Apenas ungido, el presidente Andrés Manuel López Obrador identificó un área de oportunidad para asestar un golpe espectacular: el robo de combustible que afecta a PEMEX y que ha dejado un baño de sangre en el país.
La lógica elemental del tabasqueño fue que, como los ductos eran perforados, los delincuentes perderían si el combustible fuera transportado por tierra hasta las gasolineras.
Más allá del desabasto que se publicitó por los medios de comunicación, no se dio la rendición de los que roban combustible; llegó la migración delictiva. No pocos delincuentes que se enfocan al robo de combustible decidieron probar suerte en otros giros criminales: el robo en todas las modalidades posibles y la extorsión.
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En Puebla, no solo se aceleró la guerra entre Zetas, Sinaloas y Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG) por los diversos territorios delictivos del estado de Puebla. Ocurrió el nacimiento de un nuevo “triángulo rojo”, ubicado en el norte de la entidad.
Ese nuevo “triángulo rojo” encendió un foco de violencia, dada la guerra entre Zetas, CJNG y Marina Armada; además, movilizó mano de obra criminal a esa zona y generó desplazados internos que huyen del baño de sangre.
El origen del caos
Todo comenzó en los primeros días de enero, con la idea presidencial de “subir” el transporte de combustible por carretera. En varias refinerías del país, se veía a cientos de pipas esperando a ser llenadas y, en el mejor de los casos, alcanzaba para tres viajes por pipa al día.
El remedio fue un desastre.
El 19 de enero, reculó el tabasqueño: “Hay que reforzarlos [los ductos], ya se está analizando la posibilidad de fortalecerlos con una tecnología que se está probando del Instituto Mexicano del Petróleo; una nueva tecnología para que resistan las agresiones, para que, si se pincha, no se pueda tener éxito y que no sea fácil de poner esa válvula que permite tener esta toma clandestina y extraer combustible”.
Una fuente del Instituto Mexicano del Petróleo, respondió: “es cierto que se está trabajando con un sellamiento especial, pero para hacerlo a gran escala, van a pasar por lo menos dos años. Está en fase de experimentación”.
Así, no había condiciones para abastecer de combustible a una parte del país, con pipas propias y alquiladas, sin omitir un riesgo adicional: aceptando sin conceder que el combustible no pasara por los ductos y todo se fuera por las pipas, los huachicoleros solo tendrían que migrar al robo de las mismas.
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La lentitud de las pipas para desplazarse por el país solo fue rebasada por la lentitud de los convoyes acompañados por una patrulla de la Policía Federal o una célula del Ejército. Seguridad Física de PEMEX fue avasallada por los dos frentes en los que ahora estaba: en los ductos y en las carreteras.
López Obrador cometió otro error que empoderó más aun a los cárteles: entre cuatro y cinco mil policías federales iniciaron en 2019 su trámite de retiro de la corporación, por el recorte a sus prestaciones, entre las que destacan los gastos médicos.
En cuestión de semanas, el CJNG se aplicó a fondo y emprendió una campaña de reclutamiento entre los policías federales, ofreciendo un piso de 20 mil pesos mensuales. La campaña se identificó en funcionamiento desde febrero, al menos en el Estado de México.
Un experto en inteligencia que fue consultado por el reportero, calcula que el efecto de las ideas de López Obrador impactará entre un doce y un quince por ciento del Estado de Fuerza de la Policía Federal en todo el país.
Y CJNG tiene recursos de sobra para reclutar federales.
Basado en todo lo anterior, los huachicoleros empezaron a hacer planes y así se inició el proyecto, en la Sierra Norte de Puebla.
Todo comenzó en San Martín Texmelucan
La iniciativa de un nuevo “triángulo rojo” se gestó con el cierre de ductos y la reconfiguración de los grupos de presión en la Sierra Norte. En San Martín Texmelucan, ya se estaba dando un efecto embudo por el exceso de manos metidas en la extracción de combustible.
Areli Pérez Juan y su hermano Carlos se hicieron dueños de Tlalancaleca y de San Salvador El Verde y con operaciones en San Francisco Tláloc, Santa Rita Tlahuapan y San Lucas El Grande.
Por su parte, los hermanos Pérez Juan se iban acercando cada vez más a los dominios de Óscar García Téllez, “El loco”, en las colonias El Molinito, La Purísima y La Cruz.
“El loco” encontró la respuesta a sus investigaciones en Huauchinango. No solamente hay ductos por perforar, un territorio agreste y conectado por diversas vías a Veracruz: la carretera Federal México-Tuxpan comunica al Altiplano Central con el Golfo de México.
Huauchinango enlaza a Xicotepec de Juárez, Villa Ávila Camacho, Villa Lázaro Cárdenas, Poza Rica y Tuxpan. Y, cruzando Tlaxcala, se arriba a Zacatlán y Chignahuapan. Lo anterior permitió a García Téllez, pensar en vivir en Tlaxcala, alejado de la barbarie que su negocio reclama.
