Aunque en enero se produjo una reducción en la migración global en la frontera entre México y Estados Unidos por primera vez desde noviembre, el número de mexicanos que se dirigen al norte sigue aumentando. Al mismo tiempo, la violencia del crimen organizado y la inseguridad económica no muestran signos de disminuir. Y, ahora, algunas personas se preguntan si México se está convirtiendo en un “Estado fallido”.
El pasado fin de semana, un grupo de la delincuencia organizada, presuntamente bajo las órdenes de uno de los hijos del Chapo Guzmán, tomó el control de Caborca, Sonora. Con un despliegue de gran poder, un convoy armado se abrió paso a través de las calles de la ciudad.
Una mujer declaró al diario El País que las autoridades “se escondieron” durante el incidente, imposibilitadas para detener a las fuerzas del cártel.
“Eso se parece a las imágenes que hemos visto de un Estado fallido”, declaró a Newsweek Tony Payan, director del Instituto Baker de Política Pública de la Universidad de Rice, en Texas, Estados Unidos. “Y creo que merece más atención”.
En enero, cerca de 60,000 mexicanos tuvieron encuentros con el Departamento de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos. La cifra significa un aumento con respecto a los más de 51,000 reportados por este organismo en diciembre.
Este aumento se produjo a pesar de que el número global de encuentros se redujo de más de 179,000 a cerca de 154,000. Y a pesar de que se reportaron reducciones en todos los demás grupos nacionales o demográficos.
El presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, ha defendido una política de “abrazos, no balazos” para enfrentar a los cárteles de la droga. De acuerdo con esa política, el país se ha centrado en abordar los problemas relacionados con los cárteles mediante programas para combatir la pobreza en lugar de la militarización.
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Payan dijo a Newsweek que este estilo de gobernanza ha permitido que los cárteles amplíen su poder, tomen nuevos territorios y expandan sus empresas criminales. Al tiempo que han crecido las disputas por el territorio y las operaciones, también lo ha hecho la violencia.
La situación ha llegado al punto de afectar las operaciones económicas del país. Recientemente, por ejemplo, Estados Unidos suspendió temporalmente la importación de aguacate debido a que uno de sus funcionarios de sanidad fue amenazado.
En medio de la violencia y la desaceleración económica provocada por el covid-19, la economía de México no ha podido adquirir impulso. Payan señala que alrededor de 60 por ciento de los mexicanos trabajan en el sector informal. Es decir, no cuentan con un ingreso fijo ni beneficios y realizan labores como la venta de mercancías varias en las calles.
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Dados los bajos salarios y la inconsistencia que ofrecen estos empleos, según Payan, las personas expulsadas de sus poblados por la violencia criminal y que no pueden encontrar trabajo en el sector formal de México podrían decidirse a buscar oportunidades en Estados Unidos.
“Cuando existe una economía que rinde por debajo de lo esperado, no es que puedan mudarse a Monterrey, Guadalajara o la Ciudad de México. Las personas van a dirigirse a la frontera”, declaró Payan a Newsweek. “Washington debería poner atención realmente al deterioro de la economía y a la aplicación de la ley en México”. N
(Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek)