FUNCIONARIOS de salud de Estados Unidos han registrado más de 125,000 casos de covid-19 y 161 muertes en mujeres embarazadas en el transcurso de la pandemia, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos.
Ahora, los hospitales y médicos en lugares donde el virus está descontrolado han visto un aumento en la cantidad de mujeres embarazadas enfermas de gravedad por el virus, reporta Associated Press.
La Dra. Cheree Melton, una médica familiar especializada en obstetricia que da clases en la Universidad de Alabama, dice que ella y sus colegas han presenciado alrededor de media docena de mujeres embarazadas sin vacunar que han sufrido abortos o partos de feto muerto conforme se propaga la variante Delta.
“Es absolutamente desgarrador decirle a una mamá que nunca podrá abrazar a su hijo vivo”, comenta. “Hemos tenido que hacer eso muy a menudo, más de lo que recuerdo haberlo hecho en el último par de años”.
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A veces, mientras alimenta a su hija bebé, Amanda Harrison se ve rebasada por la emoción y tiene que limpiarse lágrimas de gratitud. Ella es afortunada de estar aquí abrazando a su bebé.
Harrison tenía 29 semanas de embarazo y no estaba vacunada cuando enfermó del covid-19 en agosto. Sus síntomas fueron leves al principio, pero de repente sintió que no podía respirar. Aunque vivía en Phenix City, Alabama, fue intubada y transportada a un hospital en Birmingham, donde los médicos la ayudaron a parir a la bebé Lake con dos meses de adelanto y pusieron a Harrison en soporte vital.
Kyndal Nipper, quien es de las afueras de Columbus, Georgia, solo tuvo un acceso breve del covid-19, pero con un resultado más trágico. Estaba a pocas semanas de dar a luz en julio cuando perdió a su bebé, un niño que ella y su marido planeaban llamar Jack.
Ahora Harrison y Nipper comparten sus historias en un intento de persuadir a las mujeres embarazadas de recibir la vacuna contra el covid-19 para protegerse a sí mismas y a sus bebés.
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Sus advertencias se dan en medio de un aumento en la cantidad de mujeres embarazadas enfermas de gravedad que ha llevado a la muerte de 22 mujeres embarazadas por el covid-19 en agosto, un récord mensual.
Dado que solo 31 por ciento de las mujeres embarazadas en Estados Unidos están vacunadas, los CDC emitieron un aviso urgente el 29 de septiembre, en el cual recomendaban que se pusieran la vacuna. La agencia advirtió que el covid-19 durante el embarazo puede provocar parto prematuro y otros resultados adversos, y que se han reportado partos de feto muerto.
“Tomamos el compromiso de que haríamos lo que estuviera en nuestras manos para educar y propugnar en nombre de nuestro hijo, porque ninguna otra familia debería pasar por esto”, expresó Nipper en su nombre y el de su esposo.
Harrison dijo que “discutirá hasta las últimas consecuencias” a favor de que las mujeres embarazadas se vacunen “porque ello literalmente podría salvar tu vida”.
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La Dra. Akila Subramaniam, profesora auxiliar en la división de medicina materna-fetal de la Universidad de Alabama en Birmingham, comenta que el hospital vio un aumento marcado en la cantidad de mujeres embarazadas enfermas de gravedad en julio y agosto. Añade que un estudio allí halló que la variante Delta está asociada con tasas más altas de enfermedad grave en mujeres embarazadas y tasas más altas de parto prematuro.
“¿Es porque la variante Delta es solo más infecciosa o porque la Delta es más grave? No pienso que sepamos la respuesta”, subraya Subramaniam.
Cuando las vacunas contra el covid-19 estuvieron disponibles para las mujeres embarazadas en sus estados esta primavera, Harrison, de 36 años, y Nipper, de 29 años, decidieron esperar. Las vacunas no tenían la aprobación final de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) y las mujeres embarazadas no estaban incluidas en los estudios que llevaron a la autorización de emergencia, por lo que la guía inicial no llegó a recomendar del todo la vacunación para ellas. Las dosis de Pfizer recibieron la aprobación formal en agosto.
Las mujeres viven en orillas opuestas de la frontera entre Alabama y Georgia, un área que ha sido golpeada duro por la variante Delta este verano.
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Aun cuando Harrison tuvo que ser puesta en soporte vital, los síntomas de Nipper fueron más sutiles. Cuando ella tenía ocho meses de embarazo, perdió el sentido del olfato y desarrolló fiebre. Los síntomas desaparecieron rápidamente, pero Jack no parecía patear tanto como lo había hecho. Ella trató de tomar una bebida con cafeína: nada. Luego fue al hospital en Columbus, Georgia, para su revisión fetal, donde el personal médico le dio la noticia: el bebé Jack había muerto.
“Él supuestamente vendría al mundo en tres semanas o menos”, dice Nipper. “Y que ellos te dijeran que el corazón no latía y no había movimiento…”.
El médico de Nipper, Timothy Villegas, comenta que las pruebas mostraron que la placenta estaba infectada con el virus y mostraba patrones de inflamación similares a los de los pulmones de personas muertas a causa del covid-19.
La infección posiblemente provocó la muerte del bebé al afectar su capacidad de recibir oxígeno y nutrientes, explica Villegas. El médico añade que, desde entonces, ha sabido de casos similares por otros médicos.
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“Estamos en un punto en el que todos empiezan a levantar algunas banderas rojas”, manifiesta.
Por eso Melton insta a toda mujer embarazada sin vacunar a que reciban las dosis, pero muchas no lo han hecho. Explica que los rumores y la desinformación han sido un problema.
“Escucho de todo, desde ‘bueno, alguien me dijo que podría hacerme infértil en el futuro’ hasta ‘podría dañar a mi bebé’”, comenta.
Nipper expresa cuánto le habría gustado hacer más preguntas sobre la vacuna.
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“Al mirar atrás sé que hice todo lo que estaba en mis posibilidades para darle al bebé una vida saludable”, dice. “Lo único que no hice, y tendré que soportar eso, es que no me vacuné”.
Tras regresar del hospital con una bebé sana, Harrison comenta que siente una gratitud profunda, pero con una pizca de culpa del sobreviviente.
“Lloro todo el tiempo. Por cosas pequeñas. Alimentarla o abrazar a mi hijo de cuatro años. El solo pensar que ellos tuvieran que vivir sin mí y que esa es la realidad de muchísima gente al momento”, comenta Harrison. “Fue muy escalofriante, y todo pudo haberse prevenido si me hubiera vacunado”. N
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek