En un mundo que se ha aclimatado a los
precios astronómicos del petróleo, la Gran Caída del Petróleo se perfila para
convertirse en una buena noticia para los estadounidenses que cuentan con poco
dinero, al inicio de la temporada de invierno, cuando aumenta el uso de la
calefacción.
Sin embargo, esto no es así para las
principales economías petroleras. Y, a propósito, eso incluye ahora a Estados
Unidos.
Mientras los productores de petróleo se
preparan para el plazo del 24 de noviembre en las conversaciones nucleares
entre Occidente e Irán, así como para lo que se espera sea una reunión
particularmente difícil para la Organización de Países Exportadores de
Petróleo, los pronosticadores políticos intuyen que una reorganización
geopolítica podría ocurrir pronto.
Desde junio, cuando los guerreros del Estado
Islámico (también conocido como ISIS) se extendieron por todo Irak, haciendo
que los precios del petróleo aumentaran temporalmente mientras hacían que los
iraquíes huyeran de sus casas, el precio mundial de referencia del petróleo, el
crudo Brent, ha caído 30 por ciento. Recientemente, rompió el nivel mínimo de
US$80 por barril para llegar a niveles no vistos desde septiembre de 2010, muy
lejos del precio máximo de US$140 por barril en 2008.
Los impulsores de este enorme enfriamiento
son múltiples, desde el robusto aumento en la producción estadounidense hasta
las grises expectativas de la economía mundial. Pero esta vez, de acuerdo con
la Agencia Internacional de Energía (IEA, por sus siglas en inglés) con sede en
París, puede haber razones para creer que los bajos precios del petróleo podían
ser duraderos.
“Es cada vez más claro que hemos
iniciado un nuevo capítulo en la historia de los mercados petroleros”,
declaró la IEA en su informe sobre el mercado petrolero publicado en noviembre,
observando que el suministro mundial de petróleo está superando a la demanda
proyectada, al contrario de lo que ocurría hace poco más de seis años, cuando
los precios del petróleo alcanzaron el máximo histórico.
Para los países cuyas finanzas dependen en
gran medida o casi completamente de los altos precios del petróleo, esto es una
dificultad. Con los niveles de precio actuales, los presupuestos nacionales de
Irán, Venezuela, Nigeria, Irak, Libia, Rusia y Arabia Saudí no alcanzarán el
punto de equilibrio, lo cual podría obligar a estos países a gastar preciadas
reservas de efectivo, además de producir luchas internas sobre la participación
de mercado, perturbando el orden mundial, ya de por sí frágil.
Recientemente, el presidente ruso Vladimir
Putin llegó a reconocer que Rusia, que está siendo golpeada por las sanciones
económicas y un rublo que cae en picada, enfrentará graves consecuencias si los
precios del petróleo continúan reduciéndose. “Estamos considerando todas
las situaciones, incluyendo la supuesta caída catastrófica de los precios de
los energéticos, la cual es completamente posible y lo admitimos”, declaró
a Tass, la agencia de noticias estatal de Rusia.
La caída de los precios del petróleo está
dañando mucho más a Putin que las sanciones occidentales cuyo objetivo era
castigarle por el papel de Rusia en Ucrania, así que Washington tiene muchas
razones para celebrar el cambio en el mercado.
Para Irán, otra de las naciones menos
favoritas de Washington, los riesgos también son altos, pues el plazo del 24 de
noviembre para las conversaciones nucleares es inminente. Si Estados Unidos, el
Reino Unido, China, Rusia, Francia y Alemania logran llegar a un acuerdo con
Irán sobre su programa nuclear, cuyo objetivo es impedir la producción de armas
nucleares, Irán podría ver un relajamiento en las sanciones económicas que
impiden que su petróleo llegue a un mercado más amplio.
Sin embargo, si las conversaciones fallan,
la combinación de sanciones económicas en curso, la inflación, un rial
debilitado y los precios del petróleo a la baja, provocarán un mayor
sufrimiento financiero para muchos iraníes.
Todas las miradas están en la reunión del 27
de noviembre de la OPEP, donde se espera que Arabia Saudí presente sus
argumentos más sólidos hasta la fecha con relación a su enfoque de los menores
precios del petróleo y la creciente producción mundial.
“Los cambios en el pronóstico de la
producción de petróleo saudí son cruciales para el nuevo punto de vista y una
fuente muy importante de incertidumbre para el año entrante”, declaró la
Administración de Información de Energía (IEA, por sus siglas en inglés), que
es la rama estadística del Departamento de Energía de Estados Unidos, en sus
perspectivas de este mes.
Los observadores del mercado habían
teorizado que el mayor exportador de petróleo del mundo puede recortar sus
exportaciones como una manera de aumentar los precios del petróleo, pero
después de que Arabia Saudí redujo recientemente el precio que cobraba a sus
clientes estadounidenses, eso parece menos probable.
“La prioridad número uno de Arabia Saudí es
que no desea perder su participación de mercado”, señala Luay al-Khatteeb,
miembro del Brookings Doha Center, una derivación de la organización de
política pública con sede en Washington.
Teniendo en cuenta estos indicios, la IEA
modificó al alza su cálculo de la producción de petróleo saudí, colocándola por
encima de 9 millones de barriles diarios para hecho de 2015. Por supuesto, el
mantener una alta producción de petróleo simplemente reducirá la ganancia por
barril de Arabia Saudí, pero a diferencia de Rusia, Arabia Saudí puede
soportarlo.
