De los 12.6 millones de niñas y niños de menores de 5 años que viven en México, apenas el 21% tiene acceso a espacios públicos recreativos cercanos a su hogar.
Datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) indican que únicamente 34.7% de los municipios en México cuentan con lugares como parques y plazas para quienes viven la primera infancia.
Esto, a pesar de que el espacio público tiene una función importante para la convivencia sociales.
“Es el espacio que compartimos todos los habitantes que vivimos en ciudad, es un espacio que tiene funciones de ciudadanía donde generalmente las personas podemos reconocer a nuestros vecinos, reconocer a nuestra comunidad. Todo esto va conformando pues un sentido de pertenencia y cierta identidad”, afirmó Nélida Escobedo Ruiz, profesora en la Escuela de Arquitectura, Arte y Diseño del Tec de Monterrey quien forma parte del Centro para el Futuro de las Ciudades.
Pero la carencia no es el único problema. Otra mala noticia para los 12.6 millones de niños y niñas de cinco años o menos en México es que los parques donde juegan, las calles que diariamente recorren, las plazas, los cruces y todo el espacio público que usan, está diseñado por adultos y para adultos sin visión de primera infancia, lo que muchas veces puede significar, incluso, un riesgo.
“La experiencia de las infancias en los espacios públicos está bastante limitada, y en origen esta limitación se basa en que como adultos tenemos una visión adultocéntrica de cómo vamos a diseñar o cómo se desarrollan las ciudades, pues pensamos y medimos todo como si fuéramos siempre adultos y no reconocemos la realidad, las necesidades, las características que podría tener un espacio público desde la perspectiva de un infante o un bebé o una persona que cuida”, agregó Escobedo Ruiz.
Con la académica coincidió Guillermo Bernal, director ejecutivo de la Fundación Placemaking México, una organización que busca fomentar la participación ciudadana y el diseño colaborativo para mejorar el entorno urbano y fortalecer el tejido social de las comunidades.
“Las ciudades de nuestro mundo, de nuestro país, las calles de nuestra ciudad, de nuestras colonias no están pensadas para las personas, están pensadas para los automóviles. Cuando están pensados los espacios públicos para las personas, están diseñadas por y para adultos”, dijo.
Esto representa para las infancias la posibilidad de perder una parte fundamental de su desarrollo, pues el espacio público es un lugar ideal para promover la interacción social.
“En la medida en que estos entornos son más seguros que y consideran sus necesidades y gustos, los niños y las niñas se pueden desarrollar de manera más plena. Hay estudios que muestran que cuando los espacios públicos son amenos y agradables para los niños, niñas y cuidadores influyen de manera positiva en su salud física y mental”, añadió Sindy González Tijerina, jefe Inversión Social en Primera Infancia de Fundación FEMSA.
Un enfoque distinto
Jardines de San Juan es una comunidad enclavada en la zona boscosa de El Ajusco dentro de suelo de conservación en la Alcaldía de Tlalpan en la Ciudad de México. Se trata de una comunidad relativamente pequeña, donde la convivencia entre vecinos era escasa, a pesar de que había un punto de encuentro donde coincidían padres e hijos de la Escuela Primaria “Jardines de San Juan” y del Centro Materno Infantil “San José”.
Cuando los niños y niñas salían de clases se iban a sus casas, poco tiempo permanecían y menos usaban algún espacio público.
Representantes de Placemaking México plantearon una intervención en la explanada afuera de la guardería, pero con una pequeña diferencia: tomar en cuenta la opinión de la comunidad, en especial la de la niñez.
“Nos convocaron para hacer una asamblea y los mismos niños diseñaron qué querían tener unos juegos tipo casita, inspirados en su casa, pero al mismo tiempo tener unos juegos y así se diseñaron estos juegos”, narró Judith Hernández, una vecina de la zona.
Ya con las opiniones de los niños del lugar, se rehabilitó un centro de juegos que estaba en malas condiciones donde se instaló un sube y baja y 7 módulos lúdicos de madera, que hacen alusión a las casas que las infancias dibujaron durante el taller de diseño participativo.
Ahora, cuando las niñas y los niños salen de la escuela, se quedan a jugar y convivir.
Estas intervenciones forman parte de un proyecto que ha recibido el nombre de LAPIS que significa Lugares Amigables para la Primera Infancia promovido por Placemaking México apoyado por la Fundación FEMSA. En su etapa de proyecto piloto significó la rehabilitación de 10 espacios públicos en siete entidades del país, pero que ya que sumó otros 20 lugares adicionales, cuando se vieron los resultados.
Los LAPIS buscan ser ambientes pensados en los primeros años de desarrollo de las personas, en donde las niñas, niños y quienes las acompañan, mejoran su experiencia en espacios públicos por medio del juego y la participación comunitaria.
De esta forman se realizaron intervenciones para cruceros escolares seguros, patios escolares, huertos urbanos, parques rurales, parques urbanos, biciescuelas y reservas naturales.
La infancia al centro
A diferencia de otros espacios públicos diseñados por adultos, los LAPIS buscan invertir esta fórmula para darle voz a quienes serán usuarios de estos lugares. Mediante diversas estrategias y herramientas, que ya se han compartido con otras organizaciones sociales y representantes de los tres niveles de gobierno (federal, estatal y municipal) se busca que estos espacios intervenidos generen un mayor sentido de pertenencia de la comunidad y por ende la apropiación del lugar.
“Son las niñas y los niños los que diseñan, los que se apropian, los que activan el espacio público. Son ellos, es para ellos, es con ellos con los que se tienen que diseñar”, enfatizó Bernal quien dijo que una vez que se tiene la idea de cómo quieren el espacio niños, niñas y sus cuidadores, se transfieren a los equipos técnicos para que generen las propuestas urbanoarquitectónicas.
“Pero son siempre las niñas y los niños quienes dirigen el proceso de planeación y de imaginación de los espacios”.
Para medir los resultados de estas intervenciones se han desarrollado indicadores como el incremento en el tiempo que permanecen en esos lugares las infancias y sus cuidadores, el incremento en las interacciones de menores entre ellos mismos y con sus padres y el incremento de personas que asisten a esos lugares, entre otros.
“Hemos visto que cuando la comunidad participa, se apropia del espacio y se siente parte del proyecto, los espacios se usan y se mantienen”, aseveró González Tijerina.
En la medida en que los espacios públicos se conviertan en puntos de encuentro, convivencia y juego, se puede hablar de políticas públicas exitosas para las primeras infancias.
“Si tú haces una intervención, y gracias a tu intervención tienes gente que se sienta y que está reposando o que está conversando con alguien más, o que, en el caso de espacios públicos para primera infancia, ves que una mamá puede darle de comer a su bebé o que los niños pueden jugar, entonces estás aumentando la diversidad y el tipo de uso que se le da al espacio público y entonces eso es un indicador positivo”, indicó Escobedo Ruiz.
Nota del editor: Esta publicación se realiza con información de FEMSA como parte de las alianzas estratégicas de Grupo Editorial Criterio. N