Siempre hemos visto el amor como un sentimiento que se contrapone al dinero. A lo largo de la historia, observamos cómo hombres y mujeres enamorados son capaces de arriesgarlo todo, incluyendo su patrimonio de años, por la persona objeto de su amor. A pesar de la creencia colectiva, el amor y el dinero tienen mucho más en común de lo que pensamos. Aquí les comparto el último estudio publicado al respecto para que repensemos y actualicemos creencias que hemos arrastrado hasta nuestros días.
¿CÓMO EL CEREBRO PROCESA LA EXPECTATIVA DE AMOR Y DINERO?
En febrero de 2023, la revista Neuroscience & Biobehavioral Reviews publicó un estudio acerca de las similitudes entre el amor y el dinero dentro del cerebro humano. La tesis principal gira alrededor de la idea de que ambos aspectos humanos poseen recompensas intrínsecas, y que posiblemente el cerebro pueda responder de forma análoga ante ambas.
El estudio lo realizaron siete investigadores chinos y europeos, quienes emplearon análisis metaanalíticos y de conectividad funcional para comprender cuáles son las áreas del cerebro que se activan durante las recompensas sociales y monetarias. De forma sorprendente, estos revelaron que existe una activación superpuesta en algunas áreas cerebrales, lo que evidencia que el cerebro procesa la anticipación del amor y el dinero de manera similar.
Dentro del sistema de recompensa del cerebro se determinó que el estriado ventral surge como un punto clave en la anticipación de recompensas, tanto sociales como monetarias. Hasta este momento, esta zona del cerebro se había asociado con el placer y el aprendizaje, pero a partir de este estudio ya sabemos que también influye en otro tipo de recompensa.
Además de lo anterior, el estudio de conectividad funcional demostró que existen redes neuronales interconectadas que se activan ante la anticipación del amor y del dinero. La posibilidad de integrar recompensas sociales y monetarias dan forma a nuestros comportamientos y decisiones en la vida diaria.
¿BUSCAMOS EL AMOR IGUAL COMO BUSCAMOS EL DINERO?
Al conocer las bases neurocientíficas como valoramos la anticipación del amor y el dinero, podemos intuir por qué algunas personas pueden, ante la carencia de uno de ellos, compensarse exitosamente con la obtención del otro.
Esto es muy común observarlo en personas solteras que se dedican de lleno a su trabajo, o personas en relación de pareja que prefieren ganar menos con tal de conservar sus vínculos afectivos. La superposición a nivel cerebral demuestra que, para nuestro cerebro, la obtención de ganancia monetaria es tan válida como la conexión emocional profunda.
La creencia de que alguien es menos amoroso por elegir ganar más, o que alguien debería renunciar a sus ganancias por amor, queda al libre albedrío y valoración personal de cada individuo. La analogía entre el amor y el dinero en el cerebro podría llevar a estudios más profundos para conocer cómo las personas priorizan y valoran estas recompensas en sus vidas.
¿Pero funcionan en el amor las leyes económicas? Uno de los libros más interesantes que he leído acerca de las relaciones y la economía es Spousonomics (2011), de Paula Szuchman y Jenny Anderson. Allí las autoras utilizan las leyes de la economía para ayudarnos a gestionar de la forma más efectiva posible los intercambios del día a día en la vida de pareja. Pero, si algo le faltaba a ese libro, es justamente el análisis neurocientífico que este estudio pone sobre la mesa.
¿CÓMO GANAR EN EL AMOR Y EL DINERO?
La reflexión sobre la intersección del amor y la economía es, a mi juicio, un hecho. Los principios económicos influyen en nuestras relaciones románticas y conexiones sociales. El estudio sugiere que para el cerebro el amor es una moneda igual de valiosa, ya que produce recompensas sociales de la misma manera que producen las ganancias monetarias.
Culturalmente hemos desarrollado un pensamiento binario acerca del eje amor-dinero, sugiriendo que uno vale más que el otro. Sin embargo, la evidencia en muchas relaciones deja claro que, ante la incapacidad económica (especialmente del hombre), la relación afectiva se ve afectada, incluso en peligro de extinción. Nuestras preferencias afectivas y financieras son, desde un punto de vida neurocientífico, análogos.
Basado en toda la evidencia científica, aquí les comparto algunas sugerencias prácticas para gestionar con efectividad tanto la moneda afectiva como la económica.
Las relaciones son inversiones. De la misma manera como dedicamos tiempo y esfuerzo para ganar dinero, el estudio sugiere que nutrir vínculos afectivos es igualmente importante para nuestro bienestar. Construir y mantener relaciones significativas también genera rendimientos.
La riqueza emocional es Importante. Nadie duda del éxito de una persona cuando muestra riqueza financiera. Sin embargo, el estudio implica que la riqueza emocional, producto de vínculos sociales amorosos, es igualmente valiosa para el cerebro. La propuesta de una vida plena y feliz implica un equilibrio entre riqueza financiera y riqueza afectiva.
ELIJAMOS UNA INTEGRACIÓN Y EQUILIBRIO ARMONIOSOS
Decisiones afectivas y financieras. Hace poco le escuchaba al psicólogo Walter Riso afirmar que los seres humanos decidimos mejor la compra de inmuebles que la elección de personas con las que nos vinculamos afectivamente. Comprende tus patrones de decisión y como prioriza tus recompensas sociales y monetarias en tu vida.
La salud mental es clave. El cuidado de nuestra mente y nuestro cerebro influyen en la calidad de vida afectiva y financiera que nos proporcionamos. Buscar un equilibrio armonioso entre tus metas financieras y tus relaciones personales para cultivar una vida más plena y saludable.
Atrás quedó el conflicto entre el amor y el dinero. En un mundo donde ambos coexisten, elijamos una integración armoniosa de estas dos monedas, sabiendo el impacto que tienen en nuestros cerebros y, consecuentemente, en nuestras vidas. N
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Joselyn Quintero es especialista en neurofinanzas, autora de varios libros, conferencista y directora de Armonía F. Los puntos de vista expresados en este artículo son responsabilidad de la autora.
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