Un grupo de científicos recientemente descubrió un nexo entre la actividad cerebral y las decisiones que tomamos al comer. En un estudio, un equipo de investigadores de Queen’s University en Kingston, Ontario, Canadá, analizó patrones de la actividad del cerebro para así identificar las diferencias neurológicas que inciden en nuestra capacidad para tomar decisiones dietéticas saludables y elegir nuestra comida.
Y lo que encontraron fueron asociaciones entre el índice de masa corporal (IMC) y el estado cerebral necesario para alcanzar el objetivo de consumir alimentos saludables.
Para su investigación, los neurocientíficos analizaron los datos de tres estudios que utilizaron imágenes por resonancia magnética funcional (IMRf, por sus siglas en inglés) y en los que participaron 123 voluntarios que seleccionaron alimentos con base en distintos parámetros (por ejemplo, al pedirles que tomaran en cuenta tanto el sabor del alimento como su impacto en la salud).
El equipo contrastó los patrones de actividad del cerebro cuando los participantes elegían comida que preferían habitualmente contra los patrones que emergían al pedirles que centraran su atención en la salud.
Según sus resultados, publicados el 22 de abril en la revista PNAS, las imágenes por resonancia magnética funcional de los individuos con mayor capacidad para regular sus decisiones dietéticas registraron cambios de actividad cerebral muy pequeños para alcanzar el objetivo de salud.
¿CÓMO SE COMPORTA EL CEREBRO FRENTE A CIERTOS TIPOS DE COMIDA?
Lo interesante del hallazgo es que fue más consistente en voluntarios con IMC bajo, ya que los participantes con IMC alto registraron cambios de actividad cerebral mucho más acentuados al tomar decisiones saludables.
Estas observaciones proporcionan información adicional sobre la manera como el cerebro integra las variables que afectan el control dietético, pues el grado de reconfiguración de los patrones cerebrales que influyen en la conducta podría explicar por qué algunas personas tienen más problemas que otras para controlar la comida.
Estudios previos con neuroimágenes han identificado áreas cerebrales específicas asociadas con la regulación dietética. Por ejemplo, en una investigación publicada en 2020 en la revista Science Advances, investigadores de la Universidad Johns Hopkins propusieron que la región denominada pallidum ventral puede determinar la preferencia por ciertas opciones alimentarias.
Y es que, tras manipular las neuronas de esa región cerebral en ratones, los investigadores lograron modificar las preferencias alimentarias de los roedores: de una recompensa deseable (digamos, un pedazo de pastel) a otra menos apetecible.
Otras investigaciones también han revelado que, en lo tocante a los alimentos, nuestra capacidad de autocontrol está vinculada con nuestra neurobiología. En un estudio publicado en 2018 en la revista Journal of Neuroscience, los autores hallaron que los participantes con mayor volumen de materia gris en dos regiones cerebrales específicas mostraban más disciplina al elegir alimentos saludables cuando se les pedía que prestaran atención a la salud. N
(Publicado en cooperación con Newsweek. Published in cooperation with Newsweek)