EL HERMANO de un famoso líder de las milicias afganas asesinado, cuyo hijo ahora dirige una coalición que ha puesto resistencia a la toma de Afganistán por parte del Talibán, ha hecho un llamado a establecer un acuerdo para compartir el poder en el país con el propósito de limitar la propagación de la interpretación que los talibanes hacen de la ley islámica, conocida como Sharia.
La rápida toma por parte de los talibanes de un país que perdió hace dos décadas debido a una intervención encabezada por Estados Unidos ha sacudido a la comunidad internacional. Sin embargo, en medio de las evacuaciones de ciudadanos estadounidenses y la caída del gobierno afgano, una provincia se ha rehusado a rendirse y a levantar la bandera del Emirato Islámico.
Y aunque el Talibán, conocido oficialmente como Emirato Islámico de Afganistán, ha enviado a cientos de combatientes a rodear este último bastión de la resistencia, lo que busca es un diálogo en lugar de arriesgarse a provocar una nueva guerra.
En Panjshir, valle situado en medio de una fortaleza natural en la parte norte del centro de Afganistán, Ahmad Massoud ha seguido el ejemplo de su famoso padre, Ahmad Shah Massoud, y ahora encabeza la resistencia antitalibana. En su época, el difunto Massoud era conocido como “el león de Panjshir” por defender la provincia no solo del Talibán durante su última ocupación, ocurrida hace 25 años, sino también de la Unión Soviética a lo largo de una guerra que duró toda una década y terminó en 1989.
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Ahora, su hermano, el tío de Ahmad Massoud, comparte con Newsweek la esperanza de Panjshir de lograr un acuerdo con el Talibán que descentralizaría su gobierno.
“Panjshir siempre fue el símbolo de la resistencia”, declaró a Newsweek Ahmad Wali Massoud, que fue embajador de Afganistán ante el Reino Unido y actualmente preside la Fundación Massoud, establecida por su familia. “Durante la resistencia contra la invasión rusa, y también durante la resistencia contra el terrorismo y el Talibán”.
“Sin embargo, justo en este momento —añadió—, todas las personas, incluidos los habitantes de Panjshir, tratamos de ver si podemos lograr un acuerdo de paz basado en el poder compartido”.
Afirmó que un acuerdo de esta naturaleza mostraría respeto no solo por el Talibán, sino también por otras facciones.
“Esperamos lograr un sistema descentralizado para que distintas personas como los talibanes o los no talibanes puedan vivir con sus propios valores dondequiera que deseen vivir”, indicó Ahmad Wali Massoud. “Y ellos no deberán imponer sus propios valores a otras personas”.
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Señaló que todos los habitantes de Afganistán deberían poder vivir en la forma que deseen. “Por ejemplo, si el Talibán desea tener una ley sharia, su propia interpretación de la sharia, puede hacerlo donde las personas lo acepten”, dijo Ahmad Wali Massoud. “Pero no debe imponerla en ciudades como Kabul. O si en Kabul tienen algo como elecciones democráticas, derechos humanos, derechos de la mujer, libertad de medios, ellos tampoco deberán imponerlas a los talibanes”.
Ahmad Wali Massoud describió cómo tendría que ser un sistema como este en Afganistán, una nación muy diversa que alberga a decenas de grupos étnicos, siendo los cuatro principales los pastunes, tayikos, hazaras y uzbecos.
“La estructura de poder debe ser tal que, en una forma descentralizada, cada grupo étnico pueda lograr un gobierno incluyente que pueda representar a todos los grupos étnicos de Afganistán”, indicó Ahmad Wali Massoud.
“Si se logra un poder compartido, en principio, basado en el origen étnico y en la descentralización de la estructura de poder —añadió— entonces, desde luego, esta sería la clave para la paz en Afganistán, no hay ninguna duda al respecto”.
EL TALIBÁN, UN GRUPO PREDOMINANTEMENTE PASTÚN
Aunque el mundo occidental suele ver a Afganistán a través del prisma del gobierno religioso en oposición al gobierno secular, la mayoría de los gobernantes del país, desde el primer presidente, Mohammed Daoud Khan, hasta el expresidente Hamid Karzai y Ashraf Ghani, que recientemente huyó del país, han sido todos pastunes. El Talibán también es un grupo predominantemente pastún.
Ahmad Wali Massoud, que es de ascendencia tayika, afirmó que una de las razones por las que no se ha desarrollado ningún sistema político robusto a pesar de dos décadas de presencia militar encabezada por Estados Unidos es que Karzai y Ghani “tomaron el poder para ellos mismos” y solo distribuían puestos a otros grupos étnicos por motivos políticos.
“Y cada vez que querían recuperarlos, lo hacían”, indicó Ahmad Wali Massoud.
Aunque el futuro político de Ghani sigue siendo incierto desde su repentino escape cuando el Talibán entraba en Kabul la semana pasada, principalmente de manera pacífica, Karzai, que se desempeñó en el cargo desde 2001, después de la intervención estadounidense, hasta 2014, sigue teniendo influencia en el país. Ahora se ha unido a otros personajes como Abdullah Abdullah, antiguo director ejecutivo para Afganistán y jefe del Alto Consejo para la Reconciliación Nacional, y el líder del Partido Islámico Gulbuddin Hekmatyar, en un intento de analizar la posibilidad de la paz con el Talibán.
Estas conversaciones se han realizado en Doha, la capital de Catar, el mismo sitio donde el gobierno del expresidente estadounidense Donald Trump y el Talibán firmaron el acuerdo de paz de febrero de 2020 que facilitó el retiro de las fuerzas estadounidenses de Afganistán.
Ahmad Wali Massoud piensa que la conferencia de Doha, en la que participaron las partes afganas que buscan una solución política, estaba “prácticamente acabada” como resultado de la caída del gobierno afgano, aunque dijo que “probablemente algunas personas pueden seguir tratando de ver si pueden encontrar un camino hacia la paz”.
“La realidad es que una parte está compuesta por el Talibán, y la otra por los líderes que han sido antitalibán”, afirmó Ahmad Wali Massoud. “Por lo que son las dos fuerzas principales las que realmente lograrán un acuerdo”.
Hablando desde su opinión personal y no de la de su institución, Bilal Waheed, presidente de la Fundación Massoud en Australia, indicó que pensaba que el Talibán “no está interesado en negociar”.
“El proceso actual en Kabul parece más una transferencia de poder que una negociación”, dijo Waheed. “En este momento parece que el Talibán podría no considerar la posibilidad de compartir el poder con ningún grupo”.
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Pero él, al igual que Ahmad Wali Massoud, expresó también su esperanza de que las facciones afganas “alcancen un acuerdo político que sea incluyente y donde el sistema de gobierno esté descentralizado”.
“De otra manera —añadió—, Panjshir podría negarse a la idea de doblegarse ante el Talibán, y se formará otra resistencia similar a la de mediados de la década de 1990”.
Will Semmes, miembro del Consejo de la rama estadounidense de la Fundación Massoud, expresó su esperanza de que los líderes afganos no talibanes como Abdullah “puedan negociar alguna autonomía para Panjshir, junto con derechos para las mujeres de Afganistán”.
“El Dr. Abdullah permaneció en Kabul a pesar de la cobarde huida del presidente Ghani”, dijo Semmes a Newsweek, y añadió que el presidente huyó “con carretadas de dinero, por supuesto”, en una forma “despreciable”.
Pero Semmes también señaló que “la confianza en el Talibán es baja” y espera que Pakistán, uno de los partidarios tradicionales del Talibán, y China, su socio estratégico, desempeñen importantes funciones en la manera en que se forme el nuevo gobierno.
TENSIONES EN AUMENTO
Y mientras tanto, en el terreno, las tensiones continúan en aumento, mientras el Talibán refuerza las áreas que rodean el valle de Panjshir, y la resistencia en el valle solicita el apoyo internacional.
“Nuestro patrocinador, Ahmad Massoud, hijo de Ahmad Shah Massoud, se ha reagrupado en el estratégico Valle de Panjshir en Afganistán, donde pretende defender a la provincia contra el Talibán”, dijo Semmes.
El joven Massoud ha unido fuerzas con el exrepresentante de Ghani, el vicepresidente afgano Amrullah Saleh, que se ha declarado a sí mismo el presidente legítimo del país tras la huida de su antiguo jefe a los Emiratos Árabes Unidos. Saleh, que también forma parte de la comunidad tayika de Afganistán, se apoya en la influencia de la familia Massoud en esa provincia para mantener alejados a los talibanes.
“Teniendo en cuenta la atención de Ahmad en Panjshir, nosotros fomentaremos naturalmente una resistencia al gobierno talibán. La Alianza del Norte sobrevivió de 1996 a 2001 y puede hacerlo de nuevo”, añadió Semmes. “Así que ahora estamos haciendo campaña para establecer un puente aéreo de suministros médicos y alimentos para el Valle, de forma muy parecida a la que usaron los pilotos estadounidenses cuando apoyaron valientemente a Berlín en 1948”.
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Sin embargo, en los días de la Alianza del Norte, no fue Estados Unidos, sino un grupo de países de la región, entre ellos, India, Irán, Rusia, Tayikistán, Turquía y Uzbekistán, quienes mantuvieron el apoyo a las asediadas fuerzas antitalibán. No fue sino hasta el 11/9 que Estados Unidos entró con toda su fuerza, invirtiendo los papeles en el conflicto.
Aunque han surgido informes en los medios de comunicación de Rusia sobre un apoyo encubierto de los tayikos en el Valle de Panjshir, Moscú ha jurado no intervenir y explicó esta postura en el contexto de sus aliados de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva, entre los que se encuentra Armenia, Bielorrusia, Kazajstán, Kirguistán y Tayikistán.
Irán también ha abogado por una solución diplomática, ofreciéndose como anfitrión de otras rondas de conversaciones entre las facciones rivales en Afganistán, mientras que China busca nuevas oportunidades para ayudar a Afganistán una vez que la situación se estabilice.
Y aunque ningún país ha reconocido aún el gobierno del grupo sobre Afganistán, tampoco han descartado tomar esa decisión.
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Entre las garantías que distintos países, entre ellos Estados Unidos, buscan del Talibán, está el hecho de que no den asilo a grupos militantes trasnacionales como Al-Qaeda, el Estado Islámico (ISIS) y otras fuerzas que tratan de alcanzar objetivos separatistas en Asia Central.
El Talibán ha prometido cumplir con este compromiso y, al mismo tiempo, advirtió contra cualquier interferencia externa en Afganistán.
“Nuestra política es que no permitiremos que nadie amenace la seguridad de otros desde nuestro territorio, y tampoco permitiremos que otros interfieran en nuestros asuntos internos”, declaró a Newsweek Abdul Qahar Balkhi, miembro de la Comisión Cultural del Talibán.
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En relación con la situación en Panjshir, Balkhi indicó que esperaba que esto también pudiera resolverse mediante la diplomacia y no con otro conflicto en un país angustiado tras cuatro décadas de guerra.
“Esperamos resolver el pequeño problema de Panjshir mediante el diálogo, y esperamos que no haya ninguna necesidad de usar la fuerza”, dijo a Newsweek Abdul Qahar Balkhi. “Nuestros canales de comunicación siguen abiertos para todas las partes”. N
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek