Puede ser frustrante como padre cuando los niños se niegan a comer otra cosa que no sea espagueti y pizza porque “no tienen hambre”. Entonces, ¿cómo puedes animar a tu pequeño melindroso a probar nuevos alimentos? ¿Y cómo evitar los errores comunes?
Puede ser tentador presionar a tu hijo para que coma verduras, o incluso colar algunas a escondidas en su plato. Pero, según un estudio reciente de la Universidad de Deakin, en Australia, estas estrategias en realidad podrían obstaculizar el progreso. De hecho, podrían estar haciendo a tu hijo aún más quisquilloso.
“Puede ser muy frustrante cuando los niños se niegan a comer ciertos alimentos, y empezamos a preocuparnos de que el niño tenga hambre o no reciba la nutrición adecuada”, dice la lideresa de la investigación, la Dra. Alissa Burnett.
“Los hallazgos nos dicen que debemos hacer más para ayudar a los padres de niños quisquillosos porque las estrategias que usan por instinto, aunque tengan buenas intenciones, no ayudan a sus hijos a desarrollar conductas alimentarias saludables”.
En dicho estudio, que se publicó en la revista Appetite, los investigadores encuestaron a más de 1,500 madres con niños de entre dos y cinco años. Se les pidió a las madres que completaran un cuestionario sobre el comportamiento alimentario de sus hijos y que respondieran preguntas abiertas sobre las estrategias que utilizan para combatir la alimentación quisquillosa.
¿GANARÁN LOS NIÑOS QUE NIEGAN EL HAMBRE?
Las estrategias más graves fueron: recompensas por comer (“si te acabas los vegetales puedes comer helado”), castigo por no comer (“si no te terminas las verduras te irás a la cama con hambre”) y las verduras ocultas.
Todas las estrategias que se asocian con las formas graves de alimentación melindrosa tendieron a involucrar algún tipo de castigo o persuasión, los cuales alientan a los niños a ignorar su propia hambre interna y pueden reforzar su comportamiento sin querer. Por el contrario, los padres con los niños menos quisquillosos tendieron a usar estrategias que les dieron a sus hijos más opciones sobre su ingesta de alimentos.
Las estrategias asociadas con niveles más bajos de exigencia alimentaria fueron: involucrarlos en la compra de alimentos y la preparación de comidas, ser comunicativos con respecto a los alimentos y permitir que el niño decida con qué frecuencia comer un determinado alimento, siempre brindar opciones y comer juntos.
Sin embargo, es importante señalar que estas asociaciones se basan en tendencias generales y no en niños individuales. Y los estudios también demuestran un gran componente genético en los niños melindrosos, así que no seas demasiado duro contigo mismo con respecto a tu progenie exigente. N