La responsabilidad será de todas y todos, nadie queda exento. El Coronavirus impulsó una mudanza esférica y puntual. La normalidad no regresará, entramos a la era de la excepcionalidad, la moral dictará nuevas costumbres y la ética será disruptiva, las personas se tendrán que dar “un chance” de ser y hacer un mundo nuevo. Ha llegado el tiempo de la reflexión que orienta el cambio. Somos testigos de una falta de reconocimiento recíproco, de un respeto entre interlocutores válidos. La política es diálogo, se enriquece con cultura, con verdades, con solidaridad, la política crea las avenidas que llevan de los valores a las virtudes desde los comportamientos. Dejar atrás la entropía política en el marco de engaños y simulaciones.
Una vía salvífica está en la Universidad del siglo XXI. Es preciso subir a la escena a politólogos con calidad y profesionalidad para orientar el diálogo y los debates; a los comunicólogos con responsabilidad social de hacer política con perspectiva de acciones orientadas al entendimiento por la dignidad de todos y cada uno de los miembros de la comunidad. Un tránsito de lo individual a lo social. Sobre todo, de lo privado a la esfera pública. Profesionales de las Letras tienen el compromiso junto a Sociólogos, Historiadores, Filósofos, Médicos, Diseñadores gráficos, en fin, una gama multidisciplinaria de especialidades profesionales, para darle al discurso ético la fragua para el desarrollo de una moral y una razón dialógica que diseñe la nueva vida compartida, post-Covid, que cree una organización política democrática y plural. Está en juego solidaridad y respeto a la dignidad humana para enfrentar la miseria e injusticias que, a pesar de los indicadores estadísticos, padecen nuestras comunidades. La teleología tiene razones simples: encontrar un cruce de discusiones morales cargados de contenidos sustanciales que apunten a los derechos fundamentales que simbolizan, como es evidente, intereses generalizables que pueden justificarse moralmente desde el punto de vista de lo que todos aspiramos. La esperanza está en el núcleo de la política.
La realidad se padece, no le demos vuelta, un Estado Social se logra cuando la democracia está asociada y empoderada éticamente para impulsar el desarrollo de una vida ciudadana que permita efectivamente la democratización de valores morales que le sirven de práctica social mediante comportamientos virtuosos. Solo mediante la política se crea una esfera pública como espacio ideal para procedimientos de justicia para todos. La política construye decisiones incluyentes a las diferencias de las necesidades de todos. Sin duda y sin emplazamiento, toda discusión moral y debate democrático deben definirse por el carácter genuino de los argumentos para institucionalizar en las prácticas sociales el juicio moral de una ciudadanía que participan deliberativamente en la creación de su tiempo. De eso se trata la disputa del poder público, del conversatorio, del encuentro civilizado de las posiciones, en el espacio público, donde moralmente se construyan soluciones a los problemas y sustente su fuerza integradora en la participación colectiva sin otra coerción que la del mejor argumento.
El mejor argumento está en la incorporación de los jóvenes a la política. Más del 55% del listado electoral no ha cumplido 40 años. Vivimos entre la arcilla del nuevo molde, una ciudad universitaria, ahí está el pensamiento fresco, sistemático, creativo, genuino, utópico, soñador…, puede fundamentar comunicativamente la moral a través del discurso. Es, políticamente hablando, asumir compromisos, con y para los otros, con sentido social de justicia que, por supuesto, se inserta en los requerimientos de una moral necesitada de vitalidad a través del lenguaje desde el cual entran los individuos en una relación práctica con sentido social. La razón es simple, lenguaje y mundo obedecen a la misma lógica; la metafísica se construye sin miedos, la metafísica de la comunicación es el tema de hoy, diseñarla y construirla es tarea de todos los días, todas las horas, todo el tiempo. No todo es noticia pero todo puede serlo. Cada instante tiene sus maneras. Compartir significados es clave del diálogo político, no se trata de descifrar mensajes, es un esquema de interacciones entre el yo y los otros. Los conversatorios políticos son acciones recíprocas que universalizan el discurso moral-práctico por medio de la validez normativa de los discursos. Es el abracadabra de la transformación política.
El diálogo político desvela reconocimiento mutuo, base de hacerse cargo del conflicto mediante acuerdos razonados en reglas institucionales que muestran el uso público de la razón práctica en el ámbito jurídico-político. No es moral ni ético manipular la necesidad, es hacerle el caldo gordo a la injusticia. Es necesaria la Universidad, en plural, para educar con los nuevos alcances tecnológicos, inventar la pedagogía de la velocidad de la luz, darle sentido a los 300,000 kilómetros por segundo para impulsar nuevas actitudes, nuevos comportamientos, en nuevas mentalidades para prácticas civiles de ciudadanos comprometidos moralmente, materia prima de la formación colectiva de la voluntad común.