Desde juegos de baraja hasta paseos a caballo, mujeres en Gaza pasan las noches de verano afuera de casa, en busca de un alivio ante los rigores cotidianos en el enclave palestino.
“Esperamos a que baje el sol para escapar al mar”, cuenta Yusra Hmedat, de 43 años, mientras juega a las cartas en un café frente al mar en Ciudad de Gaza.
“Las mujeres salen de sus casas, de las presiones de la vida, e intentan permanecer afuera todo el tiempo posible”, agrega la empleada pública.
A 15 años de iniciado el bloqueo israelí a Gaza, los residentes del territorio densamente poblado enfrentan apagones diarios en medio del agobiante calor veraniego.
Una de las acompañantes de Hmedat, Nawal Yassin, dice que a veces vuelve a casa a las dos o tres de la madrugada.
“Las mujeres de Gaza intentan adaptarse y superar las circunstancias más que los hombres”, dice la mujer de 66 años.
En otro café al noroeste de la ciudad, la ama de casa Umm Saeed comenta que los encuentros nocturnos son una forma de lidiar con el impacto de las guerras entre militantes palestinos e Israel.
“Intentamos superar el estrés saliendo, compartiendo nuestras preocupaciones y apoyándonos”, explica.
“Ves gente riendo, pero por dentro todos están devastados psicológicamente”, dice.
Umm Saeed admite gastar en el café todo su dinero disponible, unos 15 shéqueles (4,5 dólares) diarios.
ALTÍSIMAS CIFRAS DE DESEMPLEO
Pero con el desempleo de 47 por ciento el año pasado en Gaza, según la Oficina Central Palestina de Estadística, ese gasto es un lujo para muchos.
En el campamento de refugiados Al Shati, junto al mar, Faten Abdul Rahman se sienta afuera con sus hijas y vecinas.
“La mayoría de las mujeres del campamento se reúnen en la puerta de sus casas debido a la mala situación económica”, cuenta Rahman, quien depende de la asistencia social para mantener a sus siete hijos.
“El calor en casa es insoportable. Tendemos una sábana y nos sentamos en la playa, que es el único entretenimiento gratuito”, agrega.
Encender abanicos o aire acondicionado en Gaza a menudo es imposible en Gaza, cuyos pobladores recibieron un promedio de 11 horas diarias de electricidad en julio.
Eso cayó a solo cinco horas diarias el 7 de agosto, en medio del último brote de combates entre militantes palestinos y de Israel, según datos de la agencia humanitaria de la ONU (OCHA, por sus siglas en inglés).
Mujeres como Umm Jaber Abu Assi minimizan sus gastos yendo al parque, donde llevan pasteles caseros y alquilan sillas por un shéquel.
“Si fuéramos al mar tendríamos que pagar más”, comenta entre una multitud de mujeres congregadas en el parque al oeste de Ciudad de Gaza.
MUJERES DE GAZA SIN OPCIONES
“Hay una falta de opciones en Gaza. Salir de casa (nos hace) sentir humanas“, dice la mujer de 43 años, quien a veces enfrenta críticas por llegar a casa después de medianoche.
“No me importan las críticas. Camino a casa con mi hija sin miedo porque las calles están llenas de gente”, asegura.
Algunas mujeres prefieren dedicar sus noches a algún deporte como la equitación.
En un club al suroeste de Ciudad de Gaza, Menna Kahil de 22 años alimenta a su caballo Ripple.
“Aquí paso la mayor parte de mi tiempo en la noche. Me da miedo salir de noche sola en sitios públicos por los bombardeos y cohetes”, admite.
Tales armas mataron a al menos 49 personas en Gaza en tres días de combates este mes, según cifras del ministerio palestino de Salud.
Pese a tener una década de cabalgar, Kahil dice que aún enfrenta presiones por su pasatiempo.
“Me critican mucho porque no llevo velo cuando cabalgo junto al mar”, dice. Fuera del club, Mervat al Ghalayini juega al “pickleball”, que incorpora elementos de bádminton, tenis y pimpón.
“Me encanta apuntarme a cosas nuevas”, asegura la mujer de 41 años. “Trabajo de día y hago deportes de noche. Salgo de casa para ir a algún sitio donde haya luz y gente”, concluye. N