Desde Yamena, la capital de Chad, nos transportamos por avionetas humanitarias hasta a la frontera de Sudán. Desde ahí empezó la travesía a Metché del equipo de Médicos Sin Fronteras (MSF), donde hay 35 mil refugiados sudaneses estaban huyendo de la violencia de su país y tribus de Chad compartían sus recursos, como el agua, con los nuevos habitantes.
A una hora de Metché nos hospedamos, eso quiere decir que todos los días nos transportábamos una hora de ida y otra de regreso en medio del desierto para llegar ahí. Sinceramente empecé a disfrutar estos viajes, aunque te revolvían el estómago. Los choferes eran chadianos y solo hablaban árabe y francés. Por mi parte, no hablaba esos idiomas. Sin embargo, la música es el idioma universal y empecé a ponerles música. Una canción llamada “Allah Allah Ya Baba” que a mi me gustaba desde México, sonó desde mi celular y resulta ser que les gustaba mucho.
LA MÚSICA NOS ACERCÓ
Cada viaje ellos ponían su música y yo les ponía también mi muy variada música. Los viajes se tornaron tan amenos. Ellos tenían buen corazón y cuidaban a su gente, especialmente uno estaba orgulloso de ser chadiano.
Les puse canciones mexicanas de banda, rancheras y pues… los puse a cantar hasta el chuntaro style de Café Tacvba, bueno ellos cantaron porque se les hizo muy curioso el sonido de “cho, cha, chi”. Durante el camino, veíamos a los oriundos, refugiados de otros campamentos, niños que nos saludaban y nos hacían mejor el día. Muchos animales, camellos, burros chiquitos, cabras y vacas. Al principio veíamos otros carros con mucha gente y alguno que otro camión.
Llegando a Metché, comenzaba la triste realidad. Miles de refugiados preocupados por no tener agua. Yo pertenecía al grupo de agua y saneamiento. Así que cada vez que visitábamos lugares para ver si podíamos encontrar agua bajo la tierra, las personas nos decían que necesitaban agua. Esto nos partía el corazón. Y no solo porque nos lo pedían, sino porque veíamos que lo necesitaban. Niños con costras en la piel, pústulas, moscas alrededor, niños con lagañas en los ojos y las moscas que no se iban de sus caritas y ojos, en verdad necesitaban agua.
LA HAZAÑA DE BUSCAR AGUA Y TRATARLA EN CHAD
Éramos un equipo y con el soporte técnico de Médicos Sin Fronteras, pudimos tratar el agua turbia de un pozo, encontrar nuevos pozos y al final agua subterránea. Esto también se logró gracias a los conocimientos de las tribus chadianas que viven ahí. Parecía una hazaña, literal no había agua superficial. Ahí, suele llover solo 3 meses al año y los demás meses no hay otra fuente de agua, más que cavar en los wadis, que son ríos secos.
Teniendo el agua, trabajamos junto con la comunidad de Chad para ubicar puntos de distribución de agua y gracias a una buena estrategia de emergencia en dos semanas pudimos ubicar nueve nuevos sitios de distribución, es decir ¡144,000 litros de agua! Pudimos ver cómo la gente se empezó a ver mejor, los niños estaban más limpios. Y aunque no fue suficiente, era mucha la diferencia. Dado que antes tenían que excavar el wadi algunos metros para conseguir un poco de agua turbia y ahora solo se formaban para obtener agua clorada en sus bidones.
Al visitar las casas de las personas y sus líderes, todos ellos estaban muy agradecidos por lo que estábamos haciendo como organización, les comenté que personas de todo el mundo habían donado para que el agua llegara hasta ellos. Los refugiados en sus casas te reciben con agua, después te ofrecen té y si te quedas más rato te ofrecen algo de comida. Ellos lavan sus manos, pies y cabeza varias veces al día para poder orar dirigiéndose a la Meca. Y pues, también algo que es importante es que, al utilizar las letrinas, se limpian utilizando agua, no usan papel higiénico. ¡Imagínense no tener agua en su contexto!, ni si quiera hablamos de que al inicio solo tenían alrededor de 5 litros de agua al día, para todo, incluso para tomar… si es que tenían.
En diferentes momentos, dos refugiadas que trabajaban como traductoras, eran muy cercanas a nosotros, nos pidieron el mismo favor. Nos pidieron ayuda para conseguir agua en Chad. En los dos casos, uno de sus parientes había fallecido debido a la violencia. Ellas recibían a su familia en los refugios de plástico, que son sus hogares ahora. En su tradición cuando hay un velorio, se junta toda la familia, se les ofrece comida y por supuesto, agua. Las dos estaban muy preocupadas. Para el caso de mi traductora, el tío logró conseguir agua. En el caso de la otra traductora, nuestro equipo pasaba cerca de la zona y pudo abastecer de agua.
EL AGUA DENTRO DE LOS RITUALES DE CHAD
Entre los refugiados, llegó a ser terriblemente común escuchar que alguno de los parientes de ellos había fallecido, normalmente esto pasaba en Sudán o en la frontera y ellos se enteraban. En las reuniones entre refugiadas, contaban que su novio había muerto, así como varios parientes, además que ni se podían comunicar con los parientes, porque en Metché es difícil tener red. Esto aunado a lo que habían sufrido y no platicaban, por no llegar a ser estigmatizadas por la sociedad. A pesar de todo esto, la mayoría de los refugiados eran personas fuertes, honestas y trabajadoras.
Por otro lado, los chadianes utilizaban el agua que conseguían de sus pozos o del wadi para ellos, para todo su ganado y para la poca agricultura. Aun así, estaban dispuestos a ayudarnos a encontrar agua en su tierra para darle a los refugiados. MSF les ayudo empleándolos, así que todos de alguna manera estaban mejorando su situación.
Conforme avanzaba el tiempo pudimos observar en nuestro camino diario a Metché, más y más tipos de transportes que llevaban refugiados, más y más refugiados huyendo, y nosotros los saludábamos, como cortesía de bienvenida. Al final en mi camino de regreso para volver a México casi tres meses después, nos detuvimos varias veces para dejar pasar a todos los camiones que llevaban refugiados a diferentes refugios. Cuando me fui, ya eran 45,000 habitantes. El trabajo humanitario sigue y seguirá siendo necesario, sino se resuelve este conflicto. N
Deborah Villaseñor, mexicana, experta en agua y saneamiento del proyecto de MSF en Chad