Casi 30 años después de que empezara un gigantesco proyecto para rendir homenaje a los muertos en el Holocausto, el suelo europeo ya cuenta con más de 100,000 “adoquines de la memoria” que recuerdan el destino trágico de las víctimas del nazismo.
Cuando el escultor alemán Gunter Demnig inició los “Stolpersteine” (literalmente, las “piedras en las que tropezamos”) en Alemania, en 1996, no podía imaginarse que tres décadas después estos adoquines estarían presentes en más de 20 países europeos.
Estos pequeños cubos de 10 centímetros de lado llevan una placa de latón con una víctima del III Reich, su fecha de nacimiento, la de su deportación o la de su exilio y, si se conoce, la de su deceso. Se colocan en el suelo, delante de la antigua vivienda de la víctima. Con su brillo dorado, suelen atraer la atención de los peatones.
El viernes pasado, Gunter Demnig instaló la “Stolperstein” número 100,000 en Nuremberg, en el sur de Alemania, donde se adoptaron las leyes sobre la protección de la sangre y del honor alemanes que privaron de sus derechos a los judíos del país. El martes, el escultor se reunió con la embajadora estadounidense Amy Gutmann en la pintoresca ciudad de Feuchtwangen (cerca de Nuremberg) para colocar ocho adoquines en homenaje a sus parientes, judíos alemanes.
“Como embajadora estadounidense, hija de Kurt Gutmann, refugiado judío de Feuchtwangen, tengo la sensación de cerrar el círculo del trauma con este homenaje”, declaró.
“LAS PERSONAS CAEN EN EL OLVIDO CUANDO SU NOMBRE ES OLVIDADO”, DICE CREADOR DEL PROYECTO SOBRE EL HOLOCAUSTO
En 1934, siendo aún estudiante, Kurt Gutmann comprendió que él y su familia no podrían permanecer en su país, entonces dirigido por Adolf Hitler. Huyó a India, donde sus padres y cinco familiares más se le unieron más tarde para escapar a la campaña de exterminio de los nazis.
Al final, se instaló en Nueva York, donde nació Amy Gutmann. “Con una gran lucidez para un joven de 23 años, Kurt Gutmann, mi padre, entendió enseguida la locura en la que se estaba sumiendo su patria”, observó Amy Gumann, de 73 años. “Fue un héroe”, afirmó, conteniendo las lágrimas.
“En los últimos años, aprendí mucho más sobre lo que vivió mi familia bajo la Alemania nazi que todo lo que me habían podido contar antes”, explicó, apuntando que entre los supervivientes de la Shoah sigue habiendo “un muro del silencio”.
Con su proyecto, Gunter Demng quería concienciar a escala humana del horror del Holocausto y lo hizo con las “Stolpersteine”, arraigadas en el Talumd. Es un texto fundamental del judaísmo que dice que una persona solamente cae en el olvido cuando su nombre es olvidado.
“Cuando veo cuánto se alegra la gente de ver los nombres de sus padres inscritos adonde vivieron, pienso que muchos vuelven a sus casas con una imagen distinta de Alemania”, comentó Gunter Demnig.
Muchos descendientes de víctimas del nazismo vienen desde el extranjero para colocar “adoquines de la memoria”, que cuestan 130 euros (139 dólares) que cubren los gastos de Demnig. En la mayor parte de los casos, los financian organizaciones locales.
Los “Stolpersteine” se han multiplicado, al tiempo que la comunidad judía de Alemania también ha ido creciendo, y actualmente cuenta con 200,000 miembros. N
(Con información de AFP)