Al menos 200 millones de mujeres y niñas en el mundo se han visto involucradas en la práctica de la mutilación genital femenina (MGF), según Unicef.
La eliminación de esta práctica se encuentra entre los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible y ha sido motivo del Día Mundial de Tolerancia Cero con la Mutilación Femenina.
La mutilación genital femenina es reconocida internacionalmente como una violación grave de los derechos humanos, la salud y la integridad de las mujeres y las niñas.
Puede causar complicaciones de salud a corto y largo plazo, incluido dolor crónico, infecciones, sangrados, mayor riesgo de transmisión del VIH, ansiedad y depresión, complicaciones durante el parto, infecundidad y, en el peor de los casos, la muerte.
Unicef estima que la mutilación genital femenina se concentra en 31 países de África y Oriente Medio (de los que se dispone de datos), además de Indonesia, aunque también persiste en países asiáticos como India, Iraq o Pakistán, algunas comunidades indígenas en Latinoamérica y en poblaciones migrantes de Oceanía, América y Europa.
Asimismo, persiste en las poblaciones emigrantes que viven en Europa Occidental, en Norte América, Australia y Nueva Zelanda.
En los países de los que se dispone de datos, aunque esta práctica se ha reducido con el tiempo, sigue siendo muy alta. Del 49% de jóvenes entre 15 y 19 años que la habían sufrido hace treinta años, se ha reducido hasta un 15 puntos porcentuales en la actualidad.
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¿Por qué se practica?
En muchos de los países donde se practica la mutilación genital femenina, se considera una norma social profundamente arraigada en la desigualdad de género.
Existen diversas razones por las que se practica. En algunos casos, se considera un rito de iniciación a la madurez; en otros, es una forma de controlar la sexualidad de la mujer.
Muchas comunidades practican la mutilación genital porque creen que garantiza el desarrollo adecuado de la niña, su matrimonio en el futuro y el honor de su familia. Otras también la asocian a creencias religiosas, si bien no existen escritos religiosos que obliguen a practicarla.
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Erradicarla
Aunque la práctica se ha mantenido por más de mil años, hay motivos para pensar que se puede acabar con la mutilación genital femenina en una sola generación.
Las Naciones Unidas luchan por su erradicación plena para 2030 y se cuenta desde 2008 con un programa mundial que se centra en 17 países africanos principalmente.
Algunos de los logros de este programa son que se ha prestado atención a más de 3 millones de niñas y mujeres y se ha conseguido que 13 países establezcan un marco legal para la prohibición de esta práctica y han dedicado dentro de sus prespuestos partidas para financiar programas que ayuden a su erradicación.
También se trabaja con organizaciones de la sociedad civil que promueven programas educativos, al tiempo que se coopera con líderes religiosos para desvincularla de la religión, y colabora con los medios de comunicación para fomentar el diálogo.
Con información de Europa Press y UNICEF.