Con el paulatino regreso a la nueva normalidad, México se vislumbra como un mercado de oportunidad prometedor para la banca abierta (open banking) durante los próximos dos años. Sobre todo, una vez que comience a madurar esta cultura en el conocimiento de los mexicanos.
Si bien la banca abierta ya lleva tiempo abriendo brecha en los mercados europeos, en el país ha tomado una ruta más larga en la que la tecnología financiera (fintech) es la principal pionera de sus bondades. Mientras, el resto parece no haber adoptado la totalidad de los beneficios que representa la aplicación de este sistema para impulsar, entre otros temas, la inclusión financiera.
Uno de los principales obstáculos para el despegue de la banca abierta es romper el paradigma de que, al intercambiar los datos personales, estos se exponen en claro y son susceptibles de robo para suplantación de identidad o transacciones fraudulentas. Si bien es cierto que la naturaleza del servicio de banca abierta es el intercambio de información, este se hace bajo estrictos estándares de seguridad. Además, es regulado ante la CNBV y los usuarios finales son los dueños absolutos de su propia información frente a terceros.
Al igual que un sastre requiere conocer las medidas de su cliente para elaborarle un traje, la banca abierta facilita el intercambio de datos. Este ejercicio permite a las sociedades financieras o de información crediticia tener un conocimiento más personalizado de sus clientes. Ello con el fin de elaborar un producto que satisfaga sus necesidades.
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Para ello es importante el conocimiento de información básica. Esta incluye el hábito de consumo de una persona y la periodicidad con la que hace sus compras y la forma en que lo hace: si es a meses sin intereses, si prefiere hacerlo a una tasa fija en periodos más largos o en pagos pequeños.
Como mencioné al inicio, quienes de alguna manera han aprovechado la bondad de la banca abierta han sido las fintech. A través de la API de otras instituciones bancarias grandes, han compartido la información de sus clientes para conocerlos más a fondo. Así, logran diagnosticar la solución crediticia o financiera más acorde a sus necesidades.
A esto, finalmente, es a lo que se le puede denominar inclusión financiera. Por ejemplo, un pequeño cliente puede abrir un negocio mediante un crédito diseñado a la medida de sus capacidades de pago y desarrollo.
Un ejemplo claro de las bondades de la banca abierta se puede apreciar en las acciones implementadas por BBVA de España, una vez que en 2013 abrió sus API para permitir que las empresas gestionaran sus operaciones.
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De esta manera, si uno de sus pequeños clientes tenía el objetivo de abrir una tienda de helados en Madrid, BBVA podía utilizar sus datos para mostrarle cuál es el mejor lugar para instalarse según ventas anteriores, y en qué horarios y días se registra una mayor afluencia de clientes. Y todo a partir de la banca abierta.
En el caso de México, es importante considerar que durante los primeros dos años de vida aproximadamente ocho de cada diez empresas fracasan. Ello se debe a la falta de conocimientos del sistema, más allá de las aptitudes empresariales. Es decir, el ejercicio implica incluso realizar un estudio de mercado que le permita saber qué potencial tiene un proyecto de negocio, cuánto y cómo tiene que invertir, el tiempo de retorno de capital y en qué lugar podría tener éxito.
Con la banca abierta, un pequeño cliente podría tener la oportunidad de acceder a un esquema de financiamiento. Este podría venir acompañado de una estrategia de desarrollo que bien podría ser un sólido primer paso para garantizar que su proyecto no muera en el primer intento.
Desde luego, para ello habrá que esperar a que se sigan desarrollando las cosas durante los próximos meses. En ese tiempo habrá un importante sector poblacional que, en vías de reactivarse económicamente en la era poscovid, buscará la forma de acceder a los recursos que requiere para retomar las riendas de su vida. Es aquí en donde la banca abierta bien podría adquirir la madurez necesaria en la cultura financiera del mexicano para iniciar con su periodo de bonanza. N
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Danilo Ochoa es gerente de ventas para México y Centroamérica, Servicios de Banca y Pagos en Thales. Los puntos de vista expresados en este artículo son responsabilidad del autor.