Así, se dio la mudanza de la organización de García Téllez hacia sus nuevos rumbos. Su actividad en San Martín Texmelucan le dio suficientes dividendos para cumplir sus compromisos con los Zetas.
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En semanas, García Téllez se preparó para operar su “triángulo rojo” en la Sierra Norte. Analizó el territorio y además de Huauchinango, consideró como territorios relevantes a: Ahuazotepec, Chignahuapan, Venustiano Carranza, Xicotepec y Zacatlán.
Con todo, CJNG y Zetas se han trenzado (con sus pandillas asociadas) en presionar a los alcaldes y cabildos para que trabajen con ellos; es de entenderse la imposibilidad de semejante combinación, así que los costos del desacuerdo están aflorando.
Entre este desatino, la Sierra Norte de Puebla muestra una reconfiguración drástica en lo criminal: no pocos homicidios se están dando en esta zona, confirmando que el robo de combustible está avanzando hacia el norte.
Las señales de este movimiento se están evidenciando en el “triángulo rojo original”: por las calles de Tepeaca y Tecamachalco, para observar a docenas de casas que se están quedando a medio construir.
Hay colegios en el “triángulo rojo original” que están perdiendo alumnos por docenas; médicos que han dejado el consultorio; tiendas que no vendían nada y que estaban abiertas todos los días, desaparecieron.
Generalizando, el “triángulo rojo” de la Sierra Norte comienza desde Francisco Z. Mena, alcanzando a Chignahuapan y bajando hasta Venustiano Carranza. Xicotepec y Huauchinango funcionan como centros de reunión, pero la actividad es móvil: los mandos del “triángulo” se desplazan por Juan Galindo, Tlaola o Naupan, a sabiendas de que las policías municipales servirán de informantes.
La descentralización
Algunos potentados del primer “triángulo rojo” miraron hacia la Sierra Norte de Puebla, que posee notables ventajas para emprender el robo de combustible:
Lo abrupto del terreno se combina con la ventaja de unir a varias entidades de la República Mexicana, estableciendo un corredor delictivo.
La Sierra Norte, siempre ha sido un territorio violento, dominado por cacicazgos duros y guardias blancas de todo tamaño y armamento.
Los Zetas habían sido el grupo dominante y habían sabido tejer relaciones políticas en la zona; esa estructura puede funcionar ahora, para el CJNG.
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Podría pensarse que los Zetas no permitirán que sus aliados y colaboradores se “tuerzan” y trabajen para el CJNG, pero no hay que olvidar que los de Jalisco no negocian; ofrecen trabajo y la amenaza de muerte correspondiente.
Así, el estado de Puebla está experimentando una descentralización criminal, que traerá consecuencias:
Establecerá una migración del “triángulo rojo original” al de la Sierra Norte, considerando que se trata de entrar en un nicho de alto riesgo, pero de recompensas similares al del original.
Se exacerbará la violencia en los municipios que integran al nuevo triángulo, ya sea para castigar a quienes cambien de cártel o, establecer nuevas formas de trabajo, considerando la guerra entre Zetas y el CJNG en la zona.
Multiplicará la presión sobre los alcaldes de la zona: porque hay numerosos regidores que trabajan para los cárteles y; porque CJNG los acorralará para que se agreguen a su causa.
El desafío, de frente
En este sentido, son diversos los componentes que integran el reto del nuevo “triángulo rojo” para el estado de Puebla y sus vecinos.
Primero, entender que “El loco” Téllez no es un chupa-ductos; es el líder territorial de una organización delictiva que aglutina a docenas de sicarios y que da empleo a miles de personas, incluyendo mujeres y niños.
Segundo, el mando territorial de este individuo se dio porque ha sabido combinar ganancias para muchos, miedo para potenciales delatores y una maquinaria de embutes para las corporaciones policiacas y militares.
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Ahí están las camionetas que repartió por diversas colonias en San Martín Texmelucan, para obsequiar juguetes el 30 de abril. De ahí también salió el obsequio de electrodomésticos, refrigeradores, cirugías de catarata y diálisis a quien lo pidiera.
Otro ejemplo lo constituye, el “Bukanas”, Roberto de los Santos de Jesús, quien puso en ciertas zonas de su dominio, “oficinas” de gestoría para dar dinero a cualquier persona que necesitara una operación quirúrgica, una contingencia médica.
Tales beneficios se han dado a cambio de que esa persona esté disponible para emprender marchas y hacerle de escudo humano cuando llegue la Marina Armada a intentar inmovilizar docenas de camionetas repletas de combustible.
Por cada minuto que el Estado se tarde en reaccionar frente a esta amenaza, los cárteles avanzarán en la lucha por el huachicol y el tráfico de toda clase de mercancías.
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