En política se debe jugar limpio, un juego casi inexistente, pero todas y todos tenemos la obligación cívica de impulsarlo y exigir un Jugar limpio, nuestro deber ético-social. Las opciones que disputen el poder público: Poder Legislativo Federal y locales, gubernaturas, presidencias municipales, ayuntamientos, sean partidistas o independientes deberán realizar sus esfuerzos de estudio, concentración, preparación entrenamiento…, en fin, una ascesis moral que produzca deliberación y participación. Una disputa transparente, diáfana, capaz de mirar de frente al cuerpo electoral, que genere principios y teleologías de una competencia leal, legitima y legal, en la que participe el pueblo, los contrincantes (nunca enemigos), medios de comunicación, el Estado, sobre todo el espíritu político, que tanto hace falta.
Respetar las reglas del juego, es una de las premisas de la ética política, es carácter de ciudadanía, ágora política en donde se deberá jugar con: equidad, valores, normas que establezcan la igualdad, que animen comportamientos virtuosos, estas reglas son una cuadricula perfecta que permite que tiempo, modo y lugar tengan manifestaciones materiales y objetivas en las disputas por el poder público. Una de ellas es esencial, acatar el llamado de los árbitros, aceptar sus decisiones, dado que forman parte del entramado de reglas del juego político. Tengo para mí, que nos falta cultura política, deberemos sobreponernos a la existente que se distingue por nacer en una socialización dictadora, prescriptiva, de posverdad, lo que produce una ciudadanía obediente con políticos tramposos, una pasividad que va configurando sujetos políticos obedientes, una comunidad política con “síndrome Shakira: ciegos, sordos y mudos”, un pueblo inmóvil. La política es el ágora de las disciplinas por y para los Otros, engendra una cultura de la vida compartida. Respetar al adversario es impulsar un “éthos” abundante de disposición para demandar justicia o rectitud y para evitar el conflicto mediante consensos con virtudes de eficacia.
“Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde…”, nos reclama la sabiduría popular, el régimen de comicios que tiene México es único en el mundo es un avance procedimental de los más importantes de la democracia planetaria; reglas del juego que costaron mucho trabajo, discusiones democráticas para concretarlas, debatidas por etapas, además obtuvieron el reconocimiento de las naciones democráticas. Los procedimientos electorales de nuestra Patria surgieron en una transición en “autoclave” que esterilizó las ideologías y sanitiza los comportamientos para poder aplicarse, la norma electoral otorga a todos los participantes igualdad de oportunidades.
Las reglas del juego político nos conducen al ejercicio de la política, en ese mérito al político se le debe demandar un nivel de dignidad en grado sumo, nivel igual a la dignidad ciudadana; se trata de la gestión de los asuntos del interés general, de todas y todos los ciudadanos, “ergo” el político-candidato, deberá comportarse al grado de excelencia moral. Debemos recordarles que la dedicación a la política es voluntaria, en ese sentido primero es el interés del pueblo, en caso contrario dedicarse a otra cosa “de las que presumen ser muy buenos”. Ser político no es hacerle un favor a la comunidad.
Padecemos información, mucha falsa, soportamos publicidad política y gubernamental a 360 grados, padecemos propaganda que nos satura sus ideologías con simulaciones que enajenan los siete días de la semana. En estos tiempos saturados de noticias sobre actos de corrupción con beneficios multimillonarios en los que los imputados son generalmente políticos. Son publicidad que posiciona el producto político en el poder y señala “el mal producto político del pasado”; son propaganda que martilla la ideología que viaja por las ondas hertzianas, la tinta y el papel que circula insiste en que “los malos son los reaccionarios y los buenos los progresistas”, el pueblo se pregunta por esa geometría política y no se puede contestar; tenemos una lógica simple y la más compleja también dará la razón. En efecto, ha habido saqueos de la riqueza nacional, es cierto el pasado ha tenido otras ideologías, pero cuál es la razón por la que los culpables ¿no están en las instituciones del secuestro?, testigos protegidos son una simulación. Es cierto, el saqueo al que han sido sometidas nuestra Patria es tan escandaloso que no solo revela una absoluta falta de dignidad personal y política en el corrupto, sino su desprecio inadmisible por los intereses generales de la sociedad, que son los que se administran. Estos intereses, por ser de todas y todos los ciudadanos son los que mayor cuidado y dedicación exigen.
Propongámonos un enfoque constructivo sobre la competencia electoral. Las elecciones se juegan limpio, se obtiene ganador y también perdedores, toda la competencia deber acontecer en el terreno de juego, jugarse con honor, operado por reglas garantes de la igualdad, cada candidatura deberá ofrecer su palabra con los “cómos” de una agenda de problemas comunes sin resolver. Es tiempo que surja el “político-ético”.