary Siepser, presidente de la Fundación Judía del condado de Rockland.
Él enfatiza que hay antivacunas tanto en la comunidad judía como en otros sectores que invocan razones religiosas para justificarse, aunque en el fondo están simplemente motivados por sus convicciones contrarias a las vacunas.
“No encontrarán rabinos citando la ley judía para decir a la gente que no se debe vacunar”, dijo, asegurando que su federación, como otras organizaciones judías, impulsa la vacunación.
“Es impactante que (…) de pronto los padres tengan que preocuparse porque sus hijos puedan contraer enfermedades mortales”, aseguró Siepser. “Es como si el reloj hubiera retrocedido, ¡es una locura!”.
“Realmente aterrador”
Varias madres ortodoxas preguntadas esta semana por AFP criticaron a los padres del movimiento antivacunas. Una de ellas fue Cindy Scher, con cuatro hijos entre los 7 y 17 años, todos vacunados. “Es realmente aterrador ahí afuera”, dijo.
“Compartimos los mismos caminos, las mismas tiendas, todos tenemos que interactuar. No podemos estar solo preocupados de mis creencias religiosas, tus creencias religiosas”, aseguró al salir de un supermercado kósher en Monsey, epicentro de la comunidad ortodoxa del condado.
Ante esto, algunos legisladores de Nueva York propusieron esta semana una ley para acabar con las exenciones de vacunación.
“Creo que es una gran idea”, dijo Rupert, la comisionada de salud.
Pero la decisión del juez a favor de las fuerzas antivacunas complica un debate ya difícil.
“Este es un país que tiene una relación interesante con la religión, un país fundado por gente buscando algún tipo de libertades religiosas”, dijo Siepser. “La pregunta es en qué punto termina la libertad de una persona y comienzan los derechos de otra”.