DURANTE muchos años hemos creído que para tomar decisiones inteligentes debemos reprimir las emociones. Los avances en la neurociencia nos ofrecen nuevas perspectivas al respecto. En esta oportunidad vamos a conocer la importancia del corazón en las buenas decisiones, esas que suman a nuestra calidad de vida.
A finales de marzo 2020, el ministro de Finanzas del estado alemán de Hesse, Thomas Schaefer, se encontraba en una profunda preocupación al ver las proyecciones del impacto que la pandemia ocasionaría en su estado, y el efecto que esto tendría en su desempeño de diez respetables años de gestión impecable. A pesar de ser una persona reconocida, responsable, dedicada y de mucha reputación, nada de esto impidió que su vida terminara en un trágico suicidio que marcó a la sociedad alemana.
Tenemos una concepción muy distorsionada de lo que es una decisión inteligente. Creemos que las personas inteligentes lo son porque nunca se emocionan cuando, en realidad, la inteligencia tiene mucho que ver con las emociones. Esta idea distorsionada de la inteligencia ha generado en las personas esquemas represivos a nivel emocional, que terminan en enormes crisis existenciales e, incluso, como el ministro Schaefer, en el suicidio.
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Influencia del corazón en el cerebro. Comenzamos enterándonos de que el corazón tiene aproximadamente 40,000 neuronas, lo que, junto con los intestinos, forma una red de mensajes que contribuyen a la lectura interna del cuerpo, necesaria para que nuestro cerebro tome decisiones con mayor claridad.
A nivel hormonal, el corazón tiene la capacidad de producir hormonas como la adrenalina, que se requiere para incrementar su capacidad; atriopeptina, que le permite regular la tensión arterial, y oxitocina, hormona del amor, clave en los esquemas de apego de las relaciones.
Además de lo anterior, el ritmo cardiaco tiene una influencia en la forma como percibimos el mundo. Junto con las emociones, el ritmo cardiaco altera o calma el sistema nervioso, lo que influye en la forma como pensamos y que nos lleva a avanzar o paralizarnos ante lo que deseamos.
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Coherencia cardiaca y buenas decisiones. La técnica que nos permite calmar el sistema nervioso a partir del sistema circulatorio se llama coherencia cardiaca. En palabras sencillas, hace posible que el ritmo entre el cerebro y el corazón se mantenga armonioso, lo que reduce el estrés, la ansiedad y la preocupación.
La coherencia cardiaca se logra mediante la respiración consciente, donde inhalamos por la nariz durante cinco segundos, exhalamos por la boca durante cinco segundos, y repetimos esto varias veces durante unos cinco minutos. Si esto lo realizamos tres veces al día podremos influir en nuestro sistema nervioso, la calidad de nuestros pensamientos y las decisiones que tomamos cada día.
Emociones, impulsoras de decisiones. Cuando logramos coherencia cardiaca tenemos claridad mental, podemos pensar con serenidad, tenemos mayor amplitud perceptiva y nos sentimos más congruentes a largo plazo con lo que decidimos.
A diferencia de lo que creíamos, las decisiones tienen una esencia emocional que no puede ignorarse, evadirse ni mucho menos reprimirse. Hemos crecido en una sociedad donde hay una necesidad de insertarnos adecuadamente desde niños, y justamente allí se ha tratado de reprimir lo emocional para parecer civilizados. Ya de adultos, normalizamos la represión contándonos una historia de racionalidad permanente que existe solamente en los libros de teoría económica.
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Las emociones son al sistema nervioso lo que las teclas son al piano: en la medida que sepamos gestionar nuestro mundo interior reconociendo y gestionando nuestras emociones, podremos gozar de la paz, la coherencia cardiaca y la claridad mental para tomar melodiosas decisiones que vayan alineadas con nuestro bienestar y que sumen a nuestra calidad de vida, incluso en medio de una crisis financiera.
Al tomarnos el tiempo para conectar con nuestro corazón, escucharlo palpitar a su ritmo natural, fortalecerlo con ejercicio físico y reconocer que allí también hay inteligencia podremos enfrentar los retos que la vida nos presente, como quien se adentra en una divertida aventura.
Ignorar todo esto le costó la vida a un ministro de finanzas alemán, pero no tiene por qué costar la tuya. Cuida tu corazón, atiende tus emociones y toma buenas decisiones. N
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Joselyn Quintero es especialista en neurofinanzas, autora de varios libros, conferencista y directora de Armonía F. Los puntos de vista expresados en este artículo son responsabilidad de la autora.