En 2014, Hank Willis Thomas encontró una fotografía. Este artista —cuyo trabajo versa sobre la identidad, la historia y la cultura popular— suele utilizar imágenes vintage en su arte. La foto en cuestión, hecha en 1936, muestra a una multitud de alemanes en un astillero de Homberg. Adolfo Hitler acaba de llegar para bautizar un barco, y mientras miles hacían el saludo nazi para recibir al führer, un solo hombre permanece con los brazos cruzados: una figura solitaria con actitud desafiante en aquel mar de complicidad.
Willis averiguó su nombre, August Landmesser, y se enteró de que su esposa era judía. De alguna manera, Landmesser sobrevivió a la guerra y aquel ademán, captado hace más de 80 años, fue la chispa para la muestra más reciente de Thomas: “What We Ask Is Simple” (Nuestra pregunta es simple). “Cuando veo la foto, me pregunto si, de haber estado parado en ese lugar, yo habría tenido el mismo valor”, comenta el artista. “Si todos a mi alrededor hacen la misma cosa, ¿habría defendido mis creencias? De eso trata toda mi obra”.
La exhibición —dividida entre las dos galerías de Jack Shainman en Chelsea, Nueva York, con permanencia hasta el 12 de mayo— incluye 15 obras inspiradas en fotografías de movimientos de protesta ocurridos en todo el mundo durante el siglo XX (“What We Ask Is Simple” es una consigna tomada de un cartel de protesta del movimiento por los Derechos Civiles de Estados Unidos). Las imágenes incluyen la procesión fúnebre de la sufragista militante Emily Davison, en 1913; un adolescente negro de 15 años que, en 1965, recorrió 24 kilómetros portando la bandera estadounidense mientras recorría Alabama, desde Selma hasta Montgomery; miembros del Movimiento Indígena Estadounidense, quienes tomaron Wounded Knee en 1973; y el levantamiento de Soweto, Sudáfrica, en 1976. En la última y devastadora obra, un estudiante negro levanta los brazos en actitud suplicante mientras unos amenazadores perros policiacos tiran de sus correas.
Thomas conoció muchas de esas imágenes en su infancia. Su madre, Deborah Willis —fotógrafa, historiadora de fotografía y beneficiaria de la beca “genius” MacArthur— trabajaba como curadora en el Centro Schomburg para Investigaciones sobre la Cultura Negra en Nueva York. Thomas pasaba horas en los archivos, tan cautivado por las fotografías del siglo XX como otros niños lo están por los Legos. Al crecer, recibió capacitación en fotografía y su obra conceptual suele implicar años de pacientes investigaciones. “Como hijo de mi madre, me interesa mucho observar el pasado a través de la lente del presente”.
Para su exhibición de 2010 en el Museo de Brooklyn, “Unbranded: Reflections in Black by Corporate America, 1968-2008” (Sin marca: reflexiones negras de las corporaciones estadounidenses, 1968-2008), Thomas adaptó anuncios publicitarios desde el año en que fue asesinado Martin Luther King hasta la elección de Barack Obama, quitándoles textos, logotipos y cualquier marca, a fin de demostrar cómo es que la publicidad ha mercantilizado el cuerpo del varón afro-estadounidense. Repitió el concepto en 2015, esa vez con la mirada en la mujer blanca. A nadie sorprende que la publicidad sea racista y sexista; sin embargo, la revelación fue cuán insidioso y político puede resultar el mensaje, y cuánto de él pasamos por alto o damos por sentado.
“Todo mi trabajo consiste en encuadrar y dar perspectiva, historia y contexto”, explica Thomas. “Así que pensé, ‘¿Cómo puedo dirigir la atención hacia la historia, pero de una manera distinta, haciendo que los momentos se vuelvan actuales y nos permitan una nueva relación con ellos?’. Y entonces, encontré este material llamado retrorreflectante. Hasta el nombre sugiere mirar al pasado”.
Dicho material es el recubrimiento que suele utilizarse para aumentar la visibilidad nocturna en los señalamientos de tráfico y en la ropa. Para la nueva exhibición, Thomas empleó un proceso de plateado, impresión con pantallas de medio tono, y captura de imágenes 3D (“Todavía no entiendo bien cómo funciona”, confiesa Thomas, con una carcajada), lo cual permite que cada obra pueda visualizarse de muchas maneras. Con baja iluminación, solo son visibles los elementos o las figuras seleccionadas -como Landmesser-, rodeados por un campo espectral de color blanco; pero si haces una foto con flash con tu celular, se revela la totalidad de la imagen original (su contexto). Si bien el material retrorreflectante resalta momentos de valor extremo, también permite -en cierta medida- que el espectador se adentre en el papel del creador de la imagen.
Para Thomas, no pasó inadvertido que el resultado evoca el arte agonizante del procesamiento de película, que comenzó a desaparecer con la fotografía digital. “Para mí, se trataba de producir estas imágenes, efímeras y preciosas, de la manera como solía sentirme emocionalmente cuando imprimía”, explica. “Es casi como la revelación de la experiencia del cuarto oscuro, donde las imágenes emergen de la nada”.
La obra de Thomas suele enfatizar la lucha perenne por la igualdad, y la forma como la percepción puede imponerse a la realidad cuando se trata del cambio. “What We Ask Is Simple” es, sin duda, una exhibición muy oportuna, pues la intolerancia y el extremismo han vuelto a surgir. Y, sí. Preguntarte si tienes el valor es bastante simple. Lo difícil es responder. No lo sabrás “hasta que enfrentes una prueba”, dice Thomas. “Muchas veces, las personas en las posiciones más débiles son quienes optan por correr el riesgo. Y son borradas fácilmente -algunos dirían ‘blanqueadas’- para reescribir sobre ellas”.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation whit Newsweek