Muy pocas personas se pueden resistir a la sonrisa de un recién nacido, que muestra emociones positivas, como dicha e interés. Por supuesto, esto es especialmente cierto para los nuevos padres. Un estudio halló que las nuevas madres veían a sus bebés de 6 horas de nacidos 80 por ciento del tiempo y les sonreían 34 por ciento del tiempo.
A veces los recién nacidos incluso sonríen en respuesta, creando un momento mágico para los padres que a menudo se arruina cuando alguien señala que la sonrisa no puede ser real. Incluso los libros de texto tienden a considerar las sonrisas neonatales como un reflejo en vez de una expresión verdadera de dicha y felicidad. ¿Pero es así como sucede?
Hasta la segunda mitad del siglo XX, el comportamiento de los recién nacidos era considerado principalmente reflexivo. Los científicos asumieron que los recién nacidos tenían una capacidad limitada para sentir y expresar emociones, y no tenían la experiencia social suficiente para interactuar con sus cuidadores.
Incluso se creía que los recién nacidos no podían sentir dolor de la misma manera que los adultos, lo cual significaba que a veces eran sometidos a procedimientos quirúrgicos dolorosos sin analgésicos. No fue sino hasta la década de 1980 que los profesionales médicos se percataron de que el estrés del dolor en realidad llevaba a un impacto y complicaciones que amenazaban la vida del bebé.
En los últimos 50 años, se ha acumulado información lentamente para sugerir que los recién nacidos son algo más que meros seres reflexivos. Son lo bastante competentes para regular activamente sus propios estados. Por ejemplo, pueden quedarse dormidos para bloquear las distracciones estresantes, o hacer escándalo y llorar si necesitan estímulos y más interacción. También pueden imitar sonrisas a una edad tan temprana como las primeras 36 horas de vida e incluso pueden aprender de experiencias previas a una edad tan temprana como su primer día de vida.
La ciencia de las sonrisas
Sin embargo, cuando se trata de sentimientos como la felicidad y dicha, hemos seguido preguntándonos si los recién nacidos pueden ser socialmente competentes. Hasta principios de la década de 2000, se pensaba que los recién nacidos sonreían solo en respuesta a tics musculares, erecciones peneales, la defecación y la orina o sin una razón especial. La mayoría de estudios y libros de texto —incluso en el siglo XXI— todavía sugiere que la primera “sonrisa social” ocurre solo después del segundo mes de vida.
Y había evidencia para apoyarlo. En 1872, Charles Darwin argumentó que las expresiones emocionales eran universales e innatas, y documentó las primeras sonrisas reales de su propio hijo a los 35 días de edad. Mi propia investigación ha reproducido estas observaciones. Cuando les pedimos a 957 padres que observasen y registrasen las sonrisas de sus hijos para un estudio, ellos reportaron las primeras “sonrisas sociales” de sus bebés apenas después de las cuatro semanas en promedio.
Cuando los investigadores empezaron a observar a los infantes, la mayoría de sus resultados iniciales no eran tan diferentes de los reportes parentales. Un estudio de 1959, que definió las “sonrisas sociales” como aquellas en que se busca el contacto visual antes de sonreír, halló que ninguno de los 400 bebés en el estudio sonrió durante la primera semana. Solo 11 por ciento mostró una sonrisa social a las dos semanas de edad. Alrededor de 60 por ciento había sonreído socialmente a las tres semanas, y casi todos habían sonreído socialmente dentro del primer mes.
Algunos investigadores no han podido registrar sonrisas tempranas, y muchas sonrisas ocurren durante el sueño, sin relación con el mundo social. De hecho, incluso los fetos, observados dentro del útero con un método ultrasonográfico en 4-D, sonrieron por lo menos en la 23a semana de gestación. Pero otros estudios muestran que los recién nacidos sí sonríen en contadas ocasiones, cuando más una vez cada cuatro minutos para algunos con un día de nacidos. Y la pregunta ahora es: ¿qué significan esas sonrisas?
Interpretar la información
Desde hace mucho ha habido señales de que los recién nacidos podían mostrar emociones positivas hasta cierto punto. Se han notado sonrisas en los primeros días de vida como una respuesta a una caricia en la mejilla o la panza. Los recién nacidos también sonríen en respuesta a los sabores y olores dulces. Estos hallazgos se publicaron hace décadas, cuando las sonrisas eran consideradas solamente reflejos innatos. La razón por la cual los científicos de entonces no las interpretaron como emocionales fue en parte que las sonrisas se veían diferentes a las sonrisas sociales.
Las sonrisas “reales” —llamadas sonrisas de Duchenne— involucran no solo al músculo mayor que jala la boca hacia un lado y hacia arriba, sino también los músculos alrededor de los ojos. Se pensaba que las sonrisas neonatales solo involucraban la región de la boca. Sin embargo, cuando los científicos microanalizaron los movimientos faciales, cuadro por cuadro, usando un sistema de codificación dedicado, las sonrisas a una edad tan temprana como un día de nacido muy a menudo eran acompañadas por movimientos en mejillas y ojos.
Desde entonces, más y más estudios han sugerido que los recién nacidos sí sonríen cuando están despiertos, y que estas sonrisas se asemejan muchísimo a las sonrisas sociales reales. Y cuando los recién nacidos están en un estado interactivo y despierto, sonríen dos veces más en comparación a cuando están dormidos, más evidencia de que podría haber factores sociales involucrados. Aun más, los bebés a menudo empiezan moviendo las mejillas y las cejas antes de sonreír, como si enfocasen su atención en la cara de su cuidador. Entones, es enteramente posible que estos recién nacidos sí tengan la intención de sonreír.
Los bebés aprenden temprano el poder de la sonrisa. Aun cuando los cuidadores a menudo les sonríen a los recién nacidos, este comportamiento dependerá del estado del bebé; es menos probable que sonrían si el bebé está llorando. Como resultado, los bebés obtienen rápidamente una capacidad notable para regular el comportamiento de sus padres. Si un bebé mantiene contacto visual, parpadea y sonríe, sus padres posiblemente le sonrían de vuelta, haciendo gratificante la sonrisa.
No sorprende que los estudios enfocados en las madres muestren que les afectan profundamente las sonrisas de sus bebés, incluso a un nivel neurofisiológico. Un estudio midió la actividad cerebral en las madres usando escaneo por IRMf. Cuando las madres vieron a su infante sonreír, las actividades en las áreas del cerebro involucradas en procesar las emociones —incluida la amígdala y el sistema límbico— se agudizaban. Las áreas del cerebro dopaminérgicas, conocidas como el sistema de recompensa del cerebro, también estaban muy activas.
Desgraciadamente, los estudios conductuales con recién nacidos todavía son escasos y requieren de análisis complicados para interpretar los significados de ciertas conductas. Aun cuando se necesitan más estudios, es plausible asumir que estas sonrisas tempranas tienen un significado social. Para muchos de nosotros en este campo, por lo menos ha quedado claro que estas sonrisas definitivamente son algo más que solo un reflejo.
Emese Nagy es profesora adjunta de psicología en la Universidad de Dundee, Reino Unido.
Este artículo fue tomado de The Conversation bajo una licencia Creative Commons. Lee el artículo original.