Debido a la popularidad que han tenido en los últimos años, los drones han surgido como el futuro de cualquier forma de transportación, desde paquetes hasta humanos. Sin embargo, también podrían revolucionar el campo de la medicina si se utilizan en el traslado de órganos humanos para trasplante.
En estos momentos, dichos órganos se distribuyen a todo el territorio estadounidense en aviones comerciales o en costos vuelos chárter. Pero, gracias a los drones, sería posible transportar un órgano directamente del hospital donde fue extraído al hospital donde aguarda el receptor del trasplante.
En el Centro Médico de la Universidad de Maryland, en Baltimore, el Dr. Joseph Scalea ha estado liderando un esfuerzo para hacer realidad esta fantasía.
“Hace tres años empecé a preguntarme por qué teníamos que esperar a que los aviones comerciales entregaran nuestros órganos. Hay pacientes que no pueden recibir órganos porque no hay vuelos disponibles, y eso es inaceptable. Creo que debemos mejorar; podemos cambiar esa situación”, dijo a Newsweek.
“Por ello, hicimos equipo con varias personas inteligentes… y entre todos encontramos soluciones estupendas para utilizar drones y aumentar el acceso a los trasplantes”, prosiguió Scalea.
En marzo de este año, la universidad recibió el aviso de que podrían hacer pruebas con un riñón que no tenía las condiciones necesarias para usarlo en un trasplante. A fin de preservar el riñón y monitorizar su estado, recurrieron al dispositivo de transporte especial que habían creado y al que llamaron “Human Organ Monitoring and Quality Assurance Apparatus for Long-Distance Travel” (Homal; Aparato para monitorizar y asegurar la calidad de órganos humanos en viajes de larga distancia): un biosensor inalámbrico que, en combinación con un sistema de posicionamiento global, proporciona datos en tiempo real referentes a la temperatura, la presión, y la localización del órgano.
Utilizaron un dron DJI M600 Pro para llevar a cabo 14 misiones con el órgano. El vehículo aéreo no tripulado (UAV) voló con el riñón durante 62 minutos, a velocidades de hasta 67.5 kilómetros por hora. El órgano se mantuvo viable durante 4.5 horas de prueba, y las biopsias tomadas antes y después del vuelo determinaron que el riñón no sufrió daño alguno durante el recorrido en el dron. El equipo publicó los resultados de su ensayo el 26 de noviembre, en la revista IEEE Journal of Translational Engineering in Health and Medicine.
“En estos momentos, no disponemos de un medio adecuado para monitorizar los órganos durante el envío. Así que pensé: si vamos a recurrir a estas cosas, más vale que encontremos la manera de asegurar al receptor, al cirujano, y a las enfermeras, que el órgano recibido conserva la misma calidad que tenía cuando fue extraído”, explica Scalea.
“Los drones ofrecen muchos beneficios. Eliminan la necesidad de múltiples transportistas porque desplazan el órgano, de un punto a otro, de manera autónoma. Así mismo, reducen el tiempo entre el explante y el implante, de suerte que el órgano tiene una mejor calidad al introducirlo en el receptor. Y ese es el objetivo: mejorar las posibilidades del receptor optimizando la eficiencia”, enfatizó.
Scalea señaló que, durante 2019, harán más pruebas para demostrar la factibilidad de enviar órganos en UAV, para luego resolver los aspectos logísticos y legales, y facilitar que los hospitales adopten el transporte de suministros médicos con drones.
Los reglamentos de la Administración Federal de Aviación de Estados Unidos impiden que los UAV se eleven más de 122 metros y vuelen a más de 160 kilómetros por hora. Por otra parte, los drones tampoco pueden sobrevolar personas o edificios federales, y los operadores deben mantener contacto visual en todo momento. Debido a todas las restricciones vigentes, es casi imposible que los drones lleguen a los hospitales en áreas metropolitanas.
Sin embargo, de superar esos desafíos, los beneficios podrían ser enormes. En Estados Unidos se descarta alrededor de 20 por ciento de los riñones donados porque no llegan con suficiente rapidez a un donante compatible. Esto representa un desperdicio anual de 2,700 órganos viables. Scalea confía en que, una vez resueltos los distintos inconvenientes legales y tecnológicos, el transporte en drones hará que los órganos lleguen más pronto a los pacientes que los necesitan, y disminuya la cantidad de órganos desechados.
“Hace cincuenta años que no hay innovaciones en el transporte de órganos, y me parece que estamos a punto de marcar una diferencia. Este es el tipo de tecnología que, realmente, puede cambiar las cosas”, comentó Scalea.
“Reducir el tiempo entre el explante y el implante, utilizando medios más eficientes como los drones, podría conducir a uno de los cambios más importantes y de mayor impacto en las últimas décadas”, concluyó.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek