En la India, las mujeres llamadas “devadasis” son utilizadas para practicar la prostitución. Esta figura femenina, presente en la cultura del sur de India desde hace siglos, ocupaba antaño un lugar respetable en la sociedad.
Muchas de ellas eran mujeres instruidas, formadas en la danza y la música clásica, llevaban una vida cómoda y elegían sus compañeros sexuales. “Esta noción de esclavitud sexual más o menos autorizada por la religión no formaba parte del sistema original”, cuenta a AFP la historiadora Gayathri Iyer.
Según ella, fue en el siglo XIX, durante la administración colonial británica, cuando el pacto entre la devadasi y la diosa Yellamma se transformó en una empresa de explotación sexual.
Ahora, las víctimas de esta tradición son las mujeres y las niñas. Además de estar condenadas a vivir en los templos, una vez alcanzada la pubertad se convierten en propiedad pública.
DEDICADAS A LA PROSTITUCIÓN
En el pueblo o aldea al que pertenezcan, pueden ser dedicadas a satisfacer sexualmente a un hombre, generalmente el jefe del pueblo, o a tantos hombres como lo deseen. Es decir, su oficio es la prostitución en nombre de la religión.
Una mujer devadasi nunca puede negarse a los favores sexuales. Tampoco puede casarse. Las creencias aseguran que, si lo hace, la diosa llevará la desgracia a sus parientes cercanos.
Y, cuando muere, se reencarna en un miembro de su propia familia. De esta manera, el sistema de los devadasi persiste a lo largo de generaciones, de acuerdo con la organización Manos Unidas.
India prohibió esta práctica a nivel nacional en 1988, pero según la comisión india de derechos humanos, hay aún 70,000 devadasis en el estado de Karnataka. “Como en un rueda que gira sin ofrecer salida, estas mujeres y jóvenes, marginadas y apartadas por un sistema que las ha marcado de por vida, deben buscar su sustento vendiendo sus cuerpos, porque, a las mujeres devadasi solo les está permitido mendigar cuando alcanzan cierta edad y se ven repudiadas y abandonadas por todos, incluidas las familias que las ofrecieron a los templos”, señala la organización.
LAS DEVADASIS, VÍCTIMAS DE TRÁFICO SEXUAL Y SIDA
Añade que “muchas de ellas, terminan en burdeles de Mumbai, Bangalore y Chennai, víctimas del tráfico sexual y de enfermedades como el sida, que presenta unas altas tasas de incidencia en las ciudades donde pervive la tradición”. Muchas devadasis que lograron dejar atrás su condición se encontraron sin recursos y sobreviven gracias a empleos manuales o agrícolas mal pagados. N