“Con uno de los costos de producción
por barril más bajos mundo, y con reservas en efectivo cercanas a US$1 billón,
Arabia Saudí está en una mejor posición para soportar un precio bajo del
petróleo que otros productores, y puede recuperar parte del ingreso perdido por
la baja en el precio manteniendo volúmenes de suministro”, declaró la IEA.
Estados Unidos también puede soportarlo,
aunque las empresas petroleras recibirán una paliza si los precios continúan
cayendo, de acuerdo con una reciente nota de investigación de David Kostin, el
principal estratega patrimonial de Goldman Sachs. Kostin calcula que los
productores de esquisto de Estados Unidos requerirán que el precio del petróleo
estadounidense de referencia, denominado West Texas Intermediate, se mantenga
por encima de US$75 a US$80 por barril para poder seguir perforando.
Actualmente, los precios del West Texas Intermediate se mantienen en ese
intervalo.
“El panorama actual de los precios no
apoya el nuevo desarrollo de los barriles más costosos y marginales como el
Ártico, las aguas ultra profundas y algunas arenas petrolíferas”, señala
la IEA. “Sin embargo, dado el largo período de gestación y la cuantiosa
inversión requerida, es poco probable que esta clase de proyectos resulte
afectada” en 2015.
La IEA, que asesora a 29 naciones, entre
ellas Estados Unidos, mantuvo sin cambios sus cálculos de la demanda mundial de
petróleo para 2014 y 2015 en el informe de este mes, 92.4 millones de barriles
diarios, pero observó una subida en el suministro mundial de petróleo en
octubre a 94.2 millones de barriles
diarios.
Esta poca actividad del sistema es de buen
agüero para los estadounidenses. El precio del petróleo crudo representa 64 por
ciento de su precio al consumidor (el resto del precio lo constituyen el
proceso de refinamiento, la comercialización, la distribución y los impuestos).
Hasta el 10 de noviembre, el precio promedio nacional de la gasolina regular
fue 25 centavos menos que el año pasado, es decir, US$2.94 por galón, el menor
nivel en casi cuatro años. El promedio nacional de la gasolina AAA inició la
semana del 16 de noviembre con un precio aún menor, de US$2.885 por galón.
Este mes, la IEA rebajó drásticamente su
perspectiva del precio del petróleo para 2015 en US$18 por barril en
comparación con el mes pasado, pronosticando que los precios del petróleo crudo
Brent serán de alrededor de US$83 por barril en promedio durante el año
próximo, tocando fondo justo por debajo de US$82 por barril en el segundo
trimestre de 2015.
“Las preocupaciones sobre un creciente
desequilibrio entre la producción de petróleo crudo y el consumo mundial
continúan influyendo en los precios del petróleo crudo”, declaró la IEA en
su perspectiva sobre la energía a corto plazo en noviembre. “El alivio de
las interrupciones globales en el suministro de petróleo crudo y los continuos
aumentos en la producción en América del Norte ocurren en un momento en el que
la demanda mundial de los productos petroleros se debilita, relajando el
mercado mundial del petróleo crudo.”
Para comprender en qué medida contribuye el
auge energético de Estados Unidos al suministro mundial de petróleo, señala Tim
Hess, analista de los mercados petroleros de la IEA, basta con mirar el último
el último conjunto anual de datos numéricos del organismo con respecto a la
producción de Estados Unidos en 2013. “Estuvimos en 7.5 millones de
barriles diarios el año pasado, ¡el mayor índice promedio de producción que
hemos visto desde 1989!”, declaró a Newsweek. “Comparemos estos datos
con los de agosto pasado, el mes más reciente del que tenemos cifras completas,
y veremos como la cifra de producción creció hasta 8.6 millones de barriles
diarios.”
La producción de Estados Unidos continúa
creciendo. El cálculo aproximado de la IEA para la producción de petróleo en
octubre fue de 8.9 millones de barriles diarios, afirma Hess. Para 2015, será
de 9.4 millones de barriles diarios.
¿Qué tanto exporta Estados Unidos de toda
esta riqueza? “Cantidades muy pequeñas”, dice Hess. “Eran
solamente alrededor de 440,000 s barriles diarios en agosto de los 8.6 millones
de barriles diarios que produjimos, y la mayor parte de ellos se enviaron a
Canadá. Estamos usando casi todo este petróleo en el país.”
Aunque el dolor que sienten Rusia e Irán
puede provocar sonrisas en Washington, puede haber daños colaterales. Sin una
recuperación importante en los precios, los países que dependen en gran medida
del petróleo y los que carecen del capital para paliar el dolor analizan
circunstancias potencialmente desastrosas, e incluso crisis humanitarias,
declaró al-Khatteeb a Newsweek.
Irak es uno de estos países. La producción
creciente de petróleo no lo salvará de un déficit presupuestario que, sin duda,
afectará a la mayoría de los millones de refugiados y personas desplazadas en
su interior, por no mencionar los costos actuales de la guerra de Irak contra
ISIS, señala el iraquí. “Hablamos de 2 millones o más de refugiados con un
costo de miles de millones de dólares por año”, afirma al-Khatteeb.