¿Es una irónica oportunidad para recomenzar o una broma del destino? Se preguntaba María mientras escuchaba retumbar con fuerza latidos que provenían de su vientre. Habían transcurrido 10 semanas desde la última noche que sin saber celebraron un nuevo contrato piel a piel, usaron protección pero el porcentaje del que hablan las letras pequeñas en el empaque de los condones existe, tanto que en un par de meses tendrá nombre y apellido.
A pesar de que ella estaba más segura que nunca de volver con Orlando, para él la historia era muy diferente, parecía obvio que después de aquel último encuentro algo había cambiado, las llamadas no eran para nada constantes, las atenciones mucho menos, ya no iban a eventos juntos, bueno, de hecho ya llevaban sin hablar un par de semanas, así que cuando Orlando escuchó ese ‘estoy embarazada’ su primer reacción estuvo muy lejos de ser la ideal, ‘Seguro es un embarazo psicológico’ contestó. Habrían de pasar un par de meses antes de que María accediera a hablar de nuevo con él, para entonces era visible que lo único psicológico había sido su estado de negación ante una noticia de tal magnitud.
Acordaron estar juntos pero a distancia en cuanto al tema del embarazo, él quería involucrarse, ella quería estar con él; no porque iban a tener un hijo, sino porque no había nadie más con quien pudiera imaginarse plena formando una familia, ya sabía cómo eran los domingos por la mañana, conocía bien el compromiso que eso conllevaba y por primera vez desde que se casaron estaba segura de querer hacerlo, pero esta vez bien. Eso sí, él también tenía que querer, María prefería estar sola antes de detenerlo justo cuando iba despegando hacia la recuperación de sí mismo. Y es que cuando Orlando se enteró que un bebé venía en camino ya salía con alguien más, si, con alguien más después de 7 años de no besar otros labios, intentaba re construir su vida.
Al llegar el segundo trimestre se desató una pandemia mundial, María se vio obligada a iniciar cuarentena de forma inmediata, se trataba de un embarazo de alto riesgo –en más de un sentido-. Para entonces el ‘plan’ enamorando a mi ex se puso en pausa, era un escenario más complicado; no podía verlo, mucho menos abrazarlo, estaba aislada, sola, embarazada y lo peor; enamorada de su ex esposo. Vaya que cuando no llueve; llovizna.
Aún con todo esto le emocionaba sentir cómo crecía vida en su interior, las patadas en la panza cada vez más grande y aprovechar que el sueño y la pesadez no eran problema puesto que podía cuidarse en su casa. La falta de certeza sobre el futuro inmediato le llenaba la cabeza de dudas a ratos, y es que, si de por si es complicado tener un festival hormonal sucediendo todo el tiempo, sumar un virus altamente contagioso para el que no se tiene cura conocida no era el mejor mix aunado al hecho de que no tenía idea si Orlando seguía o no saliendo con la otra chica, ni se sentía con el derecho a cuestionarlo, después de todo la que había insistido en ir a firmar los papeles del divorcio aquella fría mañana de octubre había sido ella. De alguna manera pensaba que la vida le estaba dando una lección, un estirón de orejas queriéndole decir, fíjate bien lo que tienes cuando aún está ahí, nada es para siempre, y contrario a la creencia popular; a veces si es demasiado tarde.
En unas cuantas semanas María dará a luz, han acordado que él estará con ella ese día. Ambos tienen un desafío esperándolos. Lo único que tiene claro María es que no hay tiempo que desperdiciar, no está dispuesta a tener que esperar de nuevo a perderlo todo para valorarlo, ya sea que decidan volver como pareja o no, le queda claro que el amor que siente cada día sólo crece, como el bebé que criarán juntos, y por ahora, esa idea, la noción de saber que ese amor los mantendrá de algún modo u otro cerca y en la vida del otro es suficiente para alimentar la esperanza de que no todo está perdido, de que a veces una separación puede ser la mejor manera de volver a empezar.