Estrés postraumático, temor constante a la reaparición de la enfermedad, baja autoestima y un deseo sexual disminuido son algunas de las problemáticas que enfrentan cientos de mujeres luego de superar el cáncer de mama. Incluso hay quienes temen no tener la posibilidad de tener hijos, mientras también encaran efectos emocionales, sociales y físicos por una mastectomía (extirpación quirúrgica del seno).
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), en 2020 se diagnosticó cáncer de mama a 2.3 millones de mujeres, y 685,000 fallecieron por esta enfermedad.
A fines del mismo año, 7.8 millones de personas a las que en los cinco años anteriores se les había diagnosticado, seguían con vida. Las cifras convierten a este tipo de cáncer en el de mayor prevalencia a escala global.
Si bien este tipo de tumor maligno afecta principalmente a las mujeres, con una incidencia de 51.92 casos por cada 100,000 mujeres de 20 años en adelante en México, también se presenta en los hombres, aunque en menor medida (1.25 casos por cada 100,000 habitantes), según refiere el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
“El primer problema que yo veo, desde que le decimos a una paciente su diagnóstico, es el miedo a morirse. Durante el tratamiento, llámese cirugía por mutilación de mama, quimioterapia (procedimiento muy largo que puede llegar a durar hasta seis meses) o radioterapia, resulta un proceso muy desgastante. Cada una vive su historia de manera diferente, creo que influye mucho el apoyo familiar para sobrellevarlo”, comenta para Newsweek en Español Jorge Enrique Monges Jones, cirujano oncológico y jefe de Servicios Médicos de FUCAM (Fundación de Cáncer de Mama).
“POR EL TEMOR A TENER CÁNCER DE MAMA EN UN FUTURO, HAY QUIENES OPTAN POR QUITARSE LOS DOS SENOS”
En el Día Internacional de lucha contra el Cáncer de Mama, conmemorado cada 19 de octubre, una de las películas que visibilizan la batalla constante contra esta enfermedad, es Lily (2013). Narra la vida de una mujer de 31 años, interpretada por Amy Grantham, quien está en el proceso final de su tratamiento. A pesar de que las personas a su alrededor se muestran felices, ella se encuentra desanimada preguntándose “¿Qué sigue?”.
Monges Jones, quien lleva ocho años en FUCAM, la primera y única institución privada sin fines de lucro en México y América Latina que ofrece tratamiento integral y seguimiento especializado de cáncer de mama, dice en entrevista que las mujeres sobrevivientes se enfrentan a dos escenarios.
“Depende mucho del entorno social de la paciente; unas se cuestionan cómo van a ser socialmente aceptadas, mientras otras afirman que ‘son más que una madre o un seno’ y siguen adelante. Aunque en ocasiones pueda existir este desafío emocional al momento de mirarse al espejo”.
Un artículo de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) indica que las mujeres sobrevivientes no solo pueden haber perdido un seno, sino a lo largo de la quimioterapia padecen pérdida de cabello, aumento de peso, fatiga y dolor en las articulaciones, entre otros malestares que se prolongan, incluso cuando se acaba el tratamiento.
Todas esas complicaciones, aunadas a factores sociales como la pérdida de empleo o pasatiempos, las llevan a optar por quitarse el otro seno —sin tumor — para evitar un estrés crónico debido al cáncer de mama.
“Hay un temor de volverse a enfrentar a todo el proceso. De hecho, hay muchas pacientes que nos dicen ‘de una vez quítenme las dos mamas, porque nunca quiero volver a pasar por esto’. Si no hay una indicación, medicamente hablando, nunca lo recomendamos, pero a ese grado llega el terror”, agrega el especialista Jorge Enrique Monges.
UN TATUAJE COMO CATARSIS
—¿Todas las mujeres son candidatas a una reconstrucción de seno? —preguntamos.
—Sí, lo que varía es el momento ideal de la reconstrucción. Las pacientes que tienen un cáncer temprano son las candidatas a esta cirugía en el mismo momento de la mastectomía. En temas de autoestima ayuda muchísimo. Para aquellas con un procedimiento más largo, recomendamos un año después de que hayan terminado con el tratamiento.
“Los costos son variados dependiendo el tipo de institución, pero no es barato. El hecho de tener un implante o un expansor tiene un valor entre 600 y 700 dólares, a eso súmale la hospitalización”, asegura. Según la Secretaría de Salud de la Ciudad de México, este servicio, si se lleva a cabo en una unidad particular, tiene un precio de entre 300,000 y 400,000 pesos por intervención.
En ese sentido, el Gobierno capitalino, a través de la Secretaría de Salud, ofrece el servicio de Cirugía Plástica y Reconstructiva en el Hospital General Dr. Rubén Leñero a las mujeres en la CDMX. Anualmente, se realizan 110 intervenciones de manera gratuita a personas sin seguridad social. Sin embargo, también existen aquellas mujeres que deciden no reconstruir su mama y mejor deciden tatuar aquella zona como parte de un final catártico.
“Nunca me gustaron los tatuajes grandes, demasiado invasivos para el cuerpo, pero una puede entender que a veces es una buena forma de enfrentar ciertas circunstancias. Por ejemplo, las cicatrices del cáncer de mama”, escribe una mujer en X (antes Twitter) acompañado de un par de fotografías donde muestra una de sus cicatrices de mastectomía cubierta por un gran diseño de flores, en tonalidades grises.
LA SEXUALIDAD Y EL ESTRÉS DESPUÉS DEL CÁNCER DE MAMA
Bajo este panorama, la mujer sufre alteraciones importantes porque su integridad, seguridad y confianza en su rol social, maternal, femenino y sexual se ven amenazadas. Sobre este último tema, muchas sobrevivientes ven disminuido su deseo de tener relaciones con su pareja. Para ello, la UNAM indica como necesario tomar en cuenta algunos puntos:
- Mucha comunicación con su pareja: exteriorizar lo que gusta y disgusta (porque quizá ahora ciertas caricias no sean agradables o existan molestias).
- Consultar con el médico el uso de lubricante y cuál es el ideal.
“Para la sexualidad, influye mucho la edad del diagnóstico. Es una enfermedad que ataca, generalmente, a las mujeres por arriba de los 40 años, en donde sus niveles hormonales van disminuyendo. Ahora, con una mastectomía, aunque haya una reconstrucción, esa mama pierde toda la parte erógena”, concluye Jorge Enrique Monges. N