La esclavitud no es cosa del pasado. La prueba: la casta más baja de Mauritania que vive en pobreza extrema y bajo un régimen que les niega el trabajo, la educación y los derechos básicos.
EL GOBIERNO de Mauritania no quiere que sepas que entre 10 y 20 por ciento de su población está esclavizada. Los funcionarios no quieren que pienses en que este país ubicado al oeste de África fue el último en abolir la esclavitud, en 1981, y no criminalizó la práctica sino hasta apenas hace una década, en 2007. No quieren que te imagines las condiciones de los otrora esclavos, conocidos como haratin, quienes ahora conforman la casta más baja de Mauritania, viviendo en pobreza extrema con un régimen que les niega el acceso al trabajo, la educación y los derechos básicos que se derivan de la ciudadanía.
Dado que el gobierno niega cualquier presencia de esclavitud, no hay datos oficiales de cuántos esclavos existen; las cifras andan entre 340,000 y 680,000.
Y ciertamente no quieren que la veas.
Por ello fue que cuando Seif Kousmate, un fotógrafo domiciliado en Marruecos, se propuso captar las vidas cotidianas de los haratin en el país, las autoridades mauritanas lo arrestaron, encarcelaron e interrogaron. Liberaron a Kousmate cuatro días después, regresándole su laptop y cámara, pero incautaron múltiples tarjetas de memoria con fotos que él tomó durante el mes que pasó en poblados haratin, donde tiendas y chozas salpican el paisaje desértico.
Dado que el gobierno niega cualquier presencia de esclavitud, no hay datos oficiales de cuántos esclavos existen; las cifras andan entre 340,000 y 680,000. “El gobierno afirma que los activistas locales inventan estos problemas”, dice Kousmate. “El hecho de que yo tuviera fotos y entrevistas de audio de otrora esclavos era una prueba válida de que existió y todavía existe. Por ello, consideraron mis fotos como una amenaza”.
Activistas mauritanos y grupos humanitarios internacionales continúan haciendo sonar las alarmas con respecto a las condiciones, y Naciones Unidades ha propuesto cierta cantidad de medidas que el gobierno debería tomar para acabar con el sufrimiento. Kousmate espera que pueda traer a los reflectores el abuso a los derechos humanos con sus retratos.
“Lo más importante que sentí que debía ser captado es el sufrimiento de sus vidas anteriores como esclavos”, dice Kousmate, “pero también el aislamiento y la discriminación que siguen enfrentando”. Incluso cuando son liberados, “su situación no mejora mucho”.