Fue el “salto de longitud del siglo” y sigue siendo récord olímpico, pero el estadounidense Bob Beamon se desprenderá de la medalla de oro que ganó en los Juegos Olímpicos de México 1968 con aquel salto histórico de 8.90 metros.
La medalla será subastada el jueves 1 de febrero en Nueva York por Christie’s, que la ha tasado entre 400,000 y 600,000 dólares (10 millones 200,000 pesos aproximadamente), en medio de la locura de los coleccionistas, dispuestos a desembolsar millones para comprar recuerdos de momentos deportivos legendarios.
“Tengo 77 años. La he disfrutado y ha llegado el momento de que pase la medalla a alguien que aprecie la hazaña deportiva, lograda el 18 de octubre de 1968 en el Estadio Olímpico Universitario de la Ciudad de México. Esta subasta es una gran oportunidad para mí”, explica Beamon en una entrevista telefónica.
“Esta subasta es una excelente manera de exhibir la medalla, pero también de preservar su memoria”, añade, imaginando que el comprador, ya sea un coleccionista o una institución, querrá “exhibirla” en vísperas de los Juegos Olímpicos de París.
Beamon recuerda el 18 de octubre como “un día extraordinario”. Habiendo llegado a la final en el último momento, tras dos intentos fallidos en las clasificatorias, el atleta tenía sobre todo ganas de revalidar su primer salto evitando fallar la tabla o su aterrizaje.
“Para mi gran sorpresa, no fue solo un salto (exitoso), fue un momento increíble en la historia”, recuerda.
“Todo fue perfecto, el viento era perfecto, el tiempo era perfecto”. Con 8.90 metros, el récord mundial se pulverizó en el Campeonato del Mundo de Tokio 1991, con el legendario duelo entre Mike Powell y Carl Lewis, cuando el salto de Powell alcanzó los 8.95 metros. Sin embargo, 55 años y 13 Juegos Olímpicos de Verano después, Beamon sigue ostentando el récord olímpico de salto largo.
LA MÚSICA ES HOY LO QUE ENTUSIASMA A BOB BEAMON
Si México 68 ha pasado a la historia, es sobre todo por las acciones de los velocistas estadounidenses Tommie Smith y John Carlos, que fueron expulsados de por vida de los Juegos Olímpicos tras levantar un puño enguantado de negro en el podio de los 200 metros en protesta por la discriminación de los afroamericanos en Estados Unidos.
Al día siguiente, Beamon subió al estrado con los calcetines negros arremangados y visibles, y también levantó el puño en un gesto similar. Hoy, lo que le entusiasma es su nueva pasión por la música. Beamon ha vuelto a la batería y la percusión, que había abandonado cuando era adolescente, “porque el deporte estaba por encima de todo”.
Nacido en Queens, Nueva York, Robert Beamon tenía menos de un año cuando su madre murió de tuberculosis, y nunca conoció a su padre. “Mi suerte”, dice hoy, “es que he grabado un disco, Olimpik Soul, con un grupo de jazz, funk y hip-hop llamado Stix Bones and the Bone Squad. Y me lo estoy pasando muy bien con él”